martes, 17 de julio de 2012

El IVA del difunto



Juan Antonio Martín Pallín, magistrado emérito del Tribunal Supremo, escribe en El País a propósito de la subida del IVA en los actos funerarios. Cuenta que “cuando llegue el día de la partida estaremos aportando nuestro último tributo a las arcas públicas contribuyendo así al logro del sagrado equilibrio presupuestario y a la disminución del déficit público. Los mercados y Bruselas se lo agradecerán”. Julio Camba, en su artículo “Sobre el otro mundo”, al hacer referencia a los muertos decía que “hasta ahora todos habíamos creído que la ultratumba era un país maravilloso donde los hombres, liberados de sus preocupaciones terrestres, vivían una vida sobrehumana”. Es, quizás, por esa razón, que el Gobierno que preside Rajoy haya considerado como imprescindible la aplicación del Impuesto sobre el Valor Añadido en su grado máximo de tributación para todo lo relativo a los actos funerarios. Morirse, tanto para Bruselas como para Rajoy, es un valor añadido que hay que tomar en cuenta. Martín Pallín entiende sin embargo, como así lo entendemos el resto de los mortales, que “la muerte es un acontecimiento que, en la inmensa mayoría de los casos, no cuenta con la anuencia del sujeto pasivo tributario”. Desconozco si los economistas y los teólogos se habrán puesto de acuerdo en pagar por adelantado aquí lo que se vaya a disfrutar allí. Por si las moscas, el Estado aplicará el IVA de los entierros al tipo del 21 por ciento y la Iglesia Católica aumentará la tarifa de exequias y  asperges en no sabemos todavía qué proporción. También las floristerías pondrán más caras las coronas y hasta Vocento subirá el precio de las esquelas. Todo muerto que se precie deberá llevar junto al ataúd varias coronas de flores y,  bien sujeto con cinta adhesiva a uno de los lados del féretro los recibos de haber pagado el IVA y la correspondiente esquela en el ABC, que es donde hay que ponerlas. Ya saben que Cela las coleccionaba y hasta puede que ahora continúe con tal aseada práctica la insigne Marina Castaño.

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