domingo, 9 de enero de 2011

Soplando el matasuegras


El Gobierno debería darse cuenta de una vez que la subida de los impuestos en el precio de los carburantes y en los del tabaco no alivia nuestros males, sino que los empeora. De hecho en España se está produciendo un estancamiento en el crecimiento económico y una galopada de la inflación que se acerca al 3%. Es lo que los economistas denominas como estanflación. Y en esta situación casi de “emergencia nacional”, al Gobierno de Zetapé no se le ocurre otra cosa que donar con cargo al “maestro armero” otros 27 millones de euros a fondo perdido a UGT y CC.OO. en un intento de disipar el fantasma de otra huelga general. Como bien se apuntaba en las páginas de “Expansión: “El miedo a un inminente rescate de Portugal ha devuelto las tensiones a la zona euro y ha situado de nuevo a España, cuya prima de riesgo se elevó ayer hasta los 265 puntos básicos, en primera línea de fuego”. Pero ante este incierto panorama, curiosamente, el Gobierno se frota las manos. Según cuenta Fernando Fernández en las páginas de ABC, “acabar con una tasa del 2,9% en plena recesión y con el consumo privado en mínimos es preocupante. La inflación complica la vida a familias y empresas y aumenta el malestar económico. El índice de miseria económica, la suma de la tasa de desempleo y de inflación, aumentará en 2011 y eso tiene innegables efectos políticos. Pero no todo es negativo, un poco de inflación hace más digerible la necesaria caída de los salarios reales y facilita el ajuste de la economía española. Y sobre todo es un maná para el gobierno porque los ingresos públicos crecen con el PIB nominal mientras que los gastos suelen hacerlo con el PIB real. La diferencia, la tasa de inflación, es un impuesto silencioso, indoloro aunque socialmente injusto, que facilita la reducción del déficit y permite licuar la deuda pública”. Para Luis de Velasco, “este año el crecimiento de la producción será de medio punto y no se creará empleo. Las tensiones sociales previsiblemente crecerán, incluso en una sociedad anestesiada y desestructurada como la española, incapaz de movilizarse”.Aquí, según se desprende de los datos de control de medios, ha perdido fuelle hasta el discurso navideño del Rey. Estamos convirtiendo a España en un territorio de ciudadanos hartos. Para Manuel Martín Ferrand, “por el camino del Estado de Bienestar, una hermosa formulación teórica que esconde el fomento de la holganza y la irresponsabilidad, terminaremos por crear un cuerpo de asistentes sociales que nos visite, antes de dormir, para arroparnos en la cama y, después de hacernos beber un vaso de leche templada, besarnos la frente”. Y en esas estamos,impasible el ademán, viéndolas venir y soplando el matasuegras.

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