sábado, 9 de julio de 2011

Pasar página


Aunque hoy tenía intención de continuar en mi blog con la tercera etapa de ese “Rol de mequetrefes”, que tanto daño causó tanto a la economía de España como a nuestra dignidad como españoles durante la etapa de Felipe González, he decidido no tocarla más, que así es la rosa. Ahí están las hemerotecas para que puedan servir de análisis de un personaje con claroscuros, responsable final subsidiario de aquella vergonzosa situación, que ahora se permite prescribir consejos al presidente Rodríguez Zapatero como si fueran las “píldoras del doctor Negrín”, pero sin admitir la reciprocidad, o sea, sin permitir en ningún caso críticas a su persona. Como en el dicho, consejos vendo, que para mí no tengo. Pero el plato del día es que Alfredo Pérez Rubalcaba deja el Gobierno y será hoy proclamado aspirante del PSOE para las próximas elecciones generales a la presidencia del Gobierno. Supongo que en el ánimo de Pérez Rubalcaba no está intentar ganar a Mariano Rajoy al “sprint”, cosa que parece casi imposible, sino que tratará de “amortiguar” el descalabro socialista mayor de su historia, que ya se ve venir. Los socialistas, ahora con vino peleón y rosas degolladas, se han querido subir al carro de los “indignados” en un vano intento de tratar de “amarrar” los futuros votos de una famélica legión desesperanzada. Pero el PSOE poco puede ofrecer en la actualidad a esos cinco millones de desesperados que desean un cambio, por supuesto que a peor, y que, paradójicamente, algunos de ellos entienden como “Ejecutivo salvador”. Doy por hecho, en el supuesto de que se acabe la Legislatura con los idus de marzo, que una política de corte neoliberal amansará a unas “fieras de tienda de campaña” y a unos incautos del “vuelva usted mañana” en los tajos a fuer de humillaciones. Ya lo hizo Franco cuando a los supervivientes del Naufragio Nacional, pese a aquel claro secuestro de las libertades que duró casi cuarenta años, les entró un “síndrome de Estocolmo” generalizado de difícil entendimiento, como quedó demostrado con los vítores en todas las plazas públicas a aquel dictador y asesino de mierda. Los errores siempre se pagan a muy alto coste. Conviene tener cuidado con los cantos de sirena, semejantes a los que salen del interior de ese búnker que abandera un tal Aznar desde la sombra y a los corifeos de determinados medios de comunicación (más pendientes del “OJD” que del respeto a los lectores, a los que se deben) aunque, eso sí, siempre interesados en hacer labor de zapa; donde se antepone el provecho de unos pocos a lo que debería ser evidente, es decir, el interés social generalizado.

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