sábado, 13 de abril de 2013

¡A otro perro con ese hueso!




No me gustan los escraches, como no me gusta la figura del hombre del frac. Comprendo que las protestas en la calle suben de tono cada día que pasa y ello es debido, entre otras muchas cosas, al poco interés que tiene el Gobierno en modificar una Ley Hipotecaria obsoleta y que cuenta más de un siglo de vida. Tampoco me gusta el talante de la secretaria general del Partido Popular. Esta señora, la señora De Cospedal, tilda a los escraches de “nazismo puro y duro”. Si hubiese dejado la frase ahí tendría pase. Lo que ya no acepto es que De Cospedal añada que estos escraches, los de ahora, sean “propios de antes de la Guerra Civil”. Doy por hecho que la señora De Cospedal sabrá cuáles eran las condiciones socioeconómicas en la República de Weimar, cómo afectó la crisis, qué política económica se siguió para combatirla y qué condiciones se crearon para que un partido radical marginado electoralmente se hiciera con el poder en 1933. Entre aquellas condiciones desfavorables de los años 30 Alemania estaba sumida en una hiperinfración, surgida entre los años 21 al 24, por los tremendos costes de la reparación de la Primera Guerra Mundial acordados en el Tratado de Versalles dentro de un vagón de tren. Y estamos hablando de más de 132.000 millones de marcos, que era mucho más del total de las reservas de oro y monetarias alemanas. Aquello provocó una constante subida de los precios domésticos, encareciendo los costes operativos del gobierno e incrementando el déficit público que se resolvía con una expansión monetaria. Si en 1914 hacían falta 4.2 marcos para cambiar a un dólar, en 1918 eran 8.91, en 1919, 47 y en 1921 ya subía a 330. A finales de 1922 el marco bajó hasta los 8000. Aquella hiperinflación motivó la ruina de miles de empresas y hogares. ¿Qué sucede hoy en España? El euro no puede devaluarse y las medidas necesarias para abaratar los costes de un Estado que empieza a descomponerse y de un Gobierno que da palos de ciego se centran, como todo el mundo sabe, en reducir los salarios hasta situaciones de casi esclavitud, disminuir las pensiones, reducir los gastos en Sanidad y Educación y quitar pagas a los funcionarios. ¡Pero si ya se anuncia que van a recortar en ayudas para los transplantes! Mientas esas cosas suceden en España, la señora De Cospedal llegó a cobrar por varios conceptos nada menos que 223.597 euros en 2010 y 158.389 euros en 2011. Aquí y ahora no se persigue a judíos ni España es la Alemania de los años 30. La secretaria general del PP debería medir sus palabras a la hora de hacer juicios de valor. Aunque, si así lo desea De Cospedal, puedo abrir la carpeta del franquismo para que gente como ella sepa de una puñetera vez qué actuaciones políticas de hoy me recuerdan tiempos pasados como si fueran dos gotas de agua. La señora De Cospedal debería dejar de decir sandeces propias de lerdos. ¡A otro perro con ese hueso!

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