sábado, 19 de febrero de 2011

Esto no aguanta


Estos días se comenta en la prensa el llamado “síndrome del pato cojo” que sufre Zapatero. Emilio Campmany comenta en su blog que es el síndrome que padecen los presidentes de Estados Unidos cuando éstos permanecen en el cargo hasta que son reemplazados por el nuevo presidente electo. Ignacio Camacho, en ABC, sale con la misma cantinela. “Esto no aguanta –señala Camacho- y lo que más ha dañado su prestigio (refiriéndose al presidente) son sus continuas rectificaciones. Consecuencia de su ignorancia, de su falta de estudio y de los consejos de un equipo mediocre”. Ante semejante panorama, los españoles ya hemos asumido que Rajoy se convertirá en el próximo jefe de Gobierno. Es el necesario “Deus ex machina” que se origina en el teatro griego y romano, cuando una grúa introduce una deidad proveniente de fuera del escenario para resolver una situación. Es el mismo “Deus ex machina” que surge siempre en las películas de indios cuando, en una situación desesperada y a punto de terminar en tragedia, aparece por un camino al galope el Séptimo de Caballería para poner orden en las cosas. En esta larga agonía, los barones del PSOE, casi todos ellos barridos y ocultados bajo los felpudos de la indiferencia, reaparecen en escena; y algunos de ellos (Leguina, Rodríguez Ibarra, etc.) “largan” en las emisoras de radio lo que no se hubiesen atrevido a decir en tiempo de vino y rosas. Para Camacho, “Zapatero parece decidido a apurar el mandato por el prurito personal de no admitir el fracaso y porque ‘los mercados’ —léase la señora Merkel— pueden haberle desaconsejado el adelanto de elecciones para no detener el ritmo de reformas, pero en la propia izquierda está creciendo la sensación de que la actual escena no da más de sí”. ¿Y qué pasa con Rubalcaba? El ‘caso Faisán’ ha terminado con su carrera política. El diputado Ignacio Gil Lázaro, tanto desde su escaño en el Congreso como desde su ventana abierta en el programa “El gato al agua” se ha convertido en una sombra siniestra que le persigue como un mal sueño, sólo comparable con el que tuvo que soportar el doctor Richard Kimble mientras era perseguido por el teniente Gerald en la teleserie de “El Fugitivo”. La diferencia es que lo que aquí acontece no es ficción. Ni Pérez Rubalcaba ni Gil Lázaro son los actores David Janssen y Barry Morre, sino dos políticos demócratas en ejercicio en un Estado de derecho.

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