domingo, 26 de agosto de 2012

"El grito", de Cecilia G.




La noticia de que el comandante el Apolo 11 se haya muerto ayer merecería una tierna necrológica.  Neil Armstrong fue el primer ser humano en pisar la Luna en lo que estimo que fue una sublime excursión por un descampado. Contemplar el Planeta Azul desde el espacio imagino que puede ser objeto de una lograda foto para, al regreso del viaje, enseñársela a los conocidos de bar. “Mira, Pepe, el cielo resulta que es negro”. Y Pepe, que lo tiene muy oscuro por los barruntos de ese rescate europeo a España que se avecina, no le da demasiada importancia al hecho de que el cielo sea del color del azabache. Otro conocido de bar, Protasio, de lo que de verdad se alegra es de que ayer ganase el Zaragoza al Espanyol. Protasio conoció a Huesitos, atecano de nación, que en tiempos del lanzamiento del primer satélite artificial, el “Sputnik” soviético, en el ya lejano 1957, se armó de valor e intentó por todos los medios apuntarse para ir a Marte. Al final no pudo. No supo dónde poder estampar su firma. Un teniente de la Guardia Civil que había por aquellos años en el destacamento de Ateca le aconsejó que se olvidase de esa enfermiza intención, que esas cosas de los satélites artificiales se llevaban a cabo al otro lado del Telón de Acero. Y a Huesitos siempre le quedó una honda pena. “No tienes condiciones. ¿Qué quieres -le dijo el teniente-, acabar como la perra Laika? Además, tú no puedes ir al espacio porque tienes cosquillas”. Huesitos no pudo nunca ser lanzado al vacío, ni logró inscribirse en lista alguna ni tuvo entrenamiento para tan difícil contingencia. En la vida alcanzó la subvención necesaria que le pudiera ayudar en su objetivo.  Con resignación cristiana optó por cosas más simples, como acercarse todas las mañanas hasta el río Jalón para  pescar barbos con trasmallo, como hacía Rubito de forma magistral. Hay grandes colas para ver el Códice Calixtino en Santiago de Compostela  y para descubrir  y poder fotografiarse en grupo junto al nuevo “look” del eccehomo de Borja. La octogenaria Cecilia Giménez ha sido noticia en todos los medios informativos y su personal retoque a ese cristo de Limpias pintado sobre la pared de un santuario aragonés hace ochenta años ha dado la vuelta al mundo. Tal vez sea el nuevo “Grito” (como el de Edvard Munch), en versión carpetovetónica, frente a tantos dislates por parte de un Gobierno que ha perdido la aguja de marear. Y lo ha tenido que plasmar en la pared una octogenaria desconocida y con el rostro a surcos de “firestone”, a falta de noticias sobre el monstruo del Lago Ness, el verdadero protagonista de otros veranos menos crispados.

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