viernes, 1 de junio de 2012

No me río, que me despeino el bigote



Días pasados visitaban los príncipes de Asturias Portugal. Cuánto debe aburrirse este matrimonio para dedicarse a hacer “viajes de Estado bis”  a un país vecino con el que no nos une casi nada por culpa de nuestro crónico y acostumbrado desdén. Se iba a hacer un tren de alta velocidad Madrid-Lisboa y ya ni eso. Pero a la prensa rosa lusitana (“Lux”  y “Flash!”) les ha faltado tiempo para hacer severas críticas a la princesa consorte: que si Letizia está muy delgada, que si se detecta una cierta frialdad entre el matrimonio, que si ella estaba tensa… Ya veremos este fin de semana en Valladolid cómo anda el aceite del candil regio. De momento, miembros de la Guardia Civil han dejado claro que preferirían que el Cuerpo les comprase chalecos antibalas antes que derrochar dinero público en una parada militar que cada día que pasa interesa a menos ciudadanos. Y el Gobierno, ¡qué decir del Gobierno! Su extrema debilidad interior y la falta de respeto exterior están haciendo de Rajoy el muñeco del pim pam pum entre sus colegas europeos. El martes pasado, García- Margallo marchó a Londres dispuesto a poner las cartas de Gibraltar boca arriba y las cosas en su sitio. Ja, ja, ja. El ministro de Exteriores regresó a Madrid cariacontecido, declarando posteriormente a la prensa que “la pelota estaba en el tejado” del Peñasco. Pero ahora nos enteramos de que el Gobierno estudia compensar económicamente a los pesqueros españoles que faenan por la zona del inglés por tener la fiesta en paz. Eso se llama pusilanimidad. Me recuerda aquella parodia de Gila cuando, tomando el teléfono, llevaba intención de echarle una tremenda bronca a su suegra. Pero cuando ella se puso al otro lado de la línea, Gila se limitó a decir: “Sí, señora, sí señora. Lo que usted mande”.

No hay comentarios: