sábado, 27 de abril de 2013

Adiós a Chocolates Hueso (II)




De acuerdo con lo apuntado por Germán Masid Valiñas sobre la vida y la obra de Francisco Hueso Rolland (nieto de José María Hueso y fundador de “Chocolates Hueso”), el 24 de diciembre de 1910, Francisco Hueso oposita a la carrera diplomática. Tenía 25 años, era abogado en ejercicio y vivía Ateca El ingreso en la carrera consular comienza el 5 de septiembre de 1912 y su primer destino es el de vicecónsul en Tánger. Desde 1913 y hasta 1953 realiza la diplomacia española en el extranjero: Tánger y París (1913), Por-Said (1916), Hendaya (1916), La Guaira, Hendaya y Roma (1919) y Pau (1925). En 1939 es nombrado cónsul de primera clase en Lyon. El 12 de abril de 1940 es ascendido a ministro plenipotenciario de tercera clase y se le destina al Ministerio de Asuntos Exteriores hasta 1948. Ese año, a propuesta de Carlos Miranda Quartín, Conde de Casa Real, es destinado al Alto Comisionado de España en Marruecos, en Tetuán, donde permanece hasta 1952, año en que solicita el traslado a Madrid. Es nombrado Jefe de la Sección de Política Cultural en el Mundo Árabe, de la Dirección General de Relaciones Culturales hasta su jubilación, el 24 de junio de 1953. Otra de sus facetas, además de la de bibliófilo, hace referencia a su afición por la encuadernación. Su obra más conocida es “Exposición de encuadernaciones españolas, siglos XII al XIX”, catálogo ilustrado de la exposición celebrada en 1934 en la Sociedad Española de Amigos del Arte. Francisco Hueso Rolland logró reunir un conjunto de encuadernaciones procedentes de la Biblioteca Nacional, Archivo Histórico Nacional, Archivo Nacional de Simancas, Academia de la Historia, Monasterio de El Escorial y otras que provenían de particulares como el duque de Alba, Vicente Castañeda o Félix Boix. Prologó “El Arte del Libro en España” (RAE, 1941) de Manuel Rico y por esas fechas publicó diversos artículos en el diario ABC sobre bibliografía. Por Germán Masid sabemos de igual manera que todos los libros de su propiedad llevaban su exlibris “impecablemente pegado en la contratapa y que guardaba estas marcas de propiedad, junto con las planchas, en un estuche de cerámica firmado por Daniel Zuloaga”. Su exlibris reproduce la cubierta del conocido catálogo de una exposición que promovió, sujetado por una mano. El conjunto está soportado por dos leones y lleva la leyenda “Scribere, nobilius, ligare munificentius”. Resumiendo, la biblioteca personal de Francisco Hueso fue en su día una de las más importantes de España. Hueso mantuvo relación de amistad con los Madrazo y guardaba varias acuarelas de paisajes y motivos árabes; con Daniel Zuloaga y con Mariano Fortuny Madrazo, que en 1932 le hizo un retrato al óleo. Como bien señala Germán Masid, “desde la Sociedad de Amigos del Arte, Francisco Hueso llegó a relacionarse con numerosas figuras del arte, del coleccionismo y del mundo del libro: editores, libreros y bibliotecarios (Gustavo Gili, José Ruiz Castillo, Ramón Miquel y Planas, Josep Porter, Pedro Vindel, Vicente Castañeda…), coleccionistas (Duque de Alba, Juan Lafora, Abelardo Linares, Roque Pidal, Teófilo Hernando, Luis Sivaregne, María Boix de Escoriaza, José A. de Weissberger) y a otras personalidades vinculadas al mundo del arte (Marqués de Lozoya, José Francés…)”. Recibió numerosas condecoraciones: la Gran Cruz del Mérito Civil, Caballero de Isabel la Católica, Oficial de la Corona de Italia, Orden del Mérito Húngaro, Comendador de la Orden de Wasa (Suecia) y Orden de la Mehdauia y  estuvo casado con María Dolores Bidegaín Cabrero Oyarzábal, nacida en La Habana en 1898 y fallecida en Madrid en 1999. Tuvieron dos hijos, Francisco y Julia. Francisco Hueso Rolland falleció el 18 de mayo de 1955

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