miércoles, 17 de noviembre de 2010

Una ministra con poco rendibú

Si todos hiciésemos caso a la ministra González-Sinde cuando dijo aquello de “no hagan el papel de opinar los que no son expertos”, nuestros políticos estarían listos. Así, el secretario de Organización del PSOE, Marcelino Iglesias, hubiese hecho bien en callarse sin antes aprenderse en qué año se descolonizó el Sahara por parte de España; la ministra de Asuntos Exteriores, Jiménez, a la que le ha desbordado el tema de Marruecos como un tsunami, debería tomar clases de Moratinos, ese maestro Ciruela de lágrima fácil, antes de defender a capa y espada lo que hasta hace pocas fechas denigraba en manifestaciones callejeras; la ministra Pajín, otra que tal baila, no debería visitar un sanatorio sin antes conocer in situ cómo se “soporta” con el estoicismo necesario ese tiempo indefinido que algunos pacientes ingresados en sórdidos hospitales permanecen en unos pasillos llenos de corrientes y de sábanas sucias; Rodríguez Zapatero, antes de opinar de Economía, debería haber tomado clases del ex ministro Sevilla para no hacer, como ha hecho, el ridículo más espantoso en Europa; etcétera. A la ministra González-Sinde habría que recordarle que Javier Bardem, la vecina del cuarto izquierda, o servidor de ustedes, podemos hacer el papel, como ella dice, de opinar sobre aquello que nos venga en gana, o que nos salga de la parte más ancha y sabrosa del cebollino. Lo que ni Bardem ni la vecina de arriba ni servidor de ustedes nos vamos a creer es que Pérez Rubalcaba se haya quedado con la copla que le ha cantado con rumor de barcarola su homólogo Taïb Cherkaoui. ¿En qué es experta González-Sinde? ¿En hacer discursitos en contra de las descargas gratuitas de archivos? ¿De verdad considera que se pone en peligro la supervivencia del cine español? Por lo que veo, esta ciudadana aún no se ha enterado de que el cine español, del que ella come, está subvencionado con el dinero de todos los españoles por la sencilla razón de que no vende. Escuche, ministra, usted es especie política de muy apagada iniciativa, conque déjese de aleccionar a nadie. Infunde poco rendibú en el cine, en la política y en su rara manera de entender la cultura.

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