lunes, 14 de mayo de 2012

Bodas de "hojalata"



Leo hoy en “El Periódico de Aragón” una entrevista que Nuria Navarro le hace a Jaime Peñafiel a tumba abierta. De toda esa “desgarradora” entrevista, Jaime Peñafiel recuerda la tarde del 22 de noviembre de 1975, cuando entró en el despacho del Rey, proclamado sólo unas horas antes en el Congreso de los Diputados, y se encontró con la siguiente escena: “Entré en el despacho y me encontré a don Juan Carlos limpiando cámaras fotográficas con una bayeta y a la Reina sentada en una sillita leyendo telegramas. Durante las dos horas que estuve allí, el teléfono no sonó ni una sola vez y nadie llamó a su puerta. Los monárquicos estaban con don Juan; la derecha, en la capilla ardiente de Franco, y la izquierda, celebrando la muerte del dictador.” Hoy, 14 de mayo, se cumplen las Bodas de Oro de los reyes de España. No hay celebraciones oficiales, ni sellos y monedas conmemorativas. Nada. Parece como si este país se hubiera paralizado ante la gravedad de nuestra situación económica. La prima de riesgo supera los 476 puntos; el paro laboral aumenta implacable; el movimiento 15-M se está convirtiendo en un divieso en el trasero de Rajoy de muy difícil acomodo; el gobernador del Banco de España se ha transmutado para el PP en el chivo expiatorio de los males de Bankia, en el mono al que hay que dar leña… ¡Vaya lío! Curiosamente, aquel 14 de mayo de 1962 también coincidió en lunes. El novio llevaba uniforme de teniente de Infantería, la novia, un diseño de Juan Dessés. Boda en Atenas por dos ritos: el primero, católico, en la catedral de San Dionisio, el segundo, ortodoxo, una hora más tarde, en la catedral de Santa María. Luego, banquete en los jardines del Palacio Real. Menú: cóctel de bogavante, suprema de ave con verduras y salsa de estragón, foie-gras en gelatina, frutas variadas, helado de moka y una tarta nupcial, de cuatro pisos. Le siguió la luna de miel alrededor del mundo. En la prensa española apenas varias líneas en faldón de páginas interiores  por expreso deseo de Franco. Todo tiende a la estratificación. ¿También la Monarquía?

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