viernes, 6 de julio de 2012

Un caimán con chaleco de moaré



Encuentro correcto que la Comisión Nacional de la Competencia multe a la SGAE, ese caimán con chaleco de moaré, por cobrar tarifas abusivas en la BBC, o sea, en bodas, bautizos y comuniones. No es de recibo que unos novios, que se acaban de gastar un pastón en un banquete, cuando mejor se lo están pasando por haber contratado a un cantante imitador de Rafael Conde, es decir, de El Titi, reciban la visita de unos “hombres de negro” dispuestos a recaudar por todo el morro, por haberse cantado “Colorines” y “Libérate” por ese cantante imitador vestido con un traje ceñido de lunares y sombrero cordobés a lo “Tío Pepe”. Pues nada, la SGAE a su bola. Según las tarifas vigentes, cobra a los salones por los derechos de música de su repertorio 1,5 euros por comensal hasta 75 invitados, y 1,3 euros cuando la boda o celebración tiene más de 75 invitados, con la aplicación de hasta el 15% de descuento a aquellos locales que están en asociaciones de hostería con las que la SGAE ha firmado un convenio. Este es un país donde hasta hace poco tiempo cobraban derechos de autor los herederos de Pérez Casas por una armonización de la Marcha Real, hasta dejar zanjado tan vergonzosa circunstancia con el Real Decreto 1560/1997, de 10 de octubre, donde se obtuvo  la adquisición plena por parte del Estado de los derechos de autor de aquella armonización realizada por Bartolomé Pérez Casas y revisada por Francisco Grau, coronel director de la Banda de música de la Guardia Real. Se hicieron algunas correcciones en la partitura. Según consta en ese Real Decreto, “el himno ha de tener tonalidad de Si b mayor y velocidad negra de 76 pulsaciones por minuto, con un esquema de AABB y una duración de 52 segundos”. De la letra mejor no hablemos. Existe una versión de 1927 hecha por Eduardo Marquina, otra de José María Pemán encargada por Miguel Primo de Rivera en 1928, modificando el autor gaditano parte de su letra después de la guerra civil y el triunfo de los fascistas. Así, en el segundo verso, “alzad la frente”, se trocó “alzad los brazos”, y el décimo verso, “los yunques y las ruedas” fue cambiado por “los yugos y las flechas”, cántico que sería obligatorio en todas las escuelas durante el franquismo. Había otra letra del himno aparecida en la Enciclopedia Álvarez en 1950 donde se exclamaban perlas cultivadas de este tenor: “Fuiste de glorias florido pensil/ hoy reverdecen a un impulso juvenil/ veinte naciones/ coronan tu sien…etcétera.”. Desconozco su autoría. Todavía coleó otro proyecto de letra para el himno nacional en tiempos de José María Aznar, propuesto por Jon Juaristi, Luis Alberto de Cuenca, Abelardo Linares y Ramiro Fonte, que no cuajó. Y otro más, propuesto en 2007 por el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco. Se eligió, entre las miles presentadas a concurso, la letra de Paulino Cubero, un parado de Granátula de Calatrava, Ciudad Real, de 52 años. “¡Viva España!/ Cantemos todos juntos/ con distinta voz/ y un solo corazón…” Vamos, una filfa. Tampoco salió adelante el proyecto ante las críticas recibidas.

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