jueves, 30 de agosto de 2012

Desembravecer




La gente es que es muy mala, oiga. Como hay media España haciendo de figurantes en  “los lunes al sol”, el personal cesante le da vueltas a la cabeza e intenta captar el porqué de que el duque consorte de Palma, más galán que Mingo, haya dejado temporalmente Telefónica sólo un mes después de que Alierta se le hubiese renovado contrato. Y ahora dicen los periódicos que vuelve a instalarse en Barcelona y que piensa trasladarse a un piso más modesto que el palacete de Pedralbes. Vivir en Barcelona es más práctico y queda más cerca de Andorra que el “Guasintón” americano; sólo está a dos hora de viaje si se hace el trayecto en el viejo coche de la infanta, un  utilitario de color verde que usan ahora en sus desplazamientos catalanes por no ventilar signos externos de riqueza, ¡qué horror!, que eso es cosa de raqueros nuevos ricos. Pero, ya digo, la gente es muy mala (como dice Ruiz Mateos respecto a la juez que le ha tocado en suerte: “Mala, mala, mala. Casi muero en el calabocillo. Si san Josemaría viviera hoy…”), anda con la mosca detrás de la oreja y no sabe en qué quedará lo de la paga de diciembre si hay rescate de España. Tampoco entiende, la gente, quiero decir, qué es eso del “banco malo”. Juan José Millás lo tiene bastante diáfano: “Es una institución pública a la que se van a desviar los activos tóxicos de los bancos, para dejarlos saneados a cuenta del contribuyente. Quiere decirse que el banco malo es fundamentalmente malo para usted y para mí, que vamos a pagar las juergas que se han corrido los banqueros con sus jubilaciones, prejubilaciones y orgías financieras en general. Además, como el Gobierno es coherente, pondrá al frente del banco malo a gestores horrorosos, quizá al mismo Rato, uno de los responsables de su nacimiento. No nos extrañaría que convocaran oposiciones inversas para seleccionar a lo peor de cada casa. Las ganarían los más torpes, quizá los más corruptos”. Y a mí, ciudadano de a pie en el acantilado, se me ocurre pensar que el futuro “banco malo”, que bien podría denominarse con un nombre rimbombante, verbigracia, Banco de Murciar, que es jerga germánica que puede gustar a Merkel, podría tener en la “sección de Cartera” a los más expertos cofrades de la pala,  chirlerines y calafates. Y en la “sección de Riesgos”, a los  más duchos en el arte de garrafiñar y andar al camino. Ayer el rey se reunía con el Consejo Empresarial, o sea, con los amos del Ibex 35, en el edificio de Telefónica, para buscar una salida a la crisis  y, como cuenta hoy El País,  “la  conveniencia o no de solicitar [por el Gobierno] un segundo rescate ‘blando’ a los socios de la eurozona”. Ni caso. Aquí no hay rescates blandos, que esto no es un colchón “Flex”. ¡Pero si ya se está negociando a espaldas del Congreso! La reunión de ayer del Consejo Empresarial carece de valor y no sirve ni siquiera para la confección de un editorial de fuste mientras los “dueños de España” intenten esclavizar a los trabajadores en activo que les consiguen enormes plusvalías y, de paso, sigan en la postura de mantener un vergonzoso desdén hacia los más de cinco millones de parados. España está hecha una criba y a los españoles nos tiene el Gobierno a media ración y a punto del finiquito. Sólo nos falta que esa olla de grillos que es el Consejo Empresarial nos aplique en plan paternal, por desembravecer a la famélica legión y por hacer buenos oficios, uno a uno y por orden, una lavativa en el antifonario. Quien pilla, pilla.

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