martes, 21 de junio de 2011

Entre zorrosclocos anda el juego


Acostumbro a leer con detenimiento los artículos que Serafín Fanjul escribe en Libertad Digital y en el resto de los medios. Hoy, martes, leo una “tercera” de ABC, “Para qué sirve una Academia”, donde Fanjul comenta cuestiones que personalmente considero muy interesantes: por ejemplo, cuando el Ayuntamiento de Cáceres resolvió cambiar el nombre de una calle (“Héroes de Baler”) por desconocimiento, tras considerar en un pleno de ese consistorio que el rótulo en recuerdo a los últimos soldados españoles en Filipinas tenía tufillo franquista; o cuando un erudito a la violeta reclamaba a la rosa de los vientos la retirada del escudo de los Reyes Católicos en la fachada de la Real Chancillería de Granada, que data del siglo XVI, por contener el águila rampante de san Juan y yugo y las flechas. Pero, pese al interés con el que siempre leo los comentarios de Serafín Fanjul por la autoridad que representa la persona de este ilustre lucense, catedrático de Estudios Árabes y miembro electo de la Real Academia de la Historia, debo reprocharle, aunque sin deseo de ofenderle, ciertas afirmaciones relacionadas con el nuevo Diccionario Biográfico de la RAH, costoso tanto en el esfuerzo de muchos colaboradores de prestigio indiscutible como en el dinero salido para su confección de las arcas del Estado. Fanjul hace referencia en su articulo de ABC “a la tónica dominante en noticieros y tertulias” por las referencias que en dicho Diccionario se hacen con respecto a la figura histórica de Francisco Franco. Soy consciente, y en eso estaremos todos de acuerdo, en que no se puede ridiculizar todo un trabajo de equipo donde se da cuenta de 43.000 biografías, 5.500 colaboradores y doce años de esfuerzo colectivo. A nadie se le escapa que existen fallos de explicación al referirse a la vida y obra del dictador Francisco Franco (no sé si sucederá algo similar con Arias, Carrero, Queipo, Yagüe, etc.) que han indignado a muchos españoles de cualquier clase y condición. Fanjul adopta una actitud airada, tanto en éste como en otros medios. Así, en Libertad Digital, el pasado día 15, bajo el epígrafe “El circo perpetuo”, Fanjul, refiriéndose a la diputada Cristina Cifuentes, del PP, manifestando “falta de seriedad”, comenta: “¿Qué sabrá esa tropa ágrafa, que vive de tópicos y vulgaridades del día a día, acerca de lo que se hace en la Academia?”, para terminar con una postdata en la que invita a que se busque en el diccionario de la RAE la palabra zorrocloco. Personalmente ya la he consultado sus dos acepciones académicas. La primera de ellas, la que aquí interesa, hace referencia a “hombre tardo en sus acciones y que parece bobo, pero que no se descuida en su utilidad y provecho”. No sé, Fanjul sabrá. Lo que ya me preocupa más en su artículo de hoy es una referencia concreta que no quiero pasar por alto. Dice: “El nuestro es un país contradictorio en el que coinciden lo mejor y lo peor del intelecto humano. Y peligroso, con la ligereza entronizada como norma, por estar todo prendido con alfileres: un incidente inesperado puede torcer gravemente nuestra historia produciendo daños irreparables (para qué volver sobre el 11 de marzo?) (…) Y de ahí los destrozos de la era Rodríguez”. En este punto es donde resbala Fanjul. Con su expresión “incidente”, ¿se refiere Fanjul a la tragedia de los trenes madrileños, con 191 ciudadanos muertos y más de 1.500 heridos? ¿Eso es para Fanjul un incidente? Con lo de “torcer gravemente la historia”, ¿se refiere Fanjul a la clamorosa derrota de Rajoy en las urnas por las mentiras mantenidas por Aznar? No sé, escribe Fanjul, ya terminando su articulo de hoy, que “En una España en la que la alta cultura va siendo arrinconada por la banalidad y por una tecnología convertida en un fin en sí misma, como negocio que es, cumple recordar que, tal vez, el principal escollo de la IIª (sic) República lo constituyera haber sido propiciada por intelectuales metidos a políticos, en tanto uno de los primeros problemas de la España presente reside en el lamentable nivel cultural de quienes pretenden traer la IIIª (sic)”. ¡Chupa del frasco, Carrasco!

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