lunes, 31 de agosto de 2009

EL REY Y CAYO LARA

El Rey y Cayo Lara. La cara y la cruz de la misma historia. El Rey, con barba de varias semanas, como los progres de los años ochenta; Cayo Lara, afeitado como el banquero de Betanzos. La Corona y la República frente a frente, estrechándose la mano, como si ambos fuesen negociantes y acabaran de cerrar el trato de la venta de un caballo. En el vestíbulo de La Zarzuela ambos han dejado sobre un trinchante de caoba la pesada corona de oro y pedrería y el gorro frigio rojo, como de tela de tapete de billar.
--Los dientes los tiene buenos, maestro, y el pelo brillante.
--Sí, el animal parece sano, pero no sabemos si lanzará coces a diestro y a siniestro.
--Sólo a diestro, Majestad, que lo tengo educado. Tiene pedigrí, como el caballo de Atila y unos cojones como los del caballo de Espartero.
--Hombre, siendo así...
El Rey y Cayo Lara se entienden a la perfección. Ni el Rey es su augusto abuelo ni Cayo Lara es don Manuel Azaña. En los asuntos de la España de ahora no caben ni la simpatía hacia la figura de Miguel Primo de Rivera, ni la paz, la piedad y el perdón, implorado aquel 18 de julio de 1938 en Barcelona, cuando todo estaba casi perdido. La oligarquía de partidos ya la tenemos ganada de antemano. Con el Marqués de Estella se hicieron carreteras, institutos y calles, para dar trabajo a los obreros en paro. También se acabó con la sangría, económica y de soldadesca, en el Protectorado de Marruecos. Lo de Rodríguez Zapatero va por eso derroteros, pero sin golpes de Estado, sin protectorados que defender y con un agujero en cada bolsillo. Para guerras, lo que se dice guerras, ya tenemos la muestra del islote de Perejil y su victoria pírrica. El Rey y Cayo Lara, parece que se entienden. Ambos constituyen la imagen de España proyectada en un espejo.

sábado, 29 de agosto de 2009

EL MAGO DON PIRULO

Observando la foto de Burgos, en la que las ministras de Defensa y Sanidad, respectivamente, contemplan cómo se fabrican las grageas contra la gripe A, me viene al recuerdo las primas de Cuchifritín, maravilladas ante los progresos en su laboratorio de alquimista del mago Don Pirulo. Lástima que ya no esté viva Elena Fortún y que el suplemento infantil de la revista “Blanco y Negro” dejara de coleccionarse hace muchos años. Faltan en la foto Roenueces, Pepe, Pepín y Pepón, Don Oppas , los eternos personajes de Orbegozo, Bellón, Estebita, Areuger, Serny, Tilu, Masberger, y algún otro que ahora no recuerdo. Las primeras víctimas del virus H1N1, todos con patologías previas, por supuesto, ya suman una veintena de casos. Al Gobierno de España se le ha encendido la bombilla de Miguel Sebastián, supongo que esa bujía que yo todavía no he recibido, y se ha percatado de que nuestro Ejército cuesta más de lo que vale. Así, los hospitales militares, dada su baja utilización, son utilizados por convenio con el Ministerio de Trabajo para ubicar a pacientes civiles cuyas camas cruzadas ya no caben en los centros de la Seguridad Social. También, la creación de la Unidad Militar de Emergencia, nueva en esta plaza, por decirlo en el argot taurino, cumple misiones de importancia. Otra cosa es el análisis de sus resultados. De la misma manera, los infrautilizados laboratorios militares de las FAS, se usan con buen criterio para procesar genéricos contra el virus H1N1.
Pero, entre los “eureka” del mago Don Pirulo, y el asombro de las primas de Cuchifritín ante un agosto que está resultando ser el mejor mes en Bolsa desde 1993, regresa a Madrid Rodríguez Zapatero desde su retiro en La Mareta y, como quien reza un rosario con los misterios dolorosos, declara que la mejor medicina contra la recesión es aplicar la receta de más impuestos. Lo que no dice es que, entre marzo de 2008 y ese mismo mes de 2009, en España aumentó en 156.000 la nómina de funcionarios públicos; que la morosidad en las comunidades de vecinos se ha incrementado en un 30%; que los trabajadores españoles están pagando la avaricia financiera de las entidades bancarias; que el Banco de España acaba de poner coto a la obra social de las Cajas de Ahorros limitando sus aportaciones; que las provisiones de las Cajas aludidas han crecido en un 30% en el primer semestre; etcétera. Lo que tampoco ignora Zapatero es que la francesa Carrefour ha perdido en España gran parte de sus beneficios por los ajustes en las últimas rebajas, y que El Corte Inglés, el de Isidoro Álvarez, ha caído en picado en los últimos meses. Son dos indicadores importantes en la caída de consumo.
Hasta los monjes benedictinos del Monasterio de Rabanal del Camino, en León, se han marchado de España ante la presión vecinal y los tumultos callejeros de mediados de agosto, por la restauración de una iglesia románica en el Camino de Santiago. Vamos, una situación parecida a la que acontece en el argumento de “Clochemerle” por la ocurrencia de colocar unos urinarios. Los vecinos, en este caso, no consienten que a esa iglesia se le retire el reloj del campanario ni se recorte la plaza para dar más protagonismo a San Benito. El obispo de Astorga se ha enfadado. Sólo falta que amenace a los industriales pasteleros con no probar las mantecadas. Eso, a una mala, será lo de menos con tal de que no decida demoler el palacio de Gaudí y vender el solar al mejor postor. Mientras estas cuestiones transitan en nuestros dolientes andurriales, Desmond Tutu acaba de denunciar que los palestinos están pagando el Holocausto judío. Pues también es verdad. Toquemos madera para que el clero no nos haga pagar la Desamortización de 1837. Conocido es que los funcionarios de la Iglesia son capaces de todo con tal de mantener sus privilegios.

jueves, 27 de agosto de 2009

LITERHARTURA

Leo en los periódicos que Laura Espido Freire se pasa a la novela histórica. La ganadora en 1999 del Planeta con “Melocotones helados”, con sólo veinticinco años, como Antonio Prieto, y de trabajos espléndidos, ahora me viene a la cabeza “Irlanda”, donde se crean tiempos inexistentes, dijo en una entrevista que “inventar escribiendo resulta más sencillo que describir la realidad”. Pero resulta que Espido Freire cambia de rumbo y donde dijo digo, dice Diego. Entiendo que el arte de escribir con cierta compostura intelectual no necesite de soporte histórico alguno para el alcance de su objetivo, o sea, para contar historias. Huir de los tostones, de las pejigueras y de los tochos insufribles es el primer compromiso de cualquier lector que se precie. Y acumular dichos volúmenes en los anaqueles de la biblioteca casera denotan síntoma inequívoco de padecer los primeros ramalazos del síndrome de Diógenes.
Que yo recuerde, Camilo José Cela, por ejemplo, no se vio jamás en la necesidad de tener que utilizar ni planteamiento ni nudo ni desenlace en sus novelas, salvo en “La Familia de Pascual Duarte” y en “La cruz de San Andrés”, respectivamente, donde, según Ian Gibson, “el verdadero protagonista es el sexo: la ansiedad y la obsesión por el sexo”. (“Cela, el hombre que quiso ganar”, Aguilar, 2003, página 251). Para Cela, “novela es todo aquello que, bajo el título correspondiente, se escribe la palabra novela”. En el orvallo celiano de “Mazurca para dos muertos”, por ejemplo, se van desplomando lentamente, como en el conjunto de todos sus relatos y en gran parte de sus novelas, los rancios proyectiles de naranjero lanzados hacia el limbo por ver de fusilar la melancolía. Algo análogo transcurre en “Cristo, versus Arizona” y el “La Colmena”, por donde pasan delante de la vista del lector muchos actores sórdidos, y éste les percibe con ese aire de viandante ocioso e indiferente cuando decide sentarse a la mesa de un café y observar a la distinguida clientela. Lo mismo se cumple en sus artículos de prensa. Éstos se trazan como a carboncillo a partir de algo nimio: el anís, un lugareño raro, un quebrado paisaje...
Deslizarse hacia la novela histórica, a mi entender, posee sus ventajas. Cada alegato ya está servido de antemano en los retazos de las semblanzas. A partir de es premisa, que no es poco, sólo es cuestión de documentarse en lo ineludible, (tampoco mucho, para no cagarla), y soltar carrete hasta consumar cuatrocientas páginas. Es una técnica de marquetin que vende mucho en las estanterías de las grandes superficies, que es de lo que se trata, aunque cualquier parecido con la realidad sea pura casualidad. Eso no importa. Los mercaderes de objetos al detall son consecuentes de que los libros aglutinados, cuanto más gordos, mejor, se regalan en las onomásticas. Otra cosa distinta es que sean leídos por los receptores. Lo que cuenta es el detalle del presente bien envuelto en celofán, ya sea un epítome, una estatuilla de Lladró, o un collar para el perro. Las novelas históricas, además, tampoco requieren las horas de dedicación necesarias para documentarse como se cumple con el ensayo. No es lo mismo leer a Manuel Ayllón en “Yo, Fernando de Aragón”, o a Ángeles de Irisarri en “La reina Urraca”, que zambullirse de lleno en “El Greco”, de Manuel B. Cossío, en “Juana la Loca”, de Ludwig Pfandl, o en el “Enrique IV de Castilla”, de Gregorio Marañón.

martes, 25 de agosto de 2009

MIEDO AL CONTAGIO

Los padres se preguntan hoy si deben, o no, llevar a sus hijos al colegio por causa de la gripe porcina. Están sumidos en un mar de dudas. Los que como yo ya peinamos canas siempre íbamos a la escuela aunque cayesen chuzos de punta. Y recuerdo que lo pillábamos todo: la escarlatina, las paperas, el sarampión, la varicela, las liendres, la gripe asiática... Nuestros padres, que habían salido maltrechos de una tremenda guerra civil fueron conscientes de que sus hijos de algo tendrían que morir. De hecho, muchos chavales murieron de tuberculosis pulmonar, o se quedaron sordos por la estreptomicina, que era como la sombra de la perica aguzada del hombre del saco. En fin, más puntazos daba el hambre. Esos padres jóvenes, hoy tan preocupados por los posibles contagios de sus hijos, deberían ser conscientes de que la carretera se lleva más vidas chicas por delante y por detrás. Ahí están las estadísticas. Sin embargo, esos asépticos patriarcas no tiene reparo alguno en cometer infracciones de libro con tal de no ser cazados por los despiertos ojos de la Guardia Civil, ni en beber dos copitas de anís para celebrar el santo de la abuela antes de ponerse en ruta, ni pierden un minuto de su tiempo en revisar los neumáticos de sus utilitarios. Los ciudadanos de mi generación, los que casi sucumbimos en la folla del nacional-catolicismo y en la zozobra que nos producía pensar que podríamos palmar de repente en pecado mortal, salimos ilesos de aquel lóbrego lapso histórico. Nuestras ansiedades avanzan por otros derroteros.

viernes, 21 de agosto de 2009

LA "AGOSTIDAD" Y LA ALEVOSÍA

Con estas calores, los españoles nos subimos por las paredes por un quítame allá esas pajas. Hojeo y ojeo la prensa y, casi como si necesitase de una droga dura, me voy derecho a las páginas de opinión. De la casquería política se están cocinando unos platos como para chuparse los dedos. Es como leer la carta de Viridiana, ese restaurante de Madrid que dirige Abraham García. Hay menudillos para todos los gustos: madejas, callos, sesos rebozados, criadillas, asaduras, lechecillas gallinejas, riñones al Jerez, más propios de tascas que de restaurantes caros. Pero, bueno, iré al grano, que tampoco me tengo por esa señora de Bilbao que se hacía pasar por la marquesa de Parabere. Pero, en esta cocina completa, nos encontramos con que El Mundo, ABC y La Razón han aunado las críticas contra José Blanco tras haber sugerido que habría que subir los impuestos a los más pudientes para mantener las ayudas futuras a los más necesitados. Para esos diarios conservadores, para ese “trío de la bencina”, los españoles “sufrimos un engaño político por culpa de un Gobierno manirroto que ejerce una política trasnochada”. Pero uno de ellos, el ABC no auténtico, o sea, el diario de Vocento, ese que ya no depende de los Luca de Tena, ha ido más lejos. Antes, cuando lo dirigía Anson, cada vez que quería soltar lastre, se utilizaba la vieja fórmula: “de fuentes generalmente bien informadas, resulta que...”. Ahora, con Expósito, se recurre a una figura de dicción llamada sinécdoque, que consiste en tomar la parte por el todo, o sea, sacar de su contexto unas frases y armar la marimorena para crear falsa opinión entre los lectores, que deben ser cuatro y el de la guitarra. Y, una vez más, la han tomado con Bibiana Aido, ministra de Igualdad, donde un tal Javier López ha hojeado y ojeado una guía sobre sexualidad y ha llegado a la personal conclusión de que Aido aconseja a las adolescentes “abortar cuanto antes”. ¿Cuándo? ¿A los doce años? ¿A los trece? Pero, vamos a ver: eso es, o no es, casquería fina. Por otro lado, Juan Luis Cebrián, el académico de la Española, en referencia a la TDT de pago, echa leña al fuego cruzado entre Prisa y Mediapro. En este sentido, Cebrián, en referencia a Rodríguez Zapatero, le tilda de liquidar el pasado de lo que se ha llamado el felipismo dentro del PSOE, y de tratar de organizar su propio grupito de medios en torno a él, despreciando la libertad de mercado, considerando la decisión adoptada como “inconstitucional, inmoral e inadmisible”, además de haberse tomado con “agostidad y alevosía”. Este académico de la Española debería explicar a los españoles el significado de tal palabreja, y qué ocurre cuándo una medida se toma con “agostidad”, y, también, si ello equivale a ser tomado como motivo legal para recargar la pena correspondiente a un delito. En el Código Penal no consta y, consecuentemente, lo ignoro. Pero en la casquería del corazón también suceden cosas: la Esteban y la Campanario se odian, apresan a Coto Matamoros y yo qué sé... Como dice Manuel Martín Ferrand, “en tiempos de Franco, cuando algo no salía bien, se culpaba al contubernio judeo-masónico y a la pertinaz sequía”. Ahora lo tenemos más crudo. Más aún si las maldades humanas se rebozan con el pan rallado de la “agostidad” y se le añade unas gotas de la angostura de la alevosía. Entonces, según doña María Mestayer de Echagüe, la falsa marquesa de Parabere, tal vez tengamos un pan como unas hostias.

martes, 18 de agosto de 2009

MIEDO, O EL CULEBRÓN DEL VERANO

Lo sucedido en el viaje Zaragoza-Madrid de una línea de autobuses regulares, demuestra cómo anda el aceite de nuestro candil. Los españoles, capaces de copiar todo aquello que llega desde los Estados Unidos de Norteamérica, incluso lo que tiene de hortera, hemos copiado también el miedo. Y, cuando el temor a todo lo que se mueve se implanta en la sociedad, estamos copados. Tenemos miedo a perder el empleo, miedo a caer enfermos por la gripe porcina, miedo a salir de casa a determinadas horas, miedo al “qué dirán”, miedo a separarnos del rebaño, miedo a los inmigrantes sin papeles, miedo a que nos engañen en los comercios, miedo a los actos desaforados de nuestros alcaldes y ediles, miedo a los compañeros de trabajo que se dedican a trasladar cuentos a los jefes, miedo a que nuestros hijos lleguen tarde a casa los fines de semana, miedo a volar con determinadas compañías aéreas, miedo a la carretera, miedo a las subjetivas decisiones de los tribunales de justicia, miedo a que nos pueda dejar malheridos un paquete-bomba, miedo a pasar un fin de semana en San Sebastián, miedo a que se nos pase por olvido el pago de un recibo de El Ocaso y no nos entierren con las pompas de rigor, miedo a morir sin haber confesado los pecados del mundo y de la carne, miedo a las penas del infierno, miedo a hacer el ridículo, miedo a lo que pueda venir cuando se muera Franco...
--Pero, oiga, que Franco ya estiró la pata y aquí no ha pasado nada.
--Pasará, pasará... ¡Ay, ya lo creo que pasará! ¿Acaso no se da usted cuenta de lo que está ocurriendo con el clima? Eso sólo es un botón de muestra. Espere a que el Papa desprecinte el sobre lacrado que contiene el tercer secreto de Fátima. Ya me contará lo que acontecerá en este país cuando a Mariano Rajoy lo descabalguen en el próximo congreso de su partido, cuando quiten los crucifijos de las escuelas y cuando nombren a Jiménez Losantos director de El País.
--Hombre, no sé...

domingo, 16 de agosto de 2009

FIESTAS

No tengo nada en contra de las fiestas de los pueblos, aunque a mi entender habría que cambiar la filosofía de esas fiestas. Con una nación empobrecida y un Estado disgregado, bueno sería que las fiestas locales cambiasen de patrocinador, en muchos casos el ayuntamiento, e incluso de patrón, ese santo o santa a los que a veces se brindan honores de jefe de Estado sin necesitarlos. En este tipo de celebraciones, cuando la devoción al santo resta imaginación popular, es mejor evitarlas y dedicarse uno a la lectura de cualquier cosa, aunque se trate de la “Rerum Novarum” de León XIII. Está bien que corra el vino y se den suelta a las vaquillas, a los toros ensogados y a todo el “Rol de cornudos” celiano , que también ellos tienen derecho a divertirse, si son esos menesteres los que “colocan” al vecino o distraen a la concurrencia, pero toda fiesta bendecida con incensario, procesión y cura de por medio, es una fiesta gafada. Es como el "frikismo", por desgracia tan devaluado por culpa de internet. En algunos pueblos, a la hora e confeccionar el programa de actos, se hace una distinción clara entre fiesta religiosa y profana, como en las habilitaciones de las piscinas públicas en la época del nacional-catolicismo, o sea, señoras y caballeros. Ni juntos ni revueltos. Cada género en su sitio, como en las secciones del Corte Inglés, que mezclar bragas con calzoncillos no puede traer nada bueno. Esas cosas sólo quedan bien entre políticos, en los cupos para las listas.

jueves, 13 de agosto de 2009

TRES HECHOS LUCTUOSOS Y UNA QUEJA

Quiero hacer referencia en mi blog a tres hechos luctuosos ocurridos ayer en Aragón. De paso, también deseo formular una queja, haciendo bueno el dicho castellano de “ir por atún y ver al duque”. Pues bien, el primero de los hechos luctuosos referidos está relacionado con Panticosa (Huesca), donde ayer fallecía el vicepresidente segundo de Caja Guipúzcoa (La Kutxa), José María Aguirre, en accidente de montaña. Tenía 65 años, era natural de Ataun (Guipúzcoa) y economista de profesión. Sobre la vida política de Txato, de tormentosa metamorfosis, consta que fue en su juventud miembro de ETA político-militar, más tarde militante de Euskadiko Ezkerra y, posteriormente, del Partido Nacionalista Vasco y asesor de Ibarreche.
El segundo de los hechos luctuoso está relacionado con la muerte, en este caso por causas naturales, de Plácido Muñoz Colás, nacido en Aldehuela de Liestos (Zaragoza) en 1937. Plácido Muñoz abrió en 1957 una modesta tienda (“Casa Muñoz”) en el conocido “Tubo” zaragozano en 1957. Este hombre, con importante olfato para los negocios, fundó en 1962 “Galerías Primero”, la única cadena de distribución aragonesa durante el franquismo, que llegaría a tener 65 tiendas abiertas y 1.300 empleados. En 2004 decidió vender parte de su accionariado al Grupo Nozar y a Caja Inmaculada, hasta que en 2006 se desvinculó totalmente de la empresa, siendo nombrado por los nuevos propietarios Presidente de Honor. Pero Caja Inmaculada que, como el resto de las entidades bancarias de este país se encontraba atravesando una pertinaz sequía de “cash flow”, (teniendo que aumentar la partida de “provisiones” por la maldita conjunción hipoteca-ladrillo, y alejar de su vista, “míreme a los ojos, señor Rubio”, el Fantasma de la Ópera con rostro de Hernández Moltó), se vio en la necesidad perentoria de tener que deshacerse del “muerto”. Digo bien, del muerto, porque Galerías Primero era para entonces la moneda falsa de Estrellita Castro, con caracolillo incorporado o, dicho de otra manera, una apuesta a caballo perdedor. En 2008 salían los Nozaleda del laberinto. A esa familia, que abandonaba también los importantes proyectos en Panticosa, el ladrillo de Colonial les había caído de punta en el colodrillo. Una nueva luz se abría en el horizonte. La puñetera “patata caliente” había encontrado un posible comprador que aportaba capital francés: Sabeco. Pero, miren ustedes por dónde, cuando ya parecía que todo estaba atado, los franchutes se echaron para atrás. Finalmente, El Árbol, empresa de la competencia, con tentáculos en Castilla-León, aceptó el reto de su continuación en el negocio, eso sí, soltando lastre en las plantillas. Resultado: muchos despidos a la vista y menos superficie comercial. Tercer hecho luctuoso.
Y ahora llega la queja. Hoy, al mediodía, les prometo por Mafalda que todavía no había encontrado una sola línea de elogio funeral hacia la figura de don Plácido Muñoz en las páginas de “Heraldo.es”. Alguien que fue reconocido con la Medalla de las Cortes de Aragón en 1995 y nombrado Hijo Adoptivo de Zaragoza en 2001, no disponía de una sola línea en el diario de mayor tirada en nuestra Comunidad. ¿Por qué? No lo entiendo.
Aquí, algo huele a chamusquina.

