jueves, 29 de septiembre de 2011

José Blanco y el aviso del gallego


El martes pasado escribía en mi blog lo siguiente: “Para mí que Miguel Ángel Revilla se arrepiente de haber llevado en taxi tantos tabales de anchoas en salazón a La Moncloa. Revilla, que fue un político de primera división mientras estuvo al frente de Cantabria, debería haber sabido con quién se jugaba los cuartos. Creer en las promesas de Rodríguez Zapatero es como suponer que el tahúr que tienes enfrente de la mesa te va a permitir que rebañes lo puesto sobre el tapete y te lo lleves crudo”. Pues bien, sólo dos días más tarde, o sea, hoy, leo en “El Diario Montañés” la respuesta de Revilla ante lo que considera un “atropello” por parte de José Blanco en el incumplimiento de sus promesas relacionadas con la llegada del AVE a Cantabria. Bajo el título de “La venganza de José Blanco”, Revilla cuenta: “el 2 de marzo de 2010, fui convocado por el ministro de Fomento, José Blanco, a una reunión. Me comunicó que estaba a punto de adjudicar el primer tramo de las obras del AVE entre Madrid y Cantabria y me propuso celebrar el 15 de mayo la colocación de la primera piedra, con un acto multitudinario al que yo me comprometí a convocar a 1.000 personas”. Un poco más adelante, Revilla repasa que le dejó plantado el ministro de Fomento sólo dos días antes del acto oficial, consistente en la colocación de la primera piedra ferroviaria en Monzón de Campos. Dice: “Dos días antes de la fecha, con la carpa instalada, 12 autobuses contratados para viajar a Monzón y la adjudicataria realizando los primeros trabajos, me llamó -refiriéndose a Blanco- para decirme que todo quedaba cancelado. Le expresé mi indignación y le adelanté que yo iría a Monzón para convertir lo que iba a ser una fiesta en un día de reivindicación. Fuimos más de 1.000 personas y allí anuncié que daría por roto el pacto de gobierno entre PRC y PSOE si no rectificaban antes de tres meses. Esa noche, Blanco acudió a 'La Noria', -el programa de Telecinco- donde no sólo ratificó que no haría el AVE por Palencia, sino que llegó a proponer una conexión a través de Bilbao”. El relato e Revilla es extenso y no tiene desperdicio, incluidos los vaticinios de su amigo gallego. Mejor dicho, es un retrato de amor y odio al estilo de las películas protagonizadas por Bette Davis. Al pobre Revilla alguien le chafaba los habanos cuando los dejaba en una ventana, en la esperanza de volverlos a encender al término de sus reuniones políticas. Y hasta se enfadaba cuando eso le ocurría. Eso no fue nada comparado con la patada en los cataplines proporcionada por un ministro en el que nunca tuvo que haber confiado. Por cierto, también gallego, como aquel amigo suyo que volvió a llamarle anoche para decirle: “Te lo dije”.

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