De acuerdo con lo apuntado por Germán Masid
Valiñas sobre la vida y la obra de Francisco Hueso Rolland (nieto de José María
Hueso y fundador de “Chocolates Hueso”), el 24 de diciembre de 1910, Francisco
Hueso oposita a la carrera diplomática. Tenía 25 años, era abogado en ejercicio
y vivía Ateca El ingreso en la carrera consular comienza el 5 de septiembre de
1912 y su primer destino es el de vicecónsul en Tánger. Desde 1913 y hasta 1953
realiza la diplomacia española en el extranjero: Tánger y París (1913),
Por-Said (1916), Hendaya (1916), La
Guaira, Hendaya y Roma (1919) y Pau (1925). En 1939 es
nombrado cónsul de primera clase en Lyon. El 12 de abril de 1940 es ascendido a
ministro plenipotenciario de tercera clase y se le destina al Ministerio de
Asuntos Exteriores hasta 1948. Ese año, a propuesta de Carlos Miranda Quartín,
Conde de Casa Real, es destinado al Alto Comisionado de España en Marruecos, en
Tetuán, donde permanece hasta 1952, año en que solicita el traslado a Madrid.
Es nombrado Jefe de la Sección
de Política Cultural en el Mundo Árabe, de la Dirección General
de Relaciones Culturales hasta su jubilación, el 24 de junio de 1953. Otra de
sus facetas, además de la de bibliófilo, hace referencia a su afición por la encuadernación.
Su obra más conocida es “Exposición de encuadernaciones españolas, siglos XII al XIX”,
catálogo ilustrado de la exposición celebrada en 1934 en la Sociedad Española
de Amigos del Arte. Francisco Hueso Rolland logró reunir un conjunto de encuadernaciones
procedentes de la
Biblioteca Nacional, Archivo Histórico Nacional, Archivo
Nacional de Simancas, Academia de la Historia, Monasterio de El Escorial y otras que
provenían de particulares como el duque de Alba, Vicente Castañeda o Félix
Boix. Prologó “El Arte del Libro en España” (RAE, 1941) de Manuel Rico y por
esas fechas publicó diversos artículos en el diario ABC sobre bibliografía. Por
Germán Masid sabemos de igual manera que todos los libros de su propiedad
llevaban su exlibris “impecablemente pegado en la contratapa y que guardaba
estas marcas de propiedad, junto con las planchas, en un estuche de cerámica
firmado por Daniel Zuloaga”. Su exlibris reproduce la cubierta del conocido
catálogo de una exposición que promovió, sujetado por una mano. El conjunto
está soportado por dos leones y lleva la leyenda “Scribere, nobilius, ligare
munificentius”. Resumiendo, la biblioteca personal de Francisco Hueso fue en su
día una de las más importantes de España. Hueso mantuvo relación de amistad con
los Madrazo y guardaba varias acuarelas de paisajes y motivos árabes; con
Daniel Zuloaga y con Mariano Fortuny Madrazo, que en 1932 le hizo un retrato al
óleo. Como bien señala Germán Masid, “desde la Sociedad de Amigos del
Arte, Francisco Hueso llegó a relacionarse con numerosas figuras del arte, del
coleccionismo y del mundo del libro: editores, libreros y bibliotecarios
(Gustavo Gili, José Ruiz Castillo, Ramón Miquel y Planas, Josep Porter, Pedro
Vindel, Vicente Castañeda…), coleccionistas (Duque de Alba, Juan Lafora,
Abelardo Linares, Roque Pidal, Teófilo Hernando, Luis Sivaregne, María Boix de
Escoriaza, José A. de Weissberger) y a otras personalidades vinculadas al mundo
del arte (Marqués de Lozoya, José Francés…)”. Recibió numerosas
condecoraciones: la Gran
Cruz del Mérito Civil, Caballero de Isabel la Católica, Oficial de la Corona de Italia, Orden del
Mérito Húngaro, Comendador de la
Orden de Wasa (Suecia) y Orden de la Mehdauia y estuvo casado con María Dolores Bidegaín
Cabrero Oyarzábal, nacida en La
Habana en 1898 y fallecida en Madrid en 1999. Tuvieron dos
hijos, Francisco y Julia. Francisco Hueso Rolland falleció el 18 de mayo de
1955
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