viernes, 3 de agosto de 2012

Todo se viene abajo




En este país se ha caído la bandera de la madrileña Plaza de Colón, el Rey ha dado un traspiés, la bolsa hace picos, la prima crece como la mala hierba y nuestras esperanzas sobre la compra de deuda por parte del Banco Central Europeo se apagan. Draghi nos ha salido rana. Esas cosas pasan hasta en las mejores familias. De nada ha servido que se licuase la sangre de san Pantaleón ni la abyecta sonrisa de alguien que en su día formase parte de la comisión de Goldman Sachs a la hora de maquilla los datos de Grecia  Hoy Rajoy ha contado a la prensa lo que debería haber contado y debatido en el Congreso de los Diputados, su espacio natural. De nada sirve que el Gobierno inste a la UE a que compre deuda de los países que “cumplen”. Pero si el problema es político más que económico. Draghi es un monaguillo de Merkel y Mario Monti no salió presidente del Gobierno italiano por mandato de las urnas. La obligación de Rajoy es negociar y dejarse de contar milongas. Se nos caen los palos del sombrajo, se nos viene abajo la bandera de Colón, tropieza el Rey en una escalinata y el convoy español, ese “sangay” al que le falta brío en su locomotora, lleva camino de ir directo a la vía muerta del rescate. Las medidas de Rajoy son insuficientes mientras no se adelgace la administración del Estado, esa asignatura pendiente. Demasiados asesores para un Ejecutivo caótico y demasiada jaula para tan poco pájaro. A España le vino bien Europa cuando aparó la mano para despilfarrar. Ahora, ese club de macarras exige sacrificios a los países del Sur y ni los españoles ni los italianos tenemos mentalidad calvinista. Hacemos lo que pide Merkel, pero sin convicción. No le demos vueltas.

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