Lo que nos faltaba. Ahora, cuando
hasta el monárquico ABC apuesta por un cambio en la Jefatura del Estado, está
a punto de aparecer un libro en Editorial Foca, “Adiós, princesa”, de un primo
de Letizia Ortiz, David Rocasolano, ventilando ciertas cuestiones íntimas de su
prima, la princesa de Asturias. Por dignidad, nadie debería adquirirlo en las
librerías. Por dos motivos: uno, por tratarse de un libro escrito desde el
resentimiento; y, dos, porque la decisión de determinados actos voluntarios,
los que fueren, pertenecen enteramente al ámbito privado de las personas. David
Rocasolano demuestra con la publicación de ese libro que la lealtad a su sangre
no es una de sus virtudes. Podrá tener su “minuto de gloria” firmando
ejemplares, pero merecerá el mayor de mis desprecios. Cualquier ciudadano
merece respeto y consideración. La princesa Letizia, también. No se puede ni se
debe convertir España en una corrala llena de chismosos al estilo de la Casa de Tócame Roque, que
tuvo situada en la madrileña calle del Barquillo, que tuvo que ser demolida en
1850 y que dio pie para que don Ramón de la Cruz escribiese el sainete “La Petra, la Juana, o el buen casero”.
España está pasando por una crisis económica de tremendo calado, la corrupción
aflora como si se hubiese destapado un frasco y
derramado toda la porquería existente en su interior, la
Casa Real pasa por momentos delicados,
muchos ciudadanos sufren el paro y pasan hambre, etcétera, pero este país no
puede convertirse en un campo de Agramante, con riñas, discusiones, confusión y
desorden. No es tiempo, tampoco, de hacer sainetes al estilo de “Los bandos del
Avapiés o la venganza del Zurdo”. Letizia Ortiz está llamada a ser reina
consorte por su matrimonio con el futuro Felipe VI y los españoles, también por
dignidad, estamos obligados a respetar la vida privada de las personas. No todo
vale en democracia cuando se falta al respeto de las Instituciones y de las
personas. Ni trenes expresos embistiendo a carros de gitanos ni mandangas. Si
quiere respeto el ciudadano David Rocasolano, deberá ganárselo sin hurgar en
heridas ajenas produciendo daño.
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