viernes, 17 de diciembre de 2010

Instituciones deshilachadas

El viejo profesor Timoteo Gavilanes me comentaba ayer que la felicitación navideña de la Casa Real de este año dice poco. En ella aparecen dos niñas, las hijas de los príncipes de Asturias, con mucha camomila en el pelo, sana dentadura y unos retales de cretona tapándoles el cuello. Bueno, pues muy bien. Nada que objetar. Lo que ya no sé es qué opinarán al respecto los receptores de tal felicitación. Timoteo se alegra de que la nueva ortografía sobre tratamientos reales, al ser adjetivos, no necesiten que se escriban con mayúsculas, salvo en la “canela fina” de Anson y en el “Libro de Estilo de ABC” publicado durante la etapa decadente de los Luca de Tena, donde todavía se la cogían con papel de fumar. Los de Vocento continúan con esa práctica de respeto, conocedores del talante de los destinatarios finales de ese diario. El año termina mal, como Pachorras en Pastriz, o como Cagancho en Almagro. Se nos deshilachan las instituciones del Estado con la pertinaz crisis provocada por unos bancos avariciosos y la modorra instalada en la gobernanza, que obliga a que el 20 % de los jóvenes no puedan emanciparse y que Cáritas se encuentre desbordada ante las demandas de ayuda. El asesino de Olot parece que ya se encuentra “más tranquilo” tras haber ajustado cuentas y Carmen Cervera empieza a perder la paciencia respecto a la prórroga de su colección de pinturas cedida al Estado, sabedora de que el 15 de febrero termina la prórroga. González-Sinde, presidenta del Patronato del Museo Thyssen, no sabe, no contesta, lo está pensando… La ministra Chacón continúa sin dar fecha a la salida de las tropas españolas en Afganistán. “Capitán, mande firmes”. Chacón, sumisa como una doncella con cofia, hará lo que le ordenen los Estados Unidos, si hacemos caso a las filtraciones de Wikileaks. Mi viajo amigo Timoteo sabe que los actuales ministros admiten patadas en el culo y encima dan las gracias. Les falta casta.

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