jueves, 11 de agosto de 2011

Morir matando


Comenta Guillermo Dupuy en un artículo, que a mi entender no tiene desperdicio, que “la Comunidad Valenciana –por no hablar del Ayuntamiento de Valencia– es una de las instituciones públicas de nuestro país que más y a mayor velocidad se ha endeudado y una de las principales corresponsables de las elevadísimas primas de riesgo que está pagando la deuda española”. El caso Gürtel, al parecer, sólo es un árbol dentro del bosque. “La politización de las cajas de ahorros –sigue contando Dupuy- ha terminado por arruinar a una de las otrora más prosperas entidades financieras de nuestro país, como era la Caja de Ahorros del Mediterráneo. Sólo dos días antes de su intervención por parte del Banco de España, la entidad financiera alicantina tuvo que renovar un préstamo de 200 millones al Gobierno valenciano, que, desde 2006, ya era el destinatario de tres de cada cuatro euros de las operaciones de crédito, aval o garantía que la entidad había realizado con las instituciones públicas de la Comunidad”. Y aquí no pasa nada. Ahí tenemos a Camps, máximo responsable de ese sindiós, acusado en los Tribunales de Justicia, agarrado a su posición de aforado como la lapa al malecón, con uso de coche oficial a su albedrío, secretaria con cargo al contribuyente y un sueldo vitalicio. Y todavía dice Rajoy que Camps tiene mucho futuro político. La Comunidad Valenciana, rumbosa donde las haya, dispone de cuatro canales públicos de televisión. Uno de ellos, Canal 9, o Canal Nou, que igual da decir leche que caldo de teta, arrastra una deuda que sobrepasa los 1.500 millones de euros. Y esa cadena de televisión también está implicada en el caso Gürtel, tras haber habido diversos contratos irregulares por la visita del Papa a Valencia, según informes de la Unidad de Auxilio Judicial. Pedro García Gimeno, director general de RTVV en aquel momento, presuntamente recibió varios regalos de ‘Orange Market’ y dimitió por "motivos personales". Pedro García Gimeno no se había caído de un guindo, sino que ya había sido jefe de prensa con Eduardo Zaplana y es de suponer que conocía “el paño”, o sea, los resortes del Poder, el trasvase del Ebro y su relación directa con una burbuja inmobiliaria desaforada en todo el litoral mediterráneo, etcétera. Pero la burbuja se pinchó, Zaplana fue fichado por Alierta y el suma y los desafueros sin cuento fueron el principio de una orgía política de incalculables dimensiones. Pero la memoria es persistente. Rajoy, en una cena multitudinaria celebrada en la Plaza de Toros de Valencia un viernes de principios de septiembre de 2009, y en clara alusión al caso Gürtel, dijo sentirse “orgulloso de Camps y de Barberá” y rechazó “apoyar los disparates del Gobierno, que dilapida la economía de los españoles”. ¡Qué malo es hablar de cuerdas en casa del ahorcado! Fue la misma noche serena en la que Rita Barberá se “venía arriba” como José Tomás en las plazas de toros, no como José Tomás, el sastre de los trajes, que se suele “venir abajo”, y pedía insistentemente la dimisión de la vicepresidenta del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega, por lo que entendía como “cacería despreciable” en el presunto tema de unas escuchas, de la que también se sintió “víctima”. Nada, esto es el mundo al revés. Como nos contó Augusto Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. También las hemerotecas, para desgracia del pusilánime Mariano Rajoy y de esa pandilla de reyezuelos que intentan morir matando.

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