miércoles, 29 de febrero de 2012

Se fuerza la máquina


El hecho de que McDonald’s España desee abrir otros 66 locales en España pone de manifiesto cómo está el patio. Por un lado nos encontramos con una cocina de autor, donde Martín Berasategui, pongamos por caso, nos cuenta cómo hacer en casa la merluza con mayonesa de ostras, la “muxarra” con vinagreta de tomate, o el “risotto" de pasta con hongos y jamón; y por otro, la hamburguesería de toda la vida, con el “Happy Meal” como estrella del local, donde tomas una bandeja, pones la hamburguesa, el ketchup, las patatas fritas y la “coca-cola” con mucho hielo, te sientas en una esquina, consumes el producto y devuelves la bandeja después de haber dejado los deshechos sobre una ranura que conduce directamente a la basura. Los tiempos cambian, el bolsillo mengua y llega el tiempo del “fast food”. El país no está para coñas. Se acabó el mantel blanco, el tenedor y el cuchillo, las copas de fino cristal y la loza reluciente como la patena. Ahora, el vecino de mesa es un tipo con la gorra del revés, pantalones vaqueros y camiseta sin mangas, que mastica como si en ello le fuera la vida y que sorbe el ketchup directamente de su almohadilla para no perder el tiempo. Se fuerza la máquina, que diría Gato Pérez, la aliaga florece y el hambre crece. Llegan malos tiempos para la música y para andarse con remilgos y con protocolos. La cosa no ha hecho más que empezar y el BOE tiene la clave de nuestra derrota. Vivir para ver.

martes, 28 de febrero de 2012

Elogio del "pretolio"


Quienes hemos pasado algún tiempo en Sevilla, en mi caso por motivos de trabajo, hemos adquirido una cierta “cultura local” que se agradece a la hora de entender la importante función que cumplen para los caminantes en la atardecida las conocidas freidurías. Quizás, uno de los mejores conocedores de tales establecimientos, que se me antojan como churrerías postineras, fue el nunca bien ponderado José Antonio Garmendia, fallecido en esa ciudad, donde cada amanecer se desgajan sobre el azul celeste los rayos de sol y las golondrinas, al mediodía del 25 de abril de 2007. Garmendia, inteligente, sagaz y vocinglero, haciendo referencia a los “peasitos”, tal y como se denominan en Sevilla a los “pedacitos” de pescado (y así lo expuso de forma majestuosa en su libro “La taberna de El Traga”, sobre el que Antonio Burgos señaló: “Garmendia, mamón, qué pedazo de libro has escrito”) hacía referencia no a cualquier parte de su cuerpo, sino a las partes menos nobles de la merluza. En este sentido, señalaba Garmendia: “En Sevilla nunca ha habido ‘pescaíto’. El irritante diminutivo es un barbarismo de importación, mayormente propalado por ignorantes madritenses (sic) y del Norte, y que desgraciadamente está adquiriendo carta de naturaleza entre muchos aborígenes tontos del culo. En Sevilla, desde siempre, el diminutivo se ha reservado para el continente, nunca para el contenido. En Sevilla nos apañamos con un cartuchito de pescao (sic), jamás con un cartucho de pescaíto”. También, fruto de esa cultura local en Sevilla se llama “pretolio” al petróleo, pero nunca referido a ese líquido inflamable que se expende en los surtidores de las gasolineras para que funcionen los coches; sino al otro, al de andar por casa de un sitio para el otro, como sucede con el “sidol”, el spray “aflojalotodo” o el frasquito de “mercromina”, que lo mismo sirve para tapar de rojo una herida que para colorear un gorro frigio. El “pretolio” es muy agradecido para los sevillanos a la hora de abrillantar un dorado, engrasar una máquina “Singer” o conseguir que caliente una estufa. Si la máquina de coser no es “Singer”, la cosa cambia. En las “Alfa” de maleta rígida, por ejemplo, para facilitar los diseños de costura, los festones y el zig-zag, es preferible utilizar vaselina boricada como terapia de vanguardia, que también detiene la corrosión en las terminales de la batería. Pero centrándonos en el “pretolio”, contaba Garmendia que en la puerta de la taberna de El Traga (en el barrio de El Arenal, donde Cervantes se inspiró para su “Rinconete y Cortadillo”, y -citando palabras textuales- “donde abundaban rateros y canónigos, los consignatarios de buques y las guachis de muelle, las busconas y las señoras de la novena de la Virgen de los Reyes, los socios del Aero Club y los viejos de la Caridad, los Filomenos de Aspe y los Palis”) estaba Gutiérrez “cuando acertó a pasar por allí un vendedor ambulante de ‘pretolio’. Su pregón consistía, simplemente, en dar alaridos intermitentes anunciando su mercancía: -- ‘¡Pretolio! ¡Pretolio! ¡Pretolio!’. Comentario del Caracaja (otro cliente de la taberna) muy serio: --Anda que éste, en vez de vender pretolio, parece que lo acaba de descubrir…”. Ahora que se acerca la primavera, es hora de acordarse de Vicente, el dueño de El Traga y del guiso de pulpo a la brava, con mucho pimentón, pero duro a la hora de ser llevado a la boca tal vez por falta de una buena paliza previa a su cocción. También de Garmendia, de los “cartuchitos de pescao” y del ”pretolio”.

lunes, 27 de febrero de 2012

La pertinaz sequía


Parece ser que este país atraviesa el invierno más seco desde que existen estadísticas hechas con un cierto rigor, o sea, a partir de los años 40 del siglo XX. La culpa siempre es del anticiclón de las Azores, que nos la tiene jurada. Recuerdo que, siendo niño, se organizaban procesiones y sacaban al santo más devoto en andas por las polvorientas calles de unos pueblos que carecían de casi todo. También de agua corriente. Evidentemente, nadie disponía de bañera en casa salvo contadas excepciones. Como cuenta Marisa de la Peña, “Aquella infancia se formó con el “arriba España”, “las montañas nevadas”, “el enemigo infiel”, “la pertinaz sequía”, “el ademán impasible; siempre con el brazo en alto y dispuesta a “llevar flores a María” o a cantar el “cara al sol”. Si les digo la vedad, sí existía unos sitios, normalmente alejados de los pueblos, que contaban con agua corriente. Me refiero a las estaciones de f.c., donde pasaba el f.c. En uno de sus andenes y algo pudorosamente apartados había unos habitáculos de ladrillo con una especie de barrerilla exterior de barrotes de madera gris en forma de media luna, en cuyo frontis podía leerse “urinarios - retretes”. En otra puerta lateral del mismo color figuraba la leyenda “lampistería” y dentro se guardaban los aceites, las grasas consistentes y los farolillos de maniobras y de circulación. Esa puerta siempre estaba cerrada con llave, y la llave custodiada por un sobrestante que, curiosamente, solía ser natural de la parte de Villacarriedo, con un montón de hijos que alimentar y una mujer que, cuando no disponía de vino de pasto para empinar el codo, trincaba vinagre. Mas tarde, cuando el alcalde falangista de turno fue recibiendo alguna subvención desde las diputaciones provinciales por el “jubileo” de los “25 años de paz” y el éxito que había supuesto la inauguración de pantanos por Franco, aprovechando ideas y planos de obras hídricas que no le había dado tiempo a realizar a Indalecio Prieto, éstos se animaron a abrir las calles en canal y a colocar unas tuberías que los cabezas de familia estaban obligados a pagar a riguroso escote, salvo que estuviesen dispuestos a realizar peonadas gratis durante unas jornadas para poder zafarse de ese impuesto municipal. Lo que ya no entiendo, en tales circunstancias, es para qué sirvieron aquellas subvenciones ni a qué se destinaron. La acometida hasta el interior de los domicilios, en principio, fue privativa de los vecinos pudientes. Curiosamente, hasta entonces, no había una “cultura” extendida del baño ni de la ducha como hoy la conocemos todos. La gente del medio rural, por tanto, hasta la llegada del agua corriente al interior de sus casas, estuvo acostumbrada a acudir a los lavaderos públicos, a extraer agua de boca de algún pozo o fuente próximos y, por qué no decirlo, a asear sus cuerpos del modo que Dios les dio a entender. Algunos vecinos pudientes, a partir de entonces, hicieron pomposos cuartos de baño, con w.c., lavabo, bañera completa y bidé. En cierta ocasión, durante una visita de cortesía, la dueña de la casa, muy amable, se empeñó en enseñarme todas las habitaciones. Al llegar a la puerta del excusado, que era completísimo y estaba muy limpio, me expresó muy seria: “Aquí tenemos el cuarto de baño. Quiera Dios que no tengamos que usarlo”.

jueves, 23 de febrero de 2012

¡Hace falta tener desvergüenza!


Juan Rosell, presidente de la Patronal, en unas declaraciones a “Expansión” ha señalado que “los parados encuentran trabajo “milagrosamente” un mes antes de agotar la prestación por desempleo”. Y se ha quedado tan ancho. Ojalá fuese tan sencillo. Además, en el hipotético caso de que así fuera, no acabo de entender en qué le va o en qué le viene tal circunstancia. Juan Rosell no sé qué estadísticas maneja, pero se equivoca cuando afirma que tal situación está generando al año un “gasto” de unos 30.000 millones de euros. Juan Rosell debería conocer que el desempleo no es una cantidad que alegremente concede el Estado, sino que se detrae de las nóminas de todos los trabajadores en activo desde el mismo momento de entrar a formar parte de la plantilla en una empresa. Ignoro si el señor Rosell (que fue presidente de Fomento del Trabajo Nacional entre 1995 y 2005, además de presidente en empresas como Congost, Enher, Fuerzas Eléctricas de Cataluña, Sistemas de Higiene Urbana y consejero de Fihoca, Inmobiliaria Colonial, Siemens España, Endesa Italia, Endesa, Applus Servicios tecnológicos, Aguas de Barcelona y Port Aventura) habrá visto una nómina en su vida. Pues bien, debería saber este señor que de acuerdo con el “grupo” por el que cotiza cada trabajador y en función de su base tarifada (remuneración total más la prorrata de las pagas extraordinarias) se le detrae el importe correspondiente de la casilla de “desempleo y F.P.” Otra cosa bien distinta es que ese “gasto” (los 30.000 millones) podría ser ahorrado por el Estado de existir pleno empleo. Pero Juan Borrel, si manejase cifras con rigor debería señalar, de la misma manera, lo que trincan CC.OO., UGT y la CEOE; que en su conjunto suman 3.284 franquicias (2.910 agrupaciones empresariales y 374 federaciones sindicales) y que cada una de las cuales recibe subvenciones del sector público nacional, autonómico, provincial y local. La clave está en que tanto la CEOE, como UGT y CCOO, son entes constituidos como "confederaciones", de forma que sus afiliados no son personas físicas o jurídicas individuales sino "federaciones" de entidades asociadas repartidas por todo el país con criterios sectoriales y territoriales. Todas ellas cuentan con su correspondiente cédula de identificación fiscal independiente, lo que les permite gestionar dinero público y operar mercantilmente al margen de los órganos centrales de su corporación. Y ese dinero sí que sale del bolsillo de todos los españoles. En esas declaraciones hechas por Rosell a “Expansión” llama la atención su deseo de que, “para obtener los recursos necesarios de financiación en las empresas, se estudie (por el Gobierno) la aplicación de amnistías fiscales para recuperar el dinero negro en circulación”. ¡Hace falta tener desvergüenza!

miércoles, 22 de febrero de 2012

Dolencias y remedios


Marcello, ese perrillo que tiene espacio propio en “República.com” y que suelta verdades como puños por la ventanilla de su recuadro (como otrora hiciera la ilustre dama de baja cama Aurora Pavón, antes de que ésta lo rescatase del recinto de la perrera, le diera nombre y cobijo y lo vacunase contra la rabia y la leishmaniasis), me ha dejado hoy pasmado. Sabía de su excelsa pluma a la hora de opinar sobre lo cotidiano, pero su artículo “Urdangarín no está indefenso” debería hacer reflexionar a aquellos que, como decía el llorado Pedro Rodríguez, manejan el “Spanish touch” con la habilidad de los chinos con los palillos y el arroz. También, debiera ser motivo de atención para los “Recién llegados” al Banco Azul como elefante en cacharrería. Pues bien, escribe Marcello: “Existe la impresión que los poderes públicos de este país, incluido el propio Poder Judicial que tuvo la poca vergüenza de anunciar que ‘no todos los imputados son iguales’ –como subrayaron el presidente del CGPJ, Divar, y su portavoz, Bravo-, se van a volcar para que Urdangarin salga indemne, o ligeramente afectado en este proceso, como ha ocurrido en España y ocurre con los poderosos. Pero si eso es así el remedio empeorará la enfermedad y el problema Urdangarin pasará a ser problema de la Monarquía en un país que tiene los nervios y la desesperación a flor de piel por muchos motivos, y especialmente por la vigente y dramática situación económica y social de los españoles.”. Cierto. Ya se rumorean posibles prescripciones. Pudiera ser, pero el daño a la Corona ya está hecho. Dijo en cierta ocasión José Luis Garci que “si en el cine se pudiera prever el éxito, las películas las haría el Banesto”. Al Poder Judicial, con Divar y su portavoz Bravo incluidos, habría que recordarles que la Ley debe ser igual para todos y que todos los imputados deben recibir el mismo trato. España pasa por un mal momento y algunos que deberán sentarse en el banquillo como no podría ser de otra manera en un Estado de Derecho, presuntamente “se lo han llevado crudo” en varias administraciones públicas. Divar y Torres, cuando anunciaron que “no todos los imputados son iguales”, demostraron su absoluta incapacidad para presidir y llevar la portavocía del CGPJ, respectivamente. A grandes dolencias, grandes remedios. Seguiría pensando lo mismo de ese par de impresentables aunque lucieran sobre sus togas el collar del Toisón de Oro. El Toisón lo concede el rey a voluntad propia, pero la Justicia, como dijo Ulpiano, es la constante y perpetua voluntad de conceder a cada uno su derecho.

martes, 21 de febrero de 2012

El entierro de la sardina


Lo que llega ahora, tras los carnavales, es el entierro de la sardina. “La imagen que estamos dando fuera de España es nefasta”, o algo parecido parece haber dicho Rajoy en Londres tras las manifestaciones de este martes en Valencia y en Madrid. Hoy había escasa presencia policial en la primera de esas capitales. Ni tanto ni tan calvo. Lo que no puede tolerarse desde un punto de vista democrático es que el ministro del Interior defienda los “excesos” policiales de ayer. Por decirlo de una manera suave, los pirómanos los tenemos dentro del cuerpo de bomberos y eso es difícil de poder ser explicado a David Cameron. El Gobierno está pediendo los papeles a sólo dos meses de su llegada al poder y los más agoreros ya vaticinan que se aproxima una primavera de abrigo. Mientras el sindicato mayoritario de policía habla de “cobardía política y personal del ministro”, el ciudadano de a pie, que no dispone de otras armas que la fuerza de la razón, observa atónito lo que cuenta la prensa internacional. Dice el ministro Fernández, punto y coma, que “errar es de humanos”. Sí, cierto. Pero mantenerse en el error, a sabiendas de que lo hecho está mal, es de insensatos. Sabemos que la Policía actual es la misma que existía hace cuatro meses, pero los que han cambiado en España son los mandos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, responsables en la parte que les toca de esos desafueros. Quienes piensen, como se afirmaba ayer noche en la cadena de Julio Ariza, que lo que sucede aquí y ahora son políticas de estrategia de partidos de izquierda y de sindicatos, son, posiblemente, los mismos que atacan al exjuez Garzón con un enfermizo encarnizamiento, los mismos que no desean que se desentierren los cadáveres franquistas de las cunetas de las carreteras y, cómo no, los mismos que colocan palos dialécticos en la marrana de la noria de las más altas Instituciones del Estado, diciendo pero sin decir, dejando entrever entre cortinas, tirando la piedra y escondiendo la mano, esclareciendo quiénes son “hombres de bien”, etcétera. No acabamos de enterrar de una vez la sardina de las dos Españas en el más recóndito espacio de Cualgamuros. Ya lo dijo De Gaulle: “las guerras civiles no se acaban nunca”.

Martes de Carnaval


El gobernador del Banco de España, que no vio venir la tremenda crisis que ahora padecemos, en buena parte por culpa de una banca privada que él tenía obligación de controlar, se ha permitido señalar durante una jornada de homenaje a Luis Ángel Rojo (exgobernador del BdE, consejero del Banco Santander y académico de la RAE) que “hay que ajustar precios y salarios para incrementar la productividad, el único camino a corto plazo para impulsar y recuperar la competitividad de la economía española”. Es decir: como no se puede devaluar la moneda, hagamos que los españoles se vayan pareciendo al modelo chino, es decir, más trabajo con menos salario. Si piensa Mafo que la fórmula para reducir los elevados niveles de endeudamiento acumulados en España se corrigen sólo por la vía de las rebajas salariales, va listo. En España, como bien dice Isaac Rosa, “la olla empieza a soltar vapor”. Los sucesos de ayer en Valencia, donde las cargas policiales contra los estudiantes para “despejar las calles” fueron desproporcionadas y típicas del franquismo, exigen una explicación inmediata por parte de la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Paula Sánchez de León. De la misma manera, el ministro del Interior, Jorge Fernández, debería cesar de inmediato al impresentable jefe de Policía, Antonio Moreno, cuya “excelente productividad” puede llegar a retrotraernos a una larga etapa de sufrimiento que todos los demócratas deseamos olvidar. Por aquello de la retroacción, me vienen a la cabeza los sucesos de Vitoria del 3 de marzo de 1976 (con 5 muertos y muchos heridos a manos de la Policía Armada) y me entran escalofríos sólo de pensarlo. Entonces era ministro de la Gobernación Manuel Fraga. Lo digo por si alguien no lo recuerda. Ese político recientemente fallecido al que la derecha le hace homenajes un día sí y otro también aunque no vengan a cuento. Declarar “la guerra” a los estudiantes, como se ha declarado en Valencia, o decir que los educandos “son el enemigo”, en palabras de Moreno, son el primer paso hacia el lapicero del censor, la enseñanza controlada por la Iglesia Católica, el trágala, el hisopazo, el “mandamás” bajo palio y el pensamiento único. Recomiendo a Rajoy que en sus ratos de asueto lea algo sobre el “bienio negro”. A veces conviene no volver a repetir la historia.

domingo, 19 de febrero de 2012

Domingo de Carnaval


Las calles de todas las grandes ciudades españolas están tomadas por las charangas carnavalescas y por la desesperación ante los recortes laborales. Este Domingo de Carnaval tiene las dos caras de una misma moneda: lo lúdico y lo patético. Arriamos las banderas de las protestas que hemos utilizado por la mañana contra la política de Rajoy y nos ponemos los ropajes pachangueros por la tarde para burlarnos de nosotros mismos. “El payaso que llevamos dentro –como escribía Gala- nos distrae con una inocencia disimulada que deja al descubierto los trucos de los demás artistas”. Mientras, Rajoy ha asegurado en el congreso del PP en Sevilla que “los ciudadanos saben que la reforma es buena y justa para España”. Pero las esperanzas de futuro para la clase trabajadora ya no alivian a casi nadie cuando salen de la boca de ciertos políticos que mienten por sistema desde el mismo día de su llegada al poder. Decía Benjamín Franklin que “el que vive de esperanzas, muere de sentimiento”. Este nuevo salvador patrio, votado mayoritariamente en las urnas el pasado 20 de noviembre, ya ha dejado claro que podrían venir nuevos sacrificios. Lo que ya no sabemos es dónde puede estar el listón cuando afirma rotundo: “haremos cuanto sea preciso para que España esté encarrilada”. También desconocemos hacia adónde conducen esas vías. De momento ya sabemos que la ciudadanía se ha echado a la calle para protestar contra las reformas laborales y que los sindicatos mayoritarios están utilizando el “muestreo” de esas protestas para calibrar “a pie de obra” si existe o no el caldo de cultivo suficiente para convocar una huelga general, considerando que ya ha habido media docena desde la Democracia y que la última resultó bastante chunga. El Gobierno de Rajoy se siente vigoroso y no está dispuesto a ceder ante unos sindicatos mayoritarios que pasan por su peor momento, porque está actuando al dictado de Merkel y de los mercados exteriores a los que debemos 1 billón de euros, o sea, el equivalente al 100% del PIB. Así de simple.

viernes, 17 de febrero de 2012

Congrio bilbilitano


Mi amigo Roberto Pérez recordaba en un suelto en el diario ABC que ya sólo queda un secadero de congrios en Mugía (los gallegos dicen Muxía) y que toda su producción se vende en Calatayud. Hombre, servidor que es casi bilbilitano de nación, sabía de sus afamados bizcochos de “Casa Micheto”, que son como pequeñas suelas de zapato y que se ablandan bastante cuando se untan en el café con leche al modo de cómo lo hacía el monarca Alfonso XIII cuando se saltaba el protocolo. También, servidor conocía los adoquines de Calatayud, que había que trocearlos con un martillo y que en el interior de su envoltorio había un ramillete de letrillas joteras machistas. Y, cómo no, el despacho de vinos de “Casa Alcalde”, que expendía al detall un vino clarete magnífico. Que nadie piense que con esta última afirmación pretendo dorar la píldora al nuevo delegado del Gobierno en Aragón, Gustavo Alcalde, hijo del que fuera tan dilecto bodeguero. Gustavo Alcalde, médico de profesión y político por mor de la afición, se bebe ahora los vientos del poder, que también producen cierta borrachera difícil de controlar. Calatayud a secas, o Calatayud-Jalón, que tal era la leyenda atornillada en la Estación de f.c.en los tiempos del inolvidable, al menos para mí, don César Delgado, el hombre bueno, amigo de mi familia, que mejor supo llevar sobre la cabeza el quepis ferroviario azul, que le daba aspecto de general de Artillería del Ejército francés; Calatayud a secas, o Calatayud-Jalón, digo, fue, también, la “catedral” de los fardeles a la plancha en tiempos de “Magritas”, que los hacía como hay que hacerlos, o sea, de la misma manera a como cuenta el Martirologio en lo referente al suplicio de san Lorenzo, pero sobre una plancha en vez de parrilla. “Magritas”, dibujado por Melendo de cuerpo entero para el bar “La Unión”, se llevó a la tumba el secreto de su éxito con los fardeles a la plancha que, aunque parezca algo simple, tenía su toque inconfundible. Pero, a lo que iba. Resulta curioso que cada tienda de ultramarinos, tanto de Calatayud como de su comarca, tenga colgado todavía hoy algún congrio seco en las paredes de su establecimiento. Es como una gran raqueta llena de agujeros que produce un olor característico. Según los entendidos, el congrio seco es un manjar que hay que saberlo cocinar con paciencia. En “El Practicón”, Ángel Muro hace referencia únicamente al “congrio fiambre”, al que sólo dedica cinco líneas. Por otro lado, en la segunda edición de “El Amparo” (Bilbao, 1930), Úrsula, Sira y Vicente de Azcaray dan cuenta del congrio en salsa verde y del congrio en salsa de vigilia, importantes aportaciones al mundo culinario. Y, finalmente, en mis archivos de andar por casa, encuentro la ficha de congrio a la arandina, según una vieja receta de Aranda de Duero. El congrio, como todo en esta vida, tiene dos partes diferenciadas: la abierta y la cerrada. La primera de ellas es la que rodea al vientre; la segunda contiene muchísimas espinas. También hay dos variedades: una con piel negra, que es la mejor, y otra gris blancuzca, que tiene la carne más blanda y grasienta. Pero esa antipática “bicha” para los andaluces, con cierto parecido a la anguila, una vez secada hace furor entre los bilbilitanos. Está aceptada por el paladar desde los tiempos del trueque, cuando se intercambiaba el cáñamo aragonés para hacer amarras de buque por el pago en especie de ese pescado, que podía almacenarse sin deterioro para ser aprovechado en épocas de hambruna. Y como consecuencia de ello apareció la receta del congrio a la bilbilitana, insuperable según los expertos. Según la norma, se necesita disponer de los siguientes ingredientes para cuatro personas: aceite, 500 g. de congrio curado, 50 g. de harina, 300 g. de tomates maduros, 5 g. de piñones tostados y pelados, 1 diente de ajo, hierbabuena, perejil, sal y 4 huevos. En su preparación, se corta el congrio y se remoja durante 24 horas, se escurre con un paño, se pasan los trozos por harina y se fríe en aceite en una tartera de barro. Se machacan el ajo, los piñones y la sal en un mortero hasta hacer una pasta fina que se ha de desleír en agua y verter sobre el congrio. En la misma sartén se fríe el tomate pelado y picado, y una vez sazonado se añade la hierbabuena y el perejil picados. Todo ello se añade al congrio y se deja cocer 30 minutos. Justo antes de servir, se abren los huevos en la misma cazuela y se tapa para que cuajen. Deberán quedar las claras bien cuajadas y las yemas blandas, para poder untar pan, con olvido expreso de toda formalidad, como cuentan que hacía el penúltimo rey de España con los bizcochos de suela.

jueves, 16 de febrero de 2012

Brotes negros


Mariano Rajoy, que se pasa el día mirando por un raro retrovisor ideado por el doctor Franz de Copenhague para saber lo que pasa en los paises vecinos, y en demasiadas ocasiones para hacer estúpidas comparaciones, me recuerda a aquel aldeano que siempre decía que lo mejor era lo de su pueblo. Mariano Rajoy, que se ha puesto genuflexo ante Juan Rosell como si estuviese frente a la gran custodia que preside el altar mayor de la Catedral de Lugo; que agacha el morrillo ante algunos banqueros aún a sabiendas de que esos avaros de traje gris y corbata roja han hecho las cosas mal; que decía tener la fórmula sobre cómo arreglar el problema de España mientras estaba en la oposición; que parece el “pelota” de la “Oficina siniestra” de Pablos cuando está cerca de Merkel; que ha hecho más homenajes póstumos a Manuel Fraga que el conjunto de los que en su día se le hicieran a Francisco Franco por todo el territorio que años atrás devastó; Mariano Rajoy, digo, podría tomar nota de lo que ve por ese retrovisor monclovita y que observa con manifiesto desenfoque. Me estoy refiriendo a determinadas medidas que ya tiene tomadas Mario Monti para ayudar a sacar a Italia de su particular agujero financiero. Tanto es así que ya ha comunicado a Joaquín Almunia, vicepresidente de la Comisión Europea, su intención de hacer pagar a la Iglesia Católica los correspondientes impuestos (ICI, equivalente a nuestro IBI) sobre los bienes inmuebles que posee, con la excepción de aquellos edificios dedicados al culto. Mariano Rajoy podría hacer algo parecido si, antes de nada, derogase los acuerdos Iglesia-Estado firmados por Marcelino Oreja y Giovanni Villot en 1979 para, según se dijo entonces, “regular las relaciones entre ambos Estados en materia de mutuo interés”. Mucho interés, ¿para quién? La respuesta es obvia. Pero este Gobierno, que no sabe todavía de dónde sacar los 40.000 millones de euros necesarios para reducir el déficit impuesto por Alemania, carece de los arrestos necesarios para derogar un Concordato obsoleto e incomprensible por los ciudadanos en un Estado no confesional, como es el Reino de España. Mi particular retrovisor, menos desenfocado que el de Rajoy, me retrotrae sin siquiera pretenderlo a aquel Bienio Negro presidido por Lerroux y mangoneado por la CEDA que probó a liquidar los logros alcanzados en los dos años anteriores. El peor activo de Mariano Rajoy es, a mi entender, su pusilanimidad manifiesta. Debería leer “El principio de Peter” y sacar conclusiones.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Ójala me equivoque


