lunes, 2 de abril de 2012

Botella, Rouco y el espejo de Oesed


Josep Ramoneda se pregunta hoy en El País, “¿Qué credibilidad tiene un Gobierno que ha ocultado tres meses los Presupuestos del Estado por puro interés electoral?”. Los ganadores con mayoría absoluta en los últimos comicios generales están encantados de haberse conocido. Cargan contra los trabajadores, haciéndoles perder todos sus derechos, mientras amnistían a los defraudadores al Fisco. Mientras tanto, Ana Botella se ha marchado a Roma con Rouco Varela y otros miembros del “comité organizador”, para mostrar su “agradecimiento” a Ratzinger por la última olimpiada de la fe, esa J.M.J. a mayor gloria de los “kikos” que costó tanto dinero al contribuyente. El caso es gastar en viajes y salir en papel couché. Al “despliegue de un preocupante autoritarismo posdemocrático” -como señala Ramoneda- se une, a mi entender, otro preocupante despliegue, el del aparente fervorín católico de los amos del cotarro, de aquellos que hoy están en poder de la cuerda de trenzado y que se miran un día sí y otro también en ese “espejo de Oesed”, el espejo de la primera novela de “Harry Potter”, que no refleja la imagen de quien lo contempla, sino sus deseos más profundos. La cuestión es creerse sus propias mentiras con tal de tener adormecido a ese monstruo con forma de cuélebre de siete colas que en román paladino se llama nacional-catolicismo, que vuelve por sus fueros con la fuerza que le ha proporcionado la toma de “polvos Pinós” en un Estado de meapilas, donde los mitrados, hisopo en mano, se reconocen como imprescindibles en el sostén político de un pusilánime Rajoy, que está perdiendo la aguja de marear con su puzzle de reformas a tutiplén y su profusión de brindis al sol cuando sólo lleva cien días de mandato.

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