domingo, 28 de agosto de 2011

Rubalcaba teme a la Izquierda


Comenta Carnicero que “la familia es el soporte último de la crisis: siempre se puede añadir un puñado de garbanzos al puchero para los hijos y para los nietos; la pensión del abuelo se estira cuando se contrae el trabajo del resto de la familia”. España está inmersa en la despedida de Zapatero, que viene a ser como el adiós de los ruedos de Antonio Chenel, con retiradas y apariciones, que no hicieron otra cosa que prolongar su declive. Zapatero se marcha en noviembre y, como a todo expresidente del Gobierno que lo desee, se le abrirán de par en par las puertas del Consejo de Estado, donde se volverá a encontrar con María Teresa Fernández de la Vega. Pero, antes de todo ello, Zapatero piensa dejarlo todo “atado y bien atado”, con la segunda modificación de la Constitución impuesta ahora por Merkel y con unas “soluciones” al paro juvenil de agárrate que hay curva. Dice Valeriano Gómez que “mejor un trabajo temporal que un parado”. Hombre, no sé. Si se refiere a trabajos temporales dignos, nada que objetar. Pero si se refiere a salarios de hambre y vasallaje, no. A Zapatero le quedan todavía por delante ocho cumbres en el exterior antes de abandonar la Moncloa. Ya veremos qué medicinas receta Merkel para nuestra enfermedad, ya rayana en el desahucio. En septiembre se abrirá la casa natal de Fraga en Villalba, convertida en una fundación. Y Rajoy aparece hoy en las páginas “XLSemanal” de pantalón corto y muy relajado, en compañía de Elvira, su mujer. Entre otras cosas, Rajoy, ante la pregunta de Virginia Drake: “¿Hay alguna cosa que le saque de quicio?”, responde: “ Hay una cosa que no soporto: el maltrato a las personas y, sobre todo, a los niños, porque están indefensos. (…) Tampoco me gusta nada la gente que pelotea al de encima y es inmisericorde con el que tiene debajo”. A Rajoy se le ve sereno y feliz. Me alegro. Este país necesita un líder político que no dé palos de ciego ahora que estamos descubriendo la otra cara de ese Jano llamado Pérez Rubalcaba. Sabe que el PSOE tiene perdida la cita con las urnas el próximo 20 de noviembre y que la derrota electoral puede ser de libro. Y pretende, para hacer más dulce su derrota, que esa pérdida de votos de ciudadanos desencantados no vaya a las listas de I.U. ni a UPyD, de Rosa Díez. José Blanco, ha dicho este domingo en Mislata (Valencia) que el candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno incluirá una "subida de los impuestos a los ricos" en su programa electoral. Lo que nadie entiende es cómo se traducirá esa subida anunciada cuando, en el último Consejo de Ministros, en el de anteayer, se renunció a la creación de un impuesto especial sobre las grandes fortunas. Decir una cosa y hacer la contraria es, como diría Cela, como meneársela con goma higiénica.

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