jueves, 28 de julio de 2011

El amuleto de la suerte


Lo cierto es que cuando se viaja en tren, el viajero tiene la sensación de que el paisaje también se mueve. Es un simple efecto óptico. Y cuando escuchamos eso de “gobierno crepuscular”, que dice Rajoy, los ciudadanos que ya tenemos algunos años asociamos la expresión a aquella canción de Jorge Sepúlveda, “Mirando al mar”, que tanto gustaba a nuestras madres: “Bajo el palio de la luz crepuscular / cuando el cielo va perdiendo su color / quedo a solas con las olas espumosas / que me mandan su frescor”. Rajoy ve el país paralizado por una simple razón, porque él no se mueve. No está en la inercia de la política. Espera sentado en la silla que le asignó Aznar bajo la higuera a que caiga el “gran payé” por la fuerza de gravedad. Pero Rajoy debería saber, que para eso es gallego, que la sombra de la higuera trae mal fario. Si hacemos caso a lo que cuenta Félix Molina-Téllez en su libro “El mito, la leyenda y el hombre”, parece ser que los guaraníes, esos respetables habitantes de la Indias Occidentales a quienes los advenedizos españoles, siempre propensos al menosprecio del semejante que considera inferior por su raza, apodaron como carios, chandules, chandrís y landules, vieron que en la higuera habitaba una especie de alma o fantasma que periódicamente producía quejidos. Todavía mantienen que florece en Viernes Santo y que da una sola flor muy codiciada como gran payé, especie de amuleto para la suerte. Pero Rajoy que, atribuyéndolo a un “efecto estadístico”, desprecia las últimas encuestas del barómetro del CIS en lo que respecta al otro efecto, el “efecto Rubalcaba”, todavía no se ha enterado de que el “gran payé” florecerá, si el calendario no cambia, el próximo Viernes Santo, es decir, el 6 de abril; y que para entonces ya habrá pasado su cáliz, o sea, las elecciones generales. La idiotez política, si hacemos caso a Voltaire, es una enfermedad extraordinaria, ya que no es el enfermo el que la sufre, sino los ciudadanos. En consecuencia, deberíamos aplicarnos el cuento.

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