Hace muchos días que no escribo. Todavía no he reaccionado sobre las últimas medidas adoptadas por el último Consejo de Ministros en temas laborales. Me pinchan y no sangro. No acabo de comprender cómo hemos podido llegar a esta situación. Los sindicatos mayoritarios, mientras, deshojan la margarita sobre qué medidas deben adoptar. Si les digo la verdad, sólo intentarán reaccionar si ven minados sus particulares intereses de forma alarmante. España galopa hacia el empobreciendo ciudadano y cualquiera puede entender que, si disminuye el consumo y no se invierte en I+D+i, mal se podrán crear nuevos puestos de trabajo. Los españoles retrocedemos vertiginosamente hacia aquel rancio “nacional-catolicismo” de ordeno y mando en la época más oscura de nuestro pasado reciente. Ya sólo queda pendiente por parte del nuevo Gobierno obligar a los trabajadores a guardar fiesta en determinadas fechas religiosas establecidas en el Concordato de 1979, con la obligación de tener que recuperarlas con posteriores aumentos de la jornada laboral. Lo que ya no sé es si también nos obligarán a oír misa entera. Nunca, que yo sepa, la Conferencia Episcopal permaneció tan muda ante tanta injusticia social como sucede ahora. También, que yo recuerde, jamás se arruinó tanto a un pueblo a costa de un Estado con un déficit difícil de contener por culpa de los excesos autonómicos y municipales. Los amantes de la Historia saben qué ya nos vamos pareciendo a los alemanes, pero a los alemanes tras el humillante Tratado de Versalles de 1919. Aquel Tratado estipulaba que Alemania y sus aliados aceptaban toda la responsabilidad moral y material de haber causado la guerra, a realizar importantes concesiones territoriales a los vencedores y a pagar enormes indemnizaciones económicas a los Estados victoriosos. Ahora, la Europa de Merkel, esa Europa desenfocada que aplica la ley del embudo, pretende que los españoles, los griegos, los portugueses y los italianos, costeemos los excesos de habernos creído ricos durante las décadas pasadas. Alemania liquidó el pago de las reparaciones de guerra en 1983, pero todavía quedaba pendiente el abono de los intereses generados desde la aprobación del Tratado, que ascendían a 125 millones de euros. Los países “pigs” no sabemos cuando saldremos del agujero y, desgraciadamente, cuando eso ocurra algún día, ya no volverán a recuperarse de ninguna de las maneras las conquistas sociales conseguidas por los trabajadores a fuerza de movilizaciones ciudadanas, palos a tutiplén por las fuerzas del orden y mucha amargura sobre las espaldas. Conviene señalar que las duras condiciones impuestas a Alemania al término de la contienda fueron utilizadas por el nazismo para alcanzar el poder. La xenofobia ya se palpa hoy en Grecia y en algún otro país europeo. Es el primer paso de la ultraderecha más retrógrada. Ójala me equivoque.

jueves, 9 de febrero de 2012

El segundo rey Rodrigo


Como bien señala Marco Schwartz en “Publico”, “el problema al que se enfrenta en estos momentos España no es el de la supuesta rigidez del mercado laboral, sino la combinación de un modelo productivo en declive y la falta de estímulos a una economía basada en la demanda”. Ello viene a cuento con la reforma que laboral que conoceremos el próximo sábado tras el Consejo de Ministros. Rajoy se ha hecho manso ante la política de Merkel; ante los empresarios españoles, incapaces de vender un botijo en los mercados; y ante la Iglesia Católica, que vuelve a pretender imponer en España el nacional-catolicismo. El pusilánime Rajoy, no sé sabe si por la proximidad de la Cuaresma, se ha aplicado el cuento de las Bienaventuranzas y está convencido de que, siendo manso, mantendrá su puesto en La Moncloa las legislaturas que sean necesarias. “Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra” (Mt 5,4). Este hombre, que ya empieza a confundir los decreto-ley con las témporas y el BOE con el catecismo Ripalda, dispone de unos ministros que dicen una cosa, de otros ministros que rectifican a los que han dicho esa cosa y de una vicepresidenta que debe interpretar lo que dijo tal ministro, la rectificación de otro, e intentar cómo poner orden en ese sindios. Varios ejemplos: De Guindos pretende que se haga un único modelo de contrato laboral y la ministra Báñez ha de salir al paso inmediatamente para indicar que ese modelo es inconstitucional. Otro: mientras España se pasa el día agradeciendo a Francia su ayuda prestada en la lucha antiterrorista, aparece en los medios un tal Wert, ministro de Educación y Descanso, para decir que “los franceses son xenófobos con los españoles”, basándose en unos “guiñoles” aparecidos en la televisión francesa donde se criticaba a determinados deportistas españoles. Y otro: La postura radical y rancia del ministro del Interior, Jorge Fernández, frente a otra postura mucho más sensata del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, en lo que respecta a los matrimonios entre parejas de homosexuales, esos “gaytrimonios” en expresión de la cadena ultraderechista de Julio Ariza que tanto gusta a la caverna. Podría seguir, pero no quiero. Mientras, el manso y pusilánime Rajoy, que no suele decir nada a los periodistas para no “quemarse”, prefiere contarle a Merkel que está haciendo los deberes impuestos por Alemania con la pretendida reducción del déficit que pararse a pensar cuál será la contrapartida de esa drástica reducción, o sea, la ruina de los españoles. Rajoy, que decía en el Congreso ante Rodríguez Zapatero que tenía la fórmula para sacarnos del “desastre” en el que éste nos había metido, reconoce ahora que no es fácil contener la deuda, disminuir el paro, controlar los desmadres autonómicos y municipales, reducir el déficit sanitario y llevar a cabo un serio plan de educación. Si piensa que Wert será capaz de hacer esto último, se equivoca. La culpa, de momento al menos, la atribuye a la herencia recibida. En fin, esperemos a que pasen las elecciones de marzo en Andalucía y Asturias para saber qué sorpresa nos aguarda. Ben Bassam, poco sospechoso de tomar partido en sus relatos históricos, pone en boca del Cid Campeador frases como éstas: “Yo apremiaré a cuantos señores en la Andalucía hay, que todos habrán de ser míos, y pues que el rey Rodrigo reinó sin ser de linaje de reyes, también reinaré yo, y seré el segundo rey Rodrigo”; o la siguiente: “Un Rodrigo perdió esta península, pero otro Rodrigo la salvará”. ¡Alegría, ya se ven los brotes verdes! Al juez Garzón le ha caído un marrón de once años de inhabilitación por ordenar las escuchas en el caso Gürtel. Y Francisco Camps se ha marchado de rositas. Por el mar corren las liebres, por el campo las sardinas, tralará, tralará. Laus Deo.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Pedir disculpas, ¿y qué más?


