martes, 1 de febrero de 2011

La lengua hablada y el congrio, que tampoco es mal ave


La Academia de L’Aragonés ha hecho determinadas propuestas. Su presidente, Manuel Castán, me recuerda de alguna manera a Sabino Arana, aquel cazador de “maketos” que además de inventar una bandera, la ikurriña (sobre fondo rojo del pendón de Vizcaya, colocando la cruz de San Andrés, tomada de las aspas en sinople del escudo de los condes de Haro, descendientes de Juan Zuría), fantaseó la Gramática vasca del modo que le vino en gana, dando el mismo valor a la letra G, sin que importase que vocal le siguiese a continuación, no utilizando ninguna V y siempre recurriendo a la B. Tampoco gustó de la C ni la Q, ya que sólo hay Z y K. A los legos en la materia, entre los que yo me encuentro, y a salvedad de algún tipo de complejos, les recomiendo la lectura de “El bucle melancólico”, de Jon Juaristi. Este hombre gana mucho cuando escribe. Pues bien, en lo que respecta al dialecto aragonés, Manuel Castán sugiere, entre otras cosas, que se respete la etimología de las palabras “aunque en casos como B ó V (y eso lo traslada hacia los aragoneses del común con la maestría del catecismo Astete) se utilizará la B cuando no se conozca o se tengan dudas. Con respecto a la H, se ha decidido conservar todas las etimológicas en todos los grupos de palabras. Con esto se salva la grafía internacional de helenismos, extranjerismos y cultismos latinos. Con la C y Z se ha decidido establecer dos grafemas con distribución similar a la castellana, aunque con una lista de excepciones como zero, azimut o alazet. Tampoco, sigue señalando, habrá obligación de utilizar tilde en ninguna palabra, aunque recomienda su utilización en tres casos puntuales: las agudas, los hiatos y algún acento diacrítico, etcétera. Ya existió un periodo corto de tiempo, durante el siglo XIX, en el que se consideró que todo debería escribirse con B, suprimiendo la V de los escritos. Verbigracia: González Brabo, político y gran protector de Bécquer. Eso sí, Castán aclara en su “aportación académica” que el alfabeto aragonés es similar al castellano, sin la inclusión de la Ñ, y que también cuenta con cinco vocales, excepto en el benasqués, que dispone de siete. Ahora sólo falta que este nuevo dialecto aragonés, corregido y aumentado, sea impuesto en las escuelas de Primaria, además del inglés y del alemán (indispensable este último idioma para poder emigrar con éxito asegurado a la Bundesrepublik Deutschland de Ángela Merkel, suponiendo que el aspirante a empleo sea ingeniero industrial, de buen ver, con el pelo a lo “corte parisién”, los ojos azules y no blasfeme ni hable de política. Lo que ya no te cuentan los reclutadores de talentos es que el idioma se las trae. Los nuevos emigrantes deberán saber que, además de las 26 letras estándar, el alemán cuenta con tres vocales con diéresis, es decir, ä, ö y ü, así como la Eszett o scharfes S (s fuerte) ß. En consecuencia, como don Sabino murió jovencito, no estaría de más que los nuevos fichajes emigrantes se llevasen, además de la maleta de ruedas (las de madera las llevaron nuestros padres en tiempos de Franco), a Manuel Castán, para que dé un repaso a esa lengua tan dificultosa y la adapte a nuestra jerga cheli. Si les digo la verdad, todos saldremos ganando: por un lado, nuestros jóvenes licenciados durante su estancia en Stuttgart, o en Freiburg; por otro, los alemanes de Alemania (que también hay alemanes de los cojones), cuando vengan a Marbella o a Torremolinos para descansar tomando el sol y ahorrando parné, a ponerse hasta el gorro de sangría y a disponer a tutiplén de la mejor sanidad de nuestro entorno europeo de forma gratuita.

No hay comentarios: