miércoles, 6 de junio de 2012

El tránsito de Venus



El tránsito de Venus, visto así en la fotografía que nos presentan los medios, se me antoja como una peca en la cara del Sol, como aquel lunar que se  pintaba La Niña de los Peines cuando salían al “tablao” con faralaes para cantar la seguiriya “Tú no tienes la culpa”, acompañada al rasgueo de guitarra de Niño Ricardo, o sea, de don Manuel Serrapí Sánchez, a quien Dios tenga en su gloria, La alineación del Sol, Venus y la Tierra ha supuesto en la noche morada algo así como un amago de eclipse, como si una pulga se hubiera quedado quieta unos minutos en la mejilla del primo de “zumosol”. Esa alineación planetaria, que se produce dos veces cada siglo, no volverá a tener lugar hasta dentro de ciento cinco años, cuando todos los que ahora  habitamos el planeta Tierra estemos calvos y sólo, si acaso, se pueda escuchar alguna parapsicofonía con ese despectivo “mire usté” que utilizan en la actualidad Mariano Rajoy, Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio, y el resto de la comparsa, como muletillas machaconas en todas sus entrevistas; y que, posiblemente, serán rescatadas del olvido mediante cintas vírgenes por algún estudioso esoterista que utilizará la parapsicología de pandereta para vivir del cuento. Don Antonio Chacón, uno de los mejores cantaores de malagueñas, cartageneras y medias granaínas que ha dado España, solía decir que “tó lo que tiene soníos negros tiene duende”. Y su voz tuvo “duende” como puede comprobarse todavía en los viejos discos de pizarra de 78 r.p.m.,  acompañado a la guitarra en unas ocasiones por el maestro Habichuela, y  en  otras, por Manolo Badajoz, por el Hijo de Salvador, o por Niño Ricardo. Pero la voz de los políticos de la derechona tienen “soníos” negros y es conveniente tocar madera. El reciente tránsito de Venus, como el caracolillo de Estrellita Castro o la cajita de música que no funciona, son cartas de despedida. Los mediocres oportunistas andan sueltos para contarnos en los “telediarios” que la miseria es inevitable y, si pudieran los muy cabrones, nos dejarían  a mano la botella de brandy barato para que pudiésemos celebrar en familia nuestra ruina. Parecido a lo que decía el padre Laburu respecto al  rezo del rosario en familia, mientras los “López” de camisa blanca de “tervilor” cocían entre bambalinas,  ajenos a nosotros y a nuestros sacrificios cotidianos, un Plan de Estabilización que nos motorizó y nos trasladó a lejanos polígonos industriales con zurrón y fiambrera.

No hay comentarios: