sábado, 5 de marzo de 2011

Todo tiende a la estratificación


Hasta hace muy pocos días, en este país sólo se hablaba de la ley antitabaco. Los hosteleros vaticinaban la ruina a corto plazo de sus establecimientos. De momento, los ciudadanos continúan tomándose su cañita con pincho de tortilla a eso del mediodía y aquí no ha pasado nada. Pero tal preocupación por los negros augurios de aquellos que están detrás de una barra ha quedado sustituida por otro desasosiego hispano, el que se manifiesta por los sufridos conductores ante la obligatoriedad desde el próximo lunes de tener que circular como máximo a 110 kilómetros a la hora en las autopistas de nuestra piel de toro. En ese sentido, quiero hacer referencia a un artículo, “El gasógeno de Zapatero”, publicado por Manuel Martín Ferrand en República de las Ideas.es, donde señala, y señala bien, que “si al Gobierno, que ya tiene demostrada su total incompetencia, le quedara algo de vergüenza torera, habría justificado el límite de los 110 con razones de seguridad vial, tan inconsistentes como las del ahorro energético, pero mucho más nobles en su aspecto e irrefutables en su argumentación. Sospecho que si no ha sido así es porque el ya políticamente consumido Sebastián – desertor como jefe de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid – es más bizcochable para el ridículo público que Blanco o Rubalcaba”.El Gobierno supone que un enfado ciudadano superpuesto sobre el anterior consigue que sólo se hable del último. Todo tiende a la estratificación. Y mañana, otra posible pataleta generalizada por cualquier medida gubernamental más peregrina obrará el milagro de que un nuevo debate nacional minimice los anteriores.

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