miércoles, 12 de agosto de 2009

NOBLEZA OBLIGA

En mi blog de ayer, “Mentira justificada”, exponía que no podía comprender cómo Mará Teresa Fernández de la Vega había mentido a la prensa, señalando que su padre, don Wenceslao Fernández de la Vega y Lombán había sido represaliado por el franquismo. Rectificar es de sabios y nobleza obliga a aclarar en la medida de lo posible su afirmación a ese respecto. El pasado día 7 de agosto, la portada de “El Mundo”, bajo el titular “Hija de un alto cargo del franquismo”, publicaba en sus páginas interiores una entrevista a la vicepresidenta del Gobierno, coincidiendo con su quinto día de estancia oficial en Iberoamérica. El Congreso y el Senado de Paraguay se reunieron de forma solemne en el Palacio del Legislativo para abrir el Foro Internacional del Bicentenario, es decir, del segundo centenario de la independencia de ese país. En ese Foro, la vicepresidenta del Gobierno de España era la invitada de excepción. En un momento determinado, el moderador hizo un breve apunte biográfico de la señora Fernández de la Vega. Se limitó a presentarla como hija de un alto funcionario del franquismo. Fu entonces cuando la vicepresidenta rectificó al moderador señalando que su padre había sido un represaliado de la dictadura.
Y tenía razón. Pero sólo en parte.
Don Wenceslao Fernández de la Vega y Lombán fue un alto funcionario de la II República en 1937, luego depurado por el franquismo y, a partir de 1955, rehabilitado por el Jefe del Estado. Así, el 11 de noviembre de 1955, el Consejo de Ministros, a propuesta de José Antonio Girón de Velasco, fue nombrado delegado de Trabajo en Zaragoza, ejerciendo el cargo ya siendo sucesor de Girón en el Ministerio Fermín Sanz Orrio, hasta su destitución definitiva, el 18 de mayo de 1963, por Jesús Romeo Gorría.
Se sabe, como indicaba antes, que Wenceslao Fernández de la Vega fue nombrado por la República Delegado Provincial de Trabajo de segunda categoría en Albacete, el 16 de febrero de 1937, siendo funcionario de primera categoría Juan Achevarría Marcaida.
El BOE de 22 de enero de 1940 publicó la separación definitiva de servicio de Wenceslao Fernández de la Vega y Lombán como incurso en la letra a) del artículo 9, de la Ley de 9 de febrero de 1939, referida a las Responsabilidades Políticas. El apartado en cuestión hace referencia a haberse opuesto al Alzamiento de forma activa y a haber apoyado a partidos del Frente Popular. En el BOE de 8 de mayo de 1949 se publicó la anulación de dicha sanción, aunque se le aplicaba como pena la postergación de dos años en el escalafón, lo que suponía perder ocho puestos en el estadillo. (BOE, 14 de noviembre de 1949).
Como nota curiosa, seis días antes de su nombramiento como delegado de Trabajo en Zaragoza, aparece en el BOE un anuncio de la Dirección General de Obras Hidráulicas en la que se da cuenta de una autorización a doña Jimena Fernández de la Vega y Lombán para aprovechar aguas del arroyo Jerrero y Garganta de Bariza, en el término de La Adrada (Ávila) para la producción de energía eléctrica. Dicha señora, tía de la actual vicepresidenta, fue una de las primeras ciudadanas licenciadas en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela. Corría el año 1919.

martes, 11 de agosto de 2009

MENTIRA INJUSTIFICADA

Nadie debería renegar de sus antepasados, ni de sus ideas ni de sus profesiones, si es que las tuvieron. Y menos aún, avergonzarse. Personalmente, declaro que me siento demócrata y republicano. Pero no olvido ni me sonroja señalar que mi abuelo materno fue en vida monárquico hasta la médula y huésped en el barco-prisión “Alfonso Pérez”, donde hubo 171 asesinatos a bordo el día 27 de diciembre de 1936, y cuya lista nominal ya se encuentra en los foros de internet. Ramón Bustamante y Quijano escribió un libro sobre lo que él llamó “escenas del cautiverio rojo en Santander”, (“A bordo del Alfonso Pérez”, Editorial Tradicionalista, Madrid, 1939). No lo busquen, porque está agotado. De cualquiera de las maneras, el hecho de estar preso durante la Guerra Civil casi fue una situación “normal” en uno y otro bando. Peor llevo que mi abuelo fuese monárquico de Alfonso XIII, un rey que permitió la dictadura de Primo de Rivera y que llegó a decir a un periodista: “Yo en España ya tengo a mi Mussolini”. En esta insólita España de Frascuelo y de María todo es posible. A su nieto, al actual jefe del Estado a título de rey, lo puso Franco, parece ser que con la intención de “tenerlo todo atado y bien atado”, quedando afianzada su condición monárquica en el referéndum de la Constitución de 1968. Y, casualidades de la vida, uno de los preceptores de Juan Carlos de Borbón fue, si no me falla la memoria, Carlos Martínez de Campos, III duque de la Torre y jefe de la artillería rebelde durante la Batalla del Ebro. Lo que ya no puedo llegar a entender es cómo María Teresa Fernández de la Vega, actual vicepresidenta del Gobierno, a preguntas de un periodista durante su gira por Hispanoamérica, señalase que su padre sufrió represión durante el régimen franquista. A un político, que yo sepa, se le puede llegar a perdonar todo, excepto la mentira. Y la vicepresidenta del Gobierno mintió descaradamente. Se sabe que Wenceslao Fernández de la Vela, su padre, fue nombrado por Franco, a instancias de Girón, delegado de Trabajo en Zaragoza, en 1955. Por cierto, un comentarista de un diario conservador escribía hace pocos días que tal nombramiento político se lo debía don Wenceslao al ministro de Trabajo Romero Gorría, el mismo que vestía y calzaba en los gloriosos tiempos de Villar Palasí, Esteban Asunción, Samaranch y todo un largo rabo de figuras ejemplares, dignas de ser estudiadas por los escolares en los modernos textos de Historia de España, junto a Viriato, Martín el Humano, o don Favila.

lunes, 10 de agosto de 2009

CON LOS OJOS EN LA NIEBLA

Cuentan aquellos que tienen capacidad suficiente para saberlo, es decir, el CNI y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que el peligro de ETA sigue latente en la isla de Mallorca. En consecuencia, bueno sería que la Familia Real cambiase de ubicación durante los meses de verano. En primer lugar, por la seguridad de sus personas; en segundo, en evitación de tener que disponer el Estado ahora, en época de “vacas flacas”, de un enorme contingente de fuerzas policiales para “bunkerizar” la isla por tierra, mar y aire. Yo, a estas alturas del verano, ya no sé muy bien qué es lo que la banda terrorista se propone con los últimos asesinatos. ¿Un negro botón de muestra para “obligar” al Gobierno a la negociación con la banda? ¿Qué ahueque el turismo de nuestras playas con el consiguiente quebranto económico?
Y en medio de tanta sinrazón, con los políticos de vacaciones, las causas civiles paralizadas en los juzgados hasta septiembre, la gripe que viene, y los calores, uf, los calores, el español corriente, usted y yo, los que terminamos pagando todos los platos rotos vía impuestos, ni vemos cómo crecen los brotes verdes anunciados por la ministra Salgado, ni sabemos cuándo se bajará la persiana del taller definitivamente.
-El último que apague la luz.
Me temo que ya nos ha adormecido el exceso de “sidol” utilizado en sacar brillo a las aristas de nuestras desgracias. Como en la “Oración por un gudari”, de Javier Echevarrieta: “Borracho,/ con los ojos grises en las nieblas,/ marchando y cayendo...”
¡Rediós, qué trazas de melonar!

miércoles, 5 de agosto de 2009

CAPTADORES DE SUEÑOS

Cuando preguntas a los amigos qué les gusta de la televisión, enseguida te cuentan con aire circunspecto que ellos sólo acostumbran a ver la “2”, o sea, los vicios y virtudes del mundo animal y los informes de “A toda Plana” que duran hasta bien entrada la noche. Pero, si se te ocurre acercarte una atardecida hasta su casa por ver cómo se encuentran, entonces descubrimos que lo que les encandila es ver “Callejeros”. Y si vamos por la tarde con la intención de tomar café, ¡ay, entonces!, nos mandan callar cuando llega el turno de “Amar en tiempos revueltos”. Es como si un colega nos contase en la oficina que él sólo lee a James Joyce, a Marcel Proust , los ensayos de Jon Juaristi sobre el problema vasco y el mecanismo de la melancolía de Freud y Abraham y el efecto en el receso de la libido, cuando, en realidad, sólo se aplicara en la lectura de las novelas de Marcial Lafuente Estefanía, o de Rafael Pérez y Pérez, quién, por cierto, fue maestro de escuela en La Muela, ese pueblo zaragozano donde una tal Victoria Pinilla, alcaldesa del PAR, presuntamente ha causado más daño que la plaga de langosta.

Y es que al ciudadano que cambió la pana por el mono, que se sumergió en el torbellino de las hipotecas y que vota una vez cada cuatro años, disfruta cuando acomodado en el sillón de sus entretelas ve pasar otras vidas peores que la suya. Eso le hace sentirse más integrado en no sabemos qué. Y, también, hurgando y sumergiéndose en los lejanos años cincuenta en las secuencias de un eterno culebrón, cuando en el medio rural el hecho de no besarle la mano al cura, o saltarse por las buenas la misa dominical equivalía a ser tachado de rojo. Día llegará, a este paso, en el que volveremos al cine de barrio para llorar con “Las noches de Cabiria” o “El ladrón de bicicletas”. La televisión está consiguiendo que nos volvamos tiernos y de lágrima fácil a fuer de habernos convertido por culpa de las multinacionales en eternos cesantes subvencionados.

lunes, 3 de agosto de 2009

TRINIÁ, MI TRINIÁ

Elena Salgado fue la ministra que prohibió el tabaco en los lugares públicos, pero dejó lagunas. Ahora llega otra ministra, Triniá, la de la Puerta Real, carita de nazarena, con la Virgen Macarena, yo te quiero compará, y anuncia que, como eso del tabaco ya no se lleva más que en los países subdesarrollados, lo va a prohibir definitivamente en todos los lugares públicos. El que quiera fumar, que lo haga en su casa, o apoyao en el quicio de la mancebía. Se acabó el carbón. Los hospitales están abarrotados de obreros con enfisema en los pasillos y las cuentas de la sanidad pública no cuadran. Miren a Elena Salgado, que ni fuma, ni bebe, ni come, ni duerme, ni nada de nada, que ya parece la espina de Santa Lucía, o la hoja de culantrillo, que si la miras al trasluz se le pueden contar hasta los huesos de la raspa como a esas momas que pescábamos con los aparejos preparados por Godofredo en el puerto de Santander, entre los barcos, cuando los barcos atracaban frente al Paseo de Pereda, que ahora lo hacen en casa Cristo. Pues bien, como decía, Elena Salgado cambió de ministerio y, desde entonces, lo que pretende es dejarnos a todos los españolitos más secos que la mojama a fuer de sacudirnos los bolsillos. Por cierto, lo del consumo de tabaco también le ayuda, por los impuestos que generan las ventas de cajetillas y de puros habanos, esos vegueros que nos regalaban los padrinos en bodas, bautizos y comuniones y que siempre se terminaban rompiendo en el bolsillo del traje. ¿Ustedes imaginan a González-Ruano elaborando su artículo diario en la mesa de café sin la compañía del humo de su cigarrillo? ¿O a Cela, caminando por La Alcaria sin su petaca? Yo, no.