miércoles, 15 de septiembre de 2010

El viaje a Melilla

Abbas el Fassi, que es el equivalente a Zetapé en el Reino de Marruecos, se ha enfadado como un antropoide con la visita a Melilla que tiene prevista para mañana Mariano Rajoy. El señor Abbas el Fassi se ha rebotado y ha tachando de “provocación” el hecho de que el gallego y su cuadrilla hagan el paseíllo en una plaza de Soberanía –que no de toros—sin la adecuada enfermería. Mariano Rajoy torea de salón en “un agridulce bosquejo entre caricatura y aguafuerte”, que diría Cela, otro gallego fetén que supo mojar los pinceles, o su pluma, allí donde le facilitaron cuartilla en blanco. Y en Melilla se encontrará mañana Rajoy y su séquito entre moros de la morería, españoles de todos los colores, clarines que devuelven el toro al corral y, también como decía Cela, “damas catequistas y sus nenes insurrectos”. En Rabat se espera con impaciencia la visita del Rey de España, para que hable con su primo Mohamed sobre cómo calmar la otra crisis, la crisis de nunca acabar. Pero esa visita tendrá que esperar. Rajoy que como María Cristina, nos quiere gobernar, irá mañana a ese pedazo de España en África. Me temo que no ha metido en su maleta ni bombachos ni casaca ni fez rojo ni un disco de Emilio el Moro para amenizar el viaje. Y con esa pinta desgarbada y ese color en la barba que no acompaña al pelo de su cabeza, hasta puede recibir insultos y desplantes. En otros tiempos hubiera producido un cierto golpe de efecto haber podido llevar bajo el brazo un ejemplar de “España de Tánger” al bajar de las escalerillas del avión, pero se nos murió Eduardo Haro Tecglen y también su periódico. A Tánger ya no acuden millonarios excéntricos ni espías de prestigio ni contrabandistas de armas. Pero a Melilla marcha mañana Rajoy dispuesto a recordar el Tratado de Wad-Ras de 1860, a saludar a la legión de votantes al PP y a pasear con Juan José Imbroda entre edificios modernistas. Abbas el Fassi ya cuenta con el permiso necesario para hacerse el haraquiri.

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