sábado, 12 de febrero de 2011

Golfos


Leo que ha sido detenido en Moriles un tipo por robar aceitunas. Enseguida me ha venido a la cabeza el conocido chiste de la España profunda sobre aquel gitano al que echó el alto la Guardia Civil en un camino, para que les informase sobre qué llevaba en aquel saco. El gitano en cuestión les dijo que llevaba cosas suyas. Pero el sargento de la Benemérita, que no se fiaba ni un pelo, obligó al gitano a enseñar lo que llevaba al hombro. Resultó que el gitano llevaba olivas que había sustraído en una finca próxima. El sargento, muy enfadado, le comunicó al ladronzuelo que le iba a meter las olivas por retambufa. Al gitano le entró un ataque de risa que enfureció aún más si cabe a aquel sargento de frondoso mostacho, tricornio de correría con cogotera, barbuquejo, naranjero, morral, capa verde hasta el tobillo y cara de contar con pocos amigos. “¿Puedo saber de qué puñetas se ríe usted?” -le preguntó el sargento al gitano-. “Verá, señor guardia, -le respondió el gitano- es que resulta que el compañero que viene detrás trae melones”. En el caso del rumano, con iniciales M.I.D., que intentó acelerar la “fragoneta” cuando le echaron el alto, se le va a tener más en cuenta el hecho de ser el autor de un delito de conducción temeraria que la simple falta por hurto en el robo de aceitunas. Pero, si les digo la verdad, es posible que lo del hurto de olivas, del gitano y del rumano, ni es hurto ni es nada. Sólo, si me apuran, se trataría de sendos casos de acuciante necesidad. Otra cosa es lo que cuenta Antonio García Barbeito en su columna de ABC-Sevilla. Dice García Barbeito, haciendo hilo con el vergonzoso caso de Mercasevilla, que “aquí hay alcaldes -de izquierda y de derecha, conste, que no venga nadie presumiendo de virginidad- que han convertido el bastón de mando en vara de mago y han salido ricos. Pero aquí nos conformamos con hacerles un chiste”, al gitano, al rumano y a los golfos de los ERE, que ya son legión.

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