miércoles, 31 de diciembre de 2008

Carta al viento

Las heridas, las viejas y maceradas heridas de nuestros pueblos aragoneses están abiertas como siempre lo estuvieron. Cualquier anciano reloj de torre parroquial estirada y fálica, muchas de ellas con huellas moriscas, parece como si se hubiesen detenido en frías atardecidas, en lugares llenos de abandono habitados por ancianos con más pena que gloria, donde el ladrido seco de los perros resuena en la nava como el cerrojo de un fusil, sin perspectivas, sin esperanza. Recuerdos borrosos de planes de desarrollo a medio terminar, con estelas fantasmagóricas de tecnócratas de cuello blanco emborrachados de poder y convencidos de que todo quedaba bien atado en la figura del Príncipe de España, con la pana cambiada por el mono, el neón por la luna y la boina por el casco protector.

Ahora, años después, se habla de crisis, de que el Estado entra en recesión económica. Las siglas "ERE" se han colado por ósmosis en todas la empresas y en todas las familias. La muerte, de venir, lo hará en un pasillo de hospital ante la indiferencia de todos. Cuando el mundo se revuelve, los hombres pueden fenecer de pena a manos de los títeres. De poco sirven los recuerdos de juventud cuando las cosas pintan mal. Y España pinta mal, por mucho que nos empeñemos en comer las uvas de Vinalopó frente al televisor a las doce de la noche. Nos movemos entre la memoria atormentada y el futuro incierto. Y la noche morada cerrando el enredo. Lo nuestro, de novela de Zola, ya no lo arreglan ni las Siervas de Jesús ni los efluvios de ojén. Pero esta noche es Nochevieja y deberemos quitarle amargor a la vida. Soplaremos el matasuegras y bailaremos el mambo al son de la orquestina con la negrita rumbita, rumba, mumba, lumumba, ¡toma ya!, pocas horas antes de que Luis María Anson no deje piedra sobre piedra en la amanecida de los quioscos con un artículo lapidario.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Mazurca para un desaprensivo

Lo dice Cela en "Mazurca para dos muertos": "Yo no sé cómo sería la Edad Media, toda llena de frailes pedichones, caballeros sarnosos, trovadores tísicos y peregrinos que andaban a la rapiña, todos de un lado para otro y sin confesar...", pero sé como es la Edad Contemporánea y qué alcalde nos ha caído en suerte a los zaragozanos. Mire usted, señor Belloch, podría hoy, a final de año, desearle las mejores venturas para 2009. Pero no le deseo a usted otra cosa diferente a que pierda las próximas elecciones. Usted, señor Belloch, lleva ya bastante tiempo "riéndose" de los ciudadanos con ese mobiliario absurdo del Seminario, con esas promesas incumplidas a los barrios y con ese juego absurdo a ser "nuevo rico". Ahora se acaba de inventar la figura de vice alcalde, que ya es la rematadera. Lo dicho, señor Belloch, yo no creo en usted ni en sus frases-papilla para contentar a sietemesinos. ¡Ándele!

domingo, 21 de diciembre de 2008

"Camino" de salvación

Lo de la crisis no es cierto. Las pequeñas empresas de este país cierran al goteo por ignorar el nuevo "Camino" de salvación. Ahora, cuando llega Navidad, con los precios por las nubes, las ventas de coches en punto muerto, las sociedades mercantiles sin banco que les preste, y los pequeños empresarios mirando a las nubes que pasan, aparece, como el espía que surgió del frío, un folleto editado por CEPYME Aragón, "Pequeños pensamientos", que pretende ser, más que un decálogo que proporcione dinamismo, un manual de anestesia general para épocas de turbulencias financieras. Algo que me recuerda a "El Arte de Enfermería", editado por Juan Nepomuceno en Madrid, en 1833, plagado de agüeros siniestros. Ignoro a qué mente privilegiada se le habrá encendido la bombilla de bajo consumo. ¿Ustedes recuerdan el librito "Camino", de Escrivá de Balaguer? Pues no es nada comparado con el "Decálogo de la Pyme aragonesa". Tiene su mismo tamaño aunque con menos páginas. Es como el catecismo del padre Astete para los pequeños empresarios. En cada uno de sus diez apartados propone una sugerencia distinta: (I) "Ten claridad de visión",(II) "Sé consciente del riesgo",(III) "Innova", etcétera. Está claro que si, pongamos por caso, don Antonio García, del Comercio, lee el catálogo, lo medita despacio y lo pone en práctica de inmediato, se le acabará el desasosiego que le devora. No importa que el banco de la esquina, ese de toda la vida, le niegue el crédito tantas veces solicitado. Como no podía ser de otra manera, ya se ha encargado el Gobierno socialista de inyectarle dinero a esa entidad, para que ella conceda el préstamos de inmediato, en absoluta reciprocidad.

En principio, la idea es razonable. Pero los resultados finales, al menos hasta el momento, son lo más parecido a una farsa piramidal al más genuino estilo americano. Quienes componen la Confederación de Empresarios de la Pequeña Mediana Empresa en Aragón no se manchan las manos en taller alguno, ni se arruinan en tiempos de tribulación, ni conceden préstamos a nadie. Saben, como decía Amado Nervo, que el miedo no es otra cosa que un deseo al revés, y su misión consiste en administrar buenas voluntades en forma de grageas, en poner sobre las cabezas de los pequeños empresarios las diez ideas más brillantes en forma de lenguas de fuego. Son como el Espíritu Santo, aunque en forma de gorrión de canalera. Pero su feliz decálogo para salir del pozo de este juego de la oca llega a mis manos el cuarto domingo de Adviento, en vez de Pentecostés, que sería lo deseable. Ya empezamos mal.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Sobre cuerpos, almas y lo de más allá

No piense el lector que me estoy refiriendo a "Cuerpos y almas", la espléndida novela de Van der Meerch. Tampoco a "Cuerpos, almas y todo eso", que escribiese Santiago Lorén, no recuerdo ahora si matando el tedio cuando ejerciera de ginecólogo en Calatayud. A lo que yo quiero referirme, aunque de forma somera, es a la pretensión de Belloch por consolidar un Cuerpo de Voluntarios de forma permanente. Se trata de agrupar a aquellas personas que sirvieron de forma altruista en la Expo del Agua. Un Cuerpo, supongo, como el de bomberos, el de la Guardia Civil, o el de Correos. Un Cuerpo de Voluntarios, digo, siempre alerta a la hora de corear vítores y claquear aplausos en cualquier evento cuando fuera menester. Se trata, supongo, de esa legión de muchachos de impasible ademán, con edades comprendidas entre los más de cien años que tenía el último pregonero de las Fiestas del Pilar y el último de la fila, o sea, mi vecino del quinto izquierda, que ahora anda recitando a Pablo Neruda durante las horas de sol en la explanada de la Estación del Norte. El Cuerpo de Voluntarios de Belloch deberá disponer de bandera e himno oficial, y aplicarse con devoción de novicia en el estudio profundo de flores y raíces, fanerógamas y criptógamas, angiospermas y gimnospermas, hasta ponerse al día y estar a la altura de los empleados de los Viveros Joven, con el necesario pragmatismo y siempre con miras a atender a los turistas en la la próxima Exponabo, ya que está al caer el bisiesto 2012.

Este alcalde, que siendo ministro injertó Interior a Justicia para hacer una sóla cartera, pretende ahora injertar ramas de ciruelo a las del olmo hasta conseguir que el ulmáceo, además de disponer de hojas ásperas por el haz y lisas y vellosas por el envés, produzca naranjas de la China. El resultante y altruista Cuerpo de Voluntarios deberá, por tanto, mantenerse en forma. Será necesario, nuestro deber y salvación, que formen centurias y que bién uniformados y pertrechados practiquen gimnasia sueca en las riberas del Ebro, junto al azud de las desdichas, al menos dos veces por semana. Eso sí, con la excepcicón del señor centenario, al que se le permitirá permanecer sentado en un selecto servicio de ambigú, que antes deberá inaugurar a la orilla del Ebro el flamante vice-alcalde, tan pronto como tome posesión de su cargo. También, el recién creado Cuerpo de Voluntarios, junto a los escopeteros del Rabal, desfilará con trompetas y tambores en cada inicio de las fiestas pilaristas, y en todos aquellos eventos en los que sean requeridos sus servicios por la autoridad competente; verbigracia,la inauguración de bloques de viviendas sociales en tierra de desheredados, la concesión de la flor natural al presidente de la Asociación de Ex-concejales Democráticos, o el nombramiento de segundo vice-alcalde en la persona Lola Ranera, que aparece fotogénica en el interior de las páginas de "Nuestra Zaragoza". La misma edil que nos recuerda cada quince días a los vecinos de la Margen Izquierda que los locales de "La Azucarera" serán un "contenedor de servicios". ¡Chupa del frasco, Carrasco! Así empezaron los chicos de la posguerra cuando les uniformaron con camisa azul y boina roja. Aquellos muchachos repartidos entre "flechas" y "pelayos" que se iban de vacaciones veraniegas a Navaleno. ¡Qué miedo me dan estas cosas! Sí, ya sé que aquello no tiene nada que ver con el pretendido Cuerpo de Voluntarios, aunque por algo se empieza. Es curioso, los desafueros casi siempre se inician por las cosas más nimias.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Premios "Picarral"

Ayer, viernes, la Asociación de Mujeres Picarral-Salvador Allende concedía los Premios Literarios correspondientes a la vigésimo quinta edición. "Christianne" se llevó el máximo galardón. "Sed" y "Ausencias", respectivamente, fueron los otros dos merecidos galardones. Leyendo días pasados el relato que a mí me tocó en suerte presentar, el primero de ellos, y posiblemente por asociación de ideas, me vinieron a la memoria tres autores geniales: Lope de Vega, Hemingway y Augusto Ferrán.

Lope de Vega, autor de más de mil comedias divertidas, tiene, además, unos versos sencillos en su composición, aunque íntimos, que tituló "Pobre barquilla mía", donde la barquilla en cuestión no era cosa distinta a simple metáfora formal en referencia a su tremenda situación de soledad espiritual. Dice la primera estrofa: "¡Pobre barquilla mía,/entre peñascos rota,/sin velas desvelada,/y entre las olas sola!/".

Contaba Amando de Miguel en una espléndida Tercera de ABC que existen tres clases de soledades: la elegida, la transitoria y la inevitable. Y que, de todas ellas, la última era la peor, la que no tiene arreglo, la que se adueña de los locos y de los viejos. También de los perros abandonados en la carretera.

Algo parecido le sucede a Santiago, ese viejo marinero de "El viejo y el mar", en la novelilla que Hemingway publicó en 1952. Un pescador que, tras 84 días sin tomar presa, captura un enorme pez espada. Después de atraparlo con gran fatiga, lo amarra fuertemente a uno de los costados de la pequella embarcación. De regreso a puerto, Santiago habrá de luchar a brazo partido, con la única ayuda de los remos, contra voraces tiburones que intentan dar dentelladas a la pitanza. Pero al llegar a su destino, casi de noche, con las primeras luces pintando en amarillo el Malecón de La Habana vieja, el pescador percibe con estupor que al teleóstomo apenas le queda la raspa.

En el relato que ayer tuve el honor de presentar, por encima del argumento en sí, me quedé en el "cómo" se transmitía al lector. "Chistianne sabía que ese día podía ser el de su último viaje". Así comenzaba el relato, con una mujer como protagonista, dispuesta a permanecer varios días en el océano, en principio sobre una patera y posteriormente agarrada a un tablón de su armadura. Chistianne transmite al lector la esperanza de sobrevivir, que constituye el eje central del cuento.

A mi entender, morir en la mar y ser escupido en la playa por el oleaje libre de resaca produce la misma grima que observar al casi transparente Paquito Sisamón, ese niño engurrumido y de tosecilla acompasada al que la niñera le llevaba todas las tardes al andén de la estación para que respirase humo de tren de cara al viento.

No quiero echar en olvido al tercero de los tres autores enumerados al principio de este blog. Augusto Ferrán escribió lo siguiente: Pasé por un bosque y dije:/"Aquí está la soledad..."/ y el eco me respondió/ con voz muy ronca: "aquí está"./ Y me respondió "aquí está"./ Y sentí como un temblor,/ al ver que la voz salía/ de mi propio corazón./

Esto de los relatos, como hacer ganchillo o embutir mondongo en la tripa, es cuestión de ponerse a escribir una tediosa tarde de domingo despues de haber tomado varias copitas de ojén. Lo malo es cuando, al pretender hacerlo bien para ganar el premio, nos ahogamos en el desbarajuste.

martes, 9 de diciembre de 2008

Tardá

El diputado Tardá ha gritado !muera el Borbón! y se ha quedado tan fresco. Más tarde, en un intento por arreglar el desaguisado, aclaró que quería referirse a Felipe V, o sea, al duque de Anjou. Servidor, que estaba casi dormido a la hora del telediario, entendió que el diputado Tardá había dicho ¡muera el Bourbon! en beneficio del "Cardhu" de toda la vida, el whisky de Scotland de 12 years, o como se diga. Y es que uno, que ya se ha tomado todo el vinagrillo de las tabernas del barrio, sólo bebe anís "Las Cadenas", de finísimo paladar, cuando hay algo importante que celebrar en familia, o con los amigos. Cuando eso sucede, procuro tomar sorbos pequeños, a lo cursi, poniendo el dedo meñique muy estirado a lo ¡arriba España! Sabe, no sé, como mejor. Lo del señor Tardá no debe de tener mucha importancia, según ha aclarado el presidente del Congreso porque, por lo que se deduce, lo hizo sin mala fe, en un arranque de acaloramiento nacionalista. Pero yo, aunque seguía medio adormilado en mi sillón de mimbre y cojines de cretona, apagué el televisor y miré por la ventana. Todavía no se escuchaban gritos ni se oteaba movimiento de turbas dispuestas a pegarle fuego la iglesia de Altabás. Me quedé mucho más tranquilo.