sábado, 3 de noviembre de 2012

Cortinas de humo




Las grandes empresas están a favor de agrupar festivos de cara al año que viene. Pero las pequeñas empresas no. Las cafeterías, los modestos hoteles, las agencias de viajes, las empresas de transportes de viajeros y, cómo no, hasta las tiendas de “chuches”, saben que los puentes constituyen un alivio para sus modestos negocios. Nunca llueve a gusto de todos y cada empresario arrima el ascua a su sardina. Cuenta el diario Abc que “La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, espera cerrar antes de que acabe el año un acuerdo para reducir el número de puentes festivos”. Por otro lado, la prensa señala que 2013 contará con un festivo menos. No es cierto. Cada comunidad autónoma cuenta con catorce días festivos. Lo que sucede es que 8 de diciembre, día de la Inmaculada, caerá en domingo pero se trasladará al lunes. Ahora lo que toca es negociar con los agentes sociales, la Conferencia Episcopal y las comunidades autónomas las fiestas de entre semana y su traslado a los lunes, para evitar los días de puente, salvo Navidad, la Fiesta del Trabajo y la Fiesta Nacional de España. Espero que me digan las lumbreras del Gobierno en qué día de la semana se habrán de celebrar  Jueves y Viernes Santo. A mi entender lo que realmente interesa a cualquier empresario que se precie de serlo es el cómputo global de las horas rendidas por cada trabajador, de acuerdo con cada convenio laboral. Todo lo demás son ganas de marear la perdiz. En España se trastoca la hora oficial para ahorrar no sabemos cuánto; el calendario, para que el rendimiento en el trabajo sea mayor; se quita la paga extra de diciembre a los funcionarios públicos para reducir la deuda del Estado; y como no hay más cera que la que arde, invitan a los parados sin ningún tipo de recursos (más de un millón setecientos mil) a tomar el bodrio, o sea, la sopa de convento. En este país los ricos son cada vez más ricos, los pobres cada vez más pobres y el Gobierno se troca en más ineficaz cada fecha que transcurre. Ante esta calamitosa situación, lo mejor será trasladar seis días de la semana a lunes para que, como sucedió tras la reconversión industrial de Vigo y el drama de los astilleros “Naval Gijón”, todos podamos estar tumbados al sol. Los responsables del Gobierno han tomado a los ciudadanos el número cambiado y manejan como trileros, además de la mentira, el “truco o trato”, como si cada día fuera  Halloveen y Mariano Rajoy ejerciera  su vocación de imitar a Jack el de la Linterna.

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