domingo, 11 de marzo de 2012

Rajoy y el artilugio mecánico


Señala Claudi Pérez hoy en “El País”, en su artículo “Eurodesencanto”, que “los argentinos saben que a veces la luz al final del túnel engaña y no es más que un tren de mercancías que se dirige hacia nosotros a toda velocidad”. Cierto. Por estos pagos no se ven brotes verdes. Menos aún ahora, que no llueve ni haciendo rogativas. Existe toda una generación perdida, nos atenaza el temor al contagio de un posible derrumbe griego y se comienza a mirar con envidia al “mileurista”. Empezamos a ser conscientes de que los palos de ciego que atiza el nuevo Gobierno sólo contentan a una mezquina Patronal que ahora se mira en el espejo de Juan Roig, el empresario valenciano, de la misma manera que antes se miraba en el espejo del indiano Ramón Areces, del banquero engominado Mario Conde o del empresario Ruiz Mateos, hasta que se acabó la diversión, llegó el comandante Boyer y mandó a parar. Claro, aquella era otra Patronal y, también, eran otros tiempos. Los políticos de entonces, los de la “bodeguiya”, se aplicaban el cuento de D’Stéfano cuando éste ganaba todas las Copas de Europa. La “Saeta Rubia” decía que “ayudar a un tonto es matar a dos inteligentes”. Pero, ahora, cada vez que habla Juan Roig los empresarios empiezan a “comerse el tarro” y es cuando Joan Rosell, como si le hubiesen dado cuerda, se sube a la parra y suelta eso de que “en España hay demasiados empleados públicos”, que los parados “quieren” miniempleos de 400 euros antes que no trabajar, y que debe haber más reducciones del impuesto de sociedades y más bonificaciones para las empresas. Y Juan Roig, el carnicero que montó Mercadona, en sus entrevistas, lanza perlas cultivadas a las ondas hertzianas al estilo de aquellos padrinos que arrojaban “perras gordas” y peladillas a la chiquillería tras el bautizo. Roig compara el copago sanitario con el cobro de las bolsas en el supermercado y asegura que “En España hay más de 7.000 bazares chinos porque hacen una cultura del esfuerzo que no hacemos nosotros”. Rajoy, por desgracia, pese al poco tiempo que lleva de inquilino en La Moncloa, se está empeñando en convertir en ceremonia de confusión todo lo que toca. Maneja el BOE a su albedrío, pero se le adivinan los trucos como al mago don Pirulo. Como escribió Ricardo Utrilla, en “Herencias y querencias” (“Cambio 16”, n. 564, p.15): “Si de raza le viene al galgo ser rabilargo, y echar a correr en cuanto ve a una liebre, necesaria resulta la picardía humana para conseguir que lo haga tras un artilugio mecánico. No vayamos a creer, al cabo de cuarenta años de dictadura, que los españoles llevamos en nuestros genes la inclinación al totalitarismo y el sometimiento.”

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