sábado, 13 de agosto de 2011

Agosto


Pronto se conmemorará el 75 aniversario de un trágico episodio histórico que debería avergonzarnos, el asesinato de Federico García Lorca. Hace dos años se rebuscó en Alfacar no sabemos qué. En aquel sainete triste, como nos recuerda hoy Ángel Munárriz en el diario “Público”, sólo aparecieron dos roñosas latas de atún y una de coca-cola. ¿Quién habrá perdonado a sus asesinos? ¿Tal vez Rouco Varela a título póstumo? ¿El canónigo penitencial de la catedral de Granada? En esta España cañí existen dos tipos de bufones: los que llenan espacios televisivos de la bragueta horas y horas, y aquellos que en el nombre de Dios y con epilépticos conceptos sobre las cosas más simples son capaces, hoy todavía, de transformar cualquier nimiedad humana en la más maligna superchería. Por esas fechas de aniversario de muerte, llegará el Papa a España para tener un encuentro con la juventud y cinco con la Familia Real de un Estado aconfesional. Programa oficial: los Reyes recibirán al Papa el jueves 18 en el Pabellón de Estado de Barajas; el viernes, el Papa irá a La Zarzuela para mantener un encuentro privado con el Rey, el Heredero y sus respectivas consortes; el sábado, el Heredero y su consorte acudirán a una vigilia; y, finalmente, el domingo, los Reyes irán a una misa y más tarde despedirán a Benedicto XVI en Barajas. ¡Menos mal que estamos en un Estado aconfesional! España va de ferias. Estamos abrumados por el espectáculo que cada día nos ofrecen los mercados, el hambre cunde en nuestro país y todavía nos quedan ganas de ir al circo. En “Dedicado a Tobías”, Antonio Gala, refiriéndose al circo, dejó escrito: “entretanto el payaso nos distrae con una inocencia simulada: una inocencia demasiado grande para ser verdadera, que deja al descubierto, por torpeza, los trucos de los demás artistas, y acaba por burlarse del maestro de ceremonias que gobierna la escena. (..) No hay milagros: hay sólo habilidad, ensayos y unas luces bien puestas. Si un día hubo un milagro, no se repitió nunca; el milagro no tiene día siguiente, sesión siguiente: el milagro es debut y despedida. Todo consiste en un vértigo, en un escamoteo, en no dejarnos tiempo para reflexionar…”. El concepto de “orden moral del mundo” -ya lo dijo Nietzsche- lo ponen aquellos que abusan del nombre de Dios; y el Papa, según parece, es quien determina el valor de las cosas de este mundo y, también, del otro mundo. El próximo día 18 me acordaré de García Lorca, de dos banderilleros y de un maestro cojo. Y veré el circo papal por televisión con la esperanza de poder zambullirme en un espeso caldo de mansedumbre, recibir la bendición “urbi et orbe” y poder beneficiarme de las indulgencias prometidas. A la postre, ácratas, anarquistas y cristianos venimos de la misma procedencia, cumplimos un papel, somos dignos de conmiseración y tenemos cinco dedos en cada mano, como la emperatriz Carlota y como la princesa Ortiz.

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