martes, 4 de septiembre de 2012

Volatizar la melancolía



Mal futuro le espera a la “profesión” de gorrilla. Algo parecido les sucedió en su día a los “mozos del exterior”, o sea, a los maleteros de los andenes de estación, el día que se generalizaron las maletas con ruedas; o a los fotógrafos minuteros, a los cerilleros y a los limpiabotas de café, que dejaron de existir el día en el que los cafés se convirtieron en agencias de bancos. Paradójicamente, esos  bancos que sustituyeron a los cafés y que tanto daño han producido a la economía española, reciben importantes socorros del FROB a cargo del contribuyente. Leo hoy en el diario ABC de Sevilla que “la Policía interpone más de 900 multas a gorrillas en lo que va de año”. Los aparcacoches ilegales, si les digo la verdad, cumplen una función social a cambio de una propina, como también la cumplían los fotógrafos minuteros, los maleteros, los cerilleros y los limpiabotas. Hubo un cerillero en el madrileño Café Gijón, Alfonso González Pintor, más conocido por Alfonso, que hoy dispone de una placa en su recuerdo: “Aquí vendió tabaco y vio pasar la vida Alfonso, cerillero y anarquista”. Con motivo de su fallecimiento dejó escrito Arturo Pérez-Reverte que “de vez en cuando le daba el arrebato libertario y montaba la pajarraca; como una vez que sus jefes del Gijón lo tuvieron tres días arrestado en casa, sin dejarlo ir al trabajo, porque Joaquín Sabina se lo llevó a una taberna a calzarse veinte copas, y a la vuelta, un poquito alumbrado, Alfonso cantó las verdades a un par de clientes que se le atravesaron en el gaznate”. “Los intelectuales-decía- sois una mierda”. (“Cerillero y anarquista”. El Semanal, 21 de diciembre 2003). También  hubo un fotógrafo minutero en Zaragoza, Ángel Cordero Gracia, que permaneció soportando el cierzo detrás de La Lonja desde 1925 hasta 1978. Un caballito de bronce hecho por Francisco Rallo recuerda desde 1991 a aquel otro caballito de cartón-piedra de toda la vida, donde los padres montaban a los niños para la foto del recuerdo tras haber sido pasados de la mano de un infantico por  el manto de la Virgen del Pilar. Con el final de ciertas profesiones se volatizaron para siempre los lugares donde residía toda la melancolía.

No hay comentarios: