viernes, 8 de octubre de 2010

Pareja de ases

Vargas Llosa y Javier Cercas son los auténticos merecedores de estas modestas líneas. Conseguir el Premio Nobel de Literatura y el Premio Nacional de Narrativa 2010, respectivamente, deben llenar de orgullo a cualquier ciudadano de bien. Ambos tienen la nacionalidad española. De Vargas Llosa ya se ocupan todos los medios del mundo en estos momentos y no considero oportuno redundar en los entresijos de su personalidad. A Cercas lo tengo más próximo, más a mano. En su último trabajo, “Anatomía de un instante”, hace referencia según sus propias palabras al “último gesto épico de la historia de España”, el que se produjo el 23 de febrero de 1981 con la irrupción violenta de Tejero y de un rabo de guardias civiles en el Congreso de los Diputados. En “Soldados de Salamina”, publicada en 2001, Cercas toma como protagonista al falangista Rafael Sánchez Mazas, que escapó el 30 de enero de 1939 de un fusilamiento en masa junto a tres soldados republicanos, escondiéndose en el santuario de Santa María de Collell. A partir de ese hecho, Cercas confecciona la trama de su novela, trasladada al cine dos años más tarde de la mano de David Trueba. Este personaje, curioso como nadie, llegó a ser ministro sin cartera entre agosto de 1939 y agosto de 1940. Abandonó el alto cargo por propia iniciativa, sin llegar nunca a ser oficialmente cesado. Según parece, se retrasaba con frecuencia a los consejos de ministros que, como es bien sabido, se celebraban semanalmente en El Pardo. En un momento dado, Franco mandó que retiraran su sillón y a la última sesión tuvo que asistir de pie. Franco le dijo que no era necesario que volviera más. Y así lo hizo. Sólo meses antes, en febrero de 1940, había sido elegido miembro de la Real Academia Española. Uno de sus hijos, Rafael Sánchez Ferlosio, casado con Carmen Martín Gaite, consiguió con “El Jarama” el Premio Nadal en 1955, donde narra dieciséis horas de un mismo día de once amigos durante un domingo de verano en tres lugares diferentes: en el Jarama, en la arboleda próxima al río y en la taberna de Mauricio. En 2004 se le concedió el Premio Cervantes y cinco años más tarde, el Premio Nacional de las Letras Españolas.

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