sábado, 19 de mayo de 2012

A "peñón" fijo


A mi entender carece de importancia si la reina consorte, Sofía de Grecia, ha asistido o no a la cena ofrecida por la reina de Inglaterra con motivo del LX aniversario de su coronación. Cuenta la prensa que el Gobierno le ha “impedido” su asistencia al evento por dos motivos; es decir,  por la anunciada visita de los  condes de Essex a  Gibraltar, y por los problemas existentes entre la colonia inglesa y los pesqueros españoles de la zona de Algeciras. A mi entender, los condes de Essex pueden visitar Gibraltar cuando les venga en gana, dado que Gibraltar es una colonia inglesa desde 1713. De igual manera, los reyes de España pueden visitar cuando lo estimen oportuno las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, que son españolas, además de  porque así lo quieren hoy sus habitantes,  porque Ceuta decidió serlo en 1640 y porque Melilla fue reconstruida prácticamente de la nada por los españoles en 1497. Lo que sucede es que los reyes de España no visitan esas Ciudades Autónomas, entre otras cosas,  por no “incomodar” al rey de Marruecos. Al año que viene se cumplirá el tercer centenario del Tratado de Utrecht, firmado por un Borbón, Felipe V, el 13 de julio de 1713 y donde, en su artículo X, se hacía una cesión de Gibraltar por parte del Rey Católico a la Corona de Gran Bretaña de “la plena y entera propiedad de la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno”. Un Tratado que había sido firmado unos días antes, el 1 de julio, actuando como plenipotenciarios el duque de Osuna y el marqués de Monteleón por parte de España, y el obispo de Bristol y el conde de Strafford por parte británica, que casi ponía fin a una Guerra de Sucesión (oficialmente terminó en 1714) que había durado 13 años y que, definitivamente, reconocía al nieto de Luis XIV y María Teresa de Austria (hija de Felipe IV) como “rey de España y de sus Indias”, tras la renuncia a sus derechos al trono de Francia y la cesión de los Países Bajos españoles al emperador Carlos VI, pretendiente austriaco al trono español desde la muerte del último rey de la Casa de Austria, Carlos II el Hechizado, su tío abuelo, sin  descendencia. A título personal, quiero pensar que a la reina de España no le ha importado demasiado el “impedimento” del Gobierno a su asistencia a unos actos en los que iba a tener sitio entre Gustavo de Suecia y Beatriz de Holanda. Isabel II había decidido no contar con la presencia del exrey Constantino de Grecia ni de su consorte, exiliados en Londres desde que cometieron el error de apoyar a los coroneles en su país, con el resultado de una sonora patada en su soberano trasero. Los reyes sin corona, por regla general, no son otra cosa que unos ciudadanos de a pie que suelen vivir del cuento allí donde se encuentran.

No hay comentarios: