lunes, 11 de febrero de 2013

Abdicaciones, carnavales y fumatas




El próximo 30 de abril la reina Beatriz de Holanda abdicará al trono a favor de su hijo Guillermo Alejandro de Orange y dos meses antes, es decir, el 28 de febrero a las 20 horas, que ya es precisar,  lo hará Benedicto XVI, Obispo de Roma, a beneficio del cardenal que salga elegido en el cónclave y posterior “fumata bianca” que se eleve desde la Capilla Sextina. Y así lo ha manifestado Ratzinger en lengua latina para que todo el escalafón de papables con menos de 80 años de edad lo entienda. Ambos lo hacen, según han declarado, por su avanzada edad. Deberían tomar nota los políticos españoles, pero en España no dimite nadie aunque, en más casos de los deseados, la prensa les saque los colores por haber metido mano en la caja registradora o por  incompetencia manifiesta: léase Gürtel en el primero de los casos, o léase Madrid Arena en el segundo. Pero hoy es Lunes de Carnaval y las chirigotas de Cádiz ponen la nota de humor ante tanto sindiós. Los carnavales de Cádiz, que habían sido prohibidos el 5 de febrero de 1937 por orden del gobernador general Luis Valdés Cavanilles no fueron rehabilitados hasta 1947 por el gobernador civil, Carlos María Rodríguez de Valcárcel, tras la explosión del depósito de minas de San Severiano, en un intento de elevar el ánimo de los gaditanos aunque fuese en tiempo de verano y se denominasen Fiestas Típicas Gaditanas hasta junio de 1976. Desde entonces el carnaval se celebra en su tiempo precuaresmal, o sea, durante los tres días que preceden al Miércoles de Ceniza. Pero a lo que iba. Resulta que un rayo ha caído sobre la cúpula de San Pedro a las pocas horas del comunicado de renuncia de Joseph Ratzinger y muchos italianos tocan madera. ¿Será una señal? Parece que el actual Papa no desea llegar a la lamentable situación física de Wojtyla en sus últimos años. Y los españoles nos desternillamos de risa tras otras declaraciones, las hechas por Pérez Rubalcaba, que ha propuesto una “brigada antifraude” que intente poner orden ante tanta corrupción. Sus palabras me hacen recordar a aquellos componentes de la Santa Hermandad, creada por las Cortes de Madrigal de 1476, que iban vestidos con un chaleco de piel que dejaba al descubierto las mangas de una camisa verde y que nunca llegaban a tiempo al lugar donde se había cometido el delito. Pese a su ineficacia manifiesta, estuvo en funcionamiento activo en España hasta 1834, es decir hasta diez años antes de que Bravo Murillo ordenara al segundo duque de Ahumada crear  el Cuerpo de la Guardia Civil. A mí, qué quieren que les diga, las brigadas antifraude me recuerdan a aquella brigadilla de escopeteros que había en los andenes de los ferrocarriles. Iban vestidos de color maleta y su misión consistía en tratar de evitar el robo en vagones de mercancías por parte de los raqueros de muelle.

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