He leído por ahí, en un periódico
de la derecha, claro, que parece incomprensible que un diputado esté aforado y
una infanta no lo esté. Normal. El diputado representa la voluntad del pueblo
soberano y una infanta no representa a nadie. Al menos yo no me siento
representado por ella ni cuando asiste a la botadura de un buque de la Armada. Es, cuando tales “folclorismos” salen a escena, una
señora de peineta situada en un lugar preferente en un acto castrense. Para eso,
a mi entender, sirve cualquier mujer que vaya de esa guisa tras la peana en una
procesión del Corpus en Toledo, incluso De Cospedal. No me interesa si Cristina de Borbón “bajará
la cuesta” o no la bajará. Está por ver qué dice la Audiencia Provincial
de Palma de Mallorca. Ahora pretenden algunos insensatos que el artículo 56.3
de la Constitución
pueda ampliarse a la figura del heredero de la Corona. Esos mismos insensatos,
de llevarse a cabo tal ampliación (inviolabilidad y falta de sujeción a
responsabilidad), posiblemente pedirían más tarde que ese paraguas cubriera al
resto de la Familia Real,
con lo que no podrían ser imputados, al menos en este caso, ni Urdangarín ni su
consorte. Además, ¿qué cara se les quedaría a los españoles si eso fuese así? Otros
descerebrados entienden que, al menos, tal impunidad debería aplicarse al Heredero “cuando éste asume funciones
representativas propias del rey, como ocurre ahora”. Pues tampoco. Digo más, no
sólo no debe aplicarse tal impunidad a
quien ejerce esas funciones, sino que el Rey nunca debería haber tenido tales
privilegios, más propios de la Edad Media,
o de un franquismo que los demócratas aborrecemos. En un Estado de derecho
ningún español debe irse de rositas esquivando el peso de la ley cuando comete
alguna tropelía. Ser imputado de ninguna de las maneras equivale a estar
acusado. Pero aforamientos, los justos. Parece ser, como declaró el año pasado
Torres Dulce en “La Razón”,
que al Fiscal General del Estado le preocupa esa falta de “aforamiento” en el
caso del Heredero. Tal vez suceda que Torres Dulce no está a la altura de las
circunstancias, como tampoco parecen estarlo Ruiz-Gallardón y Rajoy.
Presuntamente, si hacemos caso a lo que cuenta Jiménez Losantos en “Libertad
Digital”, la infanta “trincó tanto como
Urdangarín, en Nóos
y sobre todo en Aizoon”. Está por ver todavía. Dice García-Margallo que la imputación de la
infanta no ayuda a la “marca España”. Desde luego a lo que no ayuda nada es al
prestigio de la Corona. La
“marca España”, para los europeos que contemplan nuestro maltrecho devenir
histórico, es poco más que una marca de patinetes. Así de claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario