Había una bandera de España de
enormes dimensiones en la zaragozana Plaza de Aragón. Con motivo de las obras
del tranvía, esa bandera se instaló en la Plaza de España. Y ahí permaneció hasta que una
volada de cierzo rompió el mástil donde ondeaba día y noche. El resultado fue
que la bandera no se repuso y ahora el PP exige que vuelva a colocarse. Hombre,
a mi entender, la bandera de España ya se encuentra en un balcón de la antigua
Capitanía General de la V Región, en la Diputación Provincial,
en la Delegación
del Gobierno y en la Alcaldía
de Zaragoza, todos en lugares próximos entre ellos, con lo que el tema de la
bandera debería haber quedado zanjado. A mi entender existen otras prioridades
de tipo social, donde se han hecho importantes recortes por parte del
Ayuntamiento, a las que se debería
atender con mayor urgencia. No seremos más españoles por tener mayor número de
banderas ondeando al viento, pero sí seremos más ciudadanos si se invierte más
dinero en albergues, residencias de ancianos, etcétera. Según Eloy Suárez, el
alcalde Belloch “transigió con lo que era una reivindicación de Chunta
Aragonesista y que entraba dentro de un pacto oculto para mantener la
alcaldía". Lo que sucede es que, como señalaba hoy en “República.com”
Pablo Sebastián, “el pacto contra natura entre los demócratas y
franquistas incluyó en la
Constitución de 1978 graves carencias democráticas que hoy,
flagrantes en la crisis general del Estado, se aprecian con nitidez y explican
el cómo hemos llegado a esto. Nos referimos a un modelo, monarquía
parlamentaria donde: el Rey se excedió en sus funciones; la soberanía reside en
el aparato de los grandes partidos y no en el pueblo o en el Parlamento,
gracias a una ley electoral restrictiva, no representativa ni proporcional, que
hace que España sea el único país de nuestro entorno que no elije de manera
directa a sus gobernantes y representantes; donde no hay separación de los
poderes del Estado, sino la separación de sus funciones; y donde la acumulación
de todos los poderes permite la impunidad sin controles democráticos ni de la Justicia de los
dirigentes, gobernantes y poderosos, facilitando el oscurantismo del poder y el
inmenso pantano de la corrupción; y donde la estructura territorial del Estado
autonómico es resultado de un impostado reparto que ha fracasado con estrépito,
aumentado la corrupción y dañado la cohesión nacional”. Tal vez por esa razón
el PP de Aragón está tan interesado en que se reponga la descomunal bandera de
España en el centro de Zaragoza. Es posible que estos señores de la Derecha estén en la
creencia de que el hábito hace al monje y que forrarnos de banderas bicolores
nos hará más mansos, si cabe, ante ese
oscurantismo que sirve de pesebre a muchos patrioteros.
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