La prensa señala que la infanta Cristina ha llegado a Barcelona. Eso no debería ser una noticia de primera página si no fuera por la “preocupación” de alguien que, en mi opinión, tiene “rabo de paja”. Iñaki Urdangarín está citado a declarar como imputado el próximo 25 de febrero por el juez del caso Palma Arena, José Castro. Lo que no acierto a comprender es que la Justicia no cite a declarar a la hija menor del Rey en un Estado de Derecho. Porque si la Justicia sólo se concibe en España, en la praxis, para intervenir en casos de “robagallinas” y de quinquis barriobajeros, apaga y vámonos. Uno, en su escasa sabiduría, no concibe que la Corona pueda resentirse de modo alguno por el hecho de que en nuestro país se cumpla la ley, cuando la ley es para todos. Pero uno, a pesar de ser consciente de su exigua sabiduría, es conocedor de sólo la persona del Rey es inviolable. Cuenta el abogado de Urdangarín, Pascual Vives, que “si éste -su cliente Urdangarín- ha hecho cosas que no son correctas, las reconocerá y en su caso pedirá las disculpas que correspondan”. Sí, eso queda muy bien en el caso de que alguien reconozca que ha delinquido. Pero no es suficiente el hecho de pedir perdón. Además del perdón, que debe llevar aparejado el propósito de enmienda (algo correcto en un país, el nuestro, donde sobrepasamos los cinco millones de parados), se debe proceder a una plena satisfacción de obra, o sea, a la devolución inmediata de lo despojado con marrulleras añagazas. Y a todo ello, habrá que añadir un inexcusable acatamiento a lo que pudiese determinar la fuerza de la Ley para casos semejantes. Todo lo demás no es cosa diferente a marear la perdiz.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Vivir en el lío


Le ha dicho Rajoy a Mas: “Vivo en el lío”, y éste le ha contestado: “Yo también, yo también”. Dicho así, uno tiene la sensación de que ambos políticos se han puesto a desmontar un olvidado reloj de Zapatero en el Palacio de la Moncloa y, al pretender montarlo de nuevo, les hubiesen sobrado piezas; o que se hubieran puesto a jugar una partida de ajedrez con fichas de parchís. Queda claro que ambos “salvadores de la Cosa Pública” están revolcados en una empalagosa crema catalana que les impide ver clara la salida del túnel. Rajoy pretende sacar adelante sus reformas prometidas y necesita de alguien, en este caso de CiU, para que colabore estrechamente y apruebe sus medidas en el Congreso, eso sí, tragando sapos y culebras y pasando por alto que tal coalición política votó en contra de su investidura. Agua pasada no mueve molino. Ya se ha confeccionado la ley de Estabilidad para meter en cintura el desmadrado gasto de las Autonomías. Ahora falta acometer otras dos reformas: la financiera, donde se primarán las fusiones bancarias y se atenderá sin rechistar a lo que señale Botín, y la laboral (“queda lo más duro y va a costarme una huelga general”), que según ya ha comentado posteriormente la ministra de Empleo, Fátima Báñez, “va a contar con el respaldo de todos los ciudadanos”. Esas cosas suceden cuando no se explican convenientemente en la campaña electoral y, una vez ganadas las elecciones, se tienen que hacer “por goteo” y con serena posología, o sea, una dosis cada viernes en desayuno, comida y cena, como si tratara el Presidente de hacernos tragar, por un lado, la milagrosa gragea de “laxen Busto”, para exonerar el vientre con ligereza y poder apretar más cada cinturón de los ciudadanos; por otro, la administración de unas gotitas en cada ojo de cloranfenicol oftálmico, para que podamos ver “lo más duro por hacer” de manera diferente a cómo la percibimos desde el fondo del pozo; quiero decir, con el optimismo de la señora Báñez. Entre el coste de una posible huelga general que vaticina un pusilánime Rajoy, que vive en el lío, y el respaldo a las nuevas medidas por parte de los ciudadanos, que predice Báñez, queda ese agujero negro del punto medio, donde habita la virtud. Yo no sé si uno y otra son conscientes de que, desde 2002 se han realizado siete millones de despidos y que el 60% de ellos han sido mediante despido exprés, como nos recordaban (“El País”, “Los equívocos del contrato único”, pág. 29) Valeriano Gómez y Luis Martínez Noval, economistas y exministros de Trabajo y Seguridad Social, el pasado martes 24 de enero. Si no lo han hecho todavía, deberían leerlo.