martes, 12 de febrero de 2013

Beatriz Talegón



Beatriz Talegón, secretaria general de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas, puso el dedo en la llaga del PSOE en el Congreso de la Internacional Socialista celebrada en Cascaes el pasado 5 de febrero. “Promover la revolución desde un hotel de cinco estrellas en Cascaes, llegando en coche de lujo”, como ella dijo a los reunidos al acto, ha levantado ampollas. De hecho, dos cargos de Juventudes Socialistas, Rubén García, de Guadalajara, y Antonio Lujosa, de Mallorca, además de Mikel Zabala, le han pedido por carta que dimita de su cargo, alegando que “no es la persona adecuada para lanzar ese mensaje”. Ya veo que escuece. Beatriz Talegón se ha convertido en la mosca cojonera de un PSOE que sólo se acerca a los ciudadanos en época electoral. Ya nadie les cree. Beatriz Talegón es al PSOE lo que Leonardo Boff al Vaticano. La Iglesia católica  no apoya la teología de la liberación, argumentando que “sus orígenes marxistas no son compatibles con el Evangelio”. Y los congresistas del PSOE en Cascaes se molestan y saltan en su asiento cuando se saben en horas bajas, como se desprende de los intentos de algunos militantes de hacer dimitir al que cuenta las verdades del barquero, en este caso Beatriz Talegón, al no ser, a criterio de ellos, la persona “adecuada” para mandar el mensaje. ¿Qué mensaje? A esos tres lerdos les contaría aquello del estudiante que le pide al barquero que le pase gratis a la otra orilla del río. El barquero le dijo que lo pasaría al otro lado si el estudiante era capaz de decirle tres verdades indiscutibles. Beatriz Talegón les ha contado a los miembros del Congreso una realidad irrefutable con una postura valiente. No es lo mismo predicar que dar trigo. Y los socialistas han sembrando en un erial donde sólo crece la mala hierba. El eco de las palabras de Beatriz en Portugal, exconcejal del ayuntamiento de un pueblo de la provincia de Guadalajara, ha logrado el “Trending Topic” tuitero, sólo comparable a la dimisión de Ratzinger. Y en medio de ese “tsunami” político, cuyo epicentro estuvo en Cascaes y que puede ser más destructivo para sus dirigentes que el famoso terremoto de Lisboa, ha quedado desdibujado el cese en el PP del presunto corrupto Jesús Sepúlveda. Los populares están soltando lastre. A Sepúlveda lo han precipitado al vacío desde la sede de Génova como hacían desde el campanario con las cabras en Salvanés de la Polvorosa.

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