lunes, 26 de noviembre de 2012

El día después



Hoy toda la prensa comenta los resultados de las urnas en Cataluña ayer. Artur Mas ha amasado un pan como unas hostias y le ha hecho un favor a Esquerra Republicana, después de, como bien señala José Oneto en República.com, “tensar las relaciones con el resto del país hasta unos extremos intolerables, chantajear al presidente del Gobierno de España con el Pacto Fiscal, construir todo un prontuario independentista prometiendo ser un nuevo Estado en Europa que iba a superar en renta y en bienestar incluso a los países nórdicos, [y] montar una campaña electoral que ha costado más de 30 millones de euros cuando el paro afecta a casi 200.000 personas”. Eso le ha pasado a Artur Mas por pasarse de listo. También la prensa cuenta que los duques de Palma han visitado al rey Juan Carlos en el Hospital Quirón San José. En cuestiones familiares es mejor no opinar. Ya lo dice el refrán: más sabe el tonto en su casa que el listo en la ajena. Al final ya verán como el “caso Urdangarín” se disipa como el humo de un pitillo. ¿Todos somos iguales ante la Ley? Ja, eso no se lo cree ni el que asó la manteca. Uno, que ya peina canas, es consciente de que mala cuña es la de la propia madera. José Luis Martín Prieto, en La Razón, solicita de Botella una calle para Melchor Rodríguez, el delegado de prisiones en Madrid que ordenó el toque de queda desde las siete de la tarde hasta las siete de la mañana para evitar sacas nocturnas con destino a  Paracuellos. Pues vale, que se la concedan sin pérdida de tiempo. Pero tal propuesta, a mi entender, debería haberla hecho en su día el diario Abc (el “verdadero”, como dice Anson); o sea,  cuando era propiedad de Prensa Española. Posiblemente Melchor Rodríguez salvó la vida, entre otros muchos, a los hermanos Rafael, Cayetano, Ramón y Daniel Luca de Tena. En el fondo, lo que le molesta a Martín Prieto es que le hayan concedido una calle en Madrid a  Santiago Carrillo. Ahí le duele. Martín Prieto debería saber que todo en esta vida es relativo y que lo malo nunca es bueno hasta que sucede algo peor. Y aquí ocurrieron cosas peores después de 1936 y vergonzosamente se intentan silenciar por ver si se olvidan.

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