domingo, 21 de octubre de 2012

Lo que no deseo WERT




Meterme en el ordenador está resultando para mí de un sufrimiento indescriptible. El problema no está en la pantalla sino en el teclado. Cada vez que pienso sobre qué escribir, me concentro en las teclas y siempre aparece la palabra WERT arriba, a la izquierda, después de la “cu”. Al principio suponía que la falta de sueño me hacía ver lo que no era. Pero no, nunca aparecía Gutiérrez, García o Domínguez.  Siempre la palabra WERT. Es como una sopa de letras en la que no descubro nuevas palabras ni leídas a la inversa ni al cruzado ni de arriba a abajo… Sólo la palabra WERT. Parece un mal sueño. El actual ministro de Educación, Cultura y Deporte,  pretende “españolizar” a los niños catalanes; le parece excelente que exista separación de niños por sexo en los colegios subvencionados del Opus; entiende que “la fuga de cerebros españoles no es mala”;  ha subido las tasas universitarias de forma brutal a una clase media cada día más empobrecida;  se está cargando la enseñanza pública en beneficio de la privada, obliga a trabajar más horas lectivas a los docentes a cambio de un menor sueldo; volvió  a subvencionar el "Diccionario biográfico español" de la RAH con 193.000 euros, pese al subjetivo concepto de Luis Suárez Fernández a la hora de tratar la figura de Franco y la represión de aquel régimen; sustituyó Educación para la Ciudadanía por Educación Cívica y Constitucional “obligado” por la Conferencia Episcopal para evitar, según decía, el “adoctrinamiento ideológico”;  subió el IVA para material de trabajo escolar al 21%, etcétera. El actual ministro de Educación, digo, que se me antojaba como un tertuliano moderado antes de ser nombrado ministro, se ha convertido en un saco de sorpresas, socarrón, cínico y, lo que es peor, de escasa utilidad pública. Y ver su primer apellido en el teclado de mi ordenador me produce destemple, ansiedad y hasta el deseo irrefrenable de que le unten en el ojo ciego con una guindilla.

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