jueves, 2 de mayo de 2013

Los brillantes de la princesa




Mucho se habla en la prensa del corazón sobre la “tiara” que Letizia Ortiz portó sobre la cabeza durante la cena de despedida de la reina Beatriz de los Países Bajos, una joya que Alfonso XII encargó a J.P.Colins en 1879 para  Cristina de Habsburgo-Lorena. No termino de entender el empeño en llamar tiara a algo que no lo es. La tiara es una mitra alta con tres coronas de origen bizantino y persa que representa el símbolo del papado. No se trata, por tanto de una tiara, sino de una diadema en forma de cofia. Llamemos a las cosas por su nombre. Por cierto, esa joya de tan importante valor fue vendida posteriormente, como se hizo con todo su patrimonio, por parte de los distintos miembros de la esa familia. Franco la volvió a comprar, con el dinero de todos los españoles,  como regalo de bodas a Sofía de Grecia y sería lucida el día de su boda en Barcelona por Cristina de Borbón con Iñaki Urdangarín. Es una diadema de estilo modernista con talla brillante y talla perilla, con motivos florales y vegetales, y una flor central adaptada para broche. Importante tesoro sobre la cabeza de la princesa consorte de Asturias, presente al acto de Ámsterdam  en representación de la Casa Real de un país, el nuestro, que cuenta con la escalofriante cifra de más de seis millones de desempleados. Nada que objetar sobre el vestido de Felipe Varela. Muy elegante. La diadema en cuestión creo recordar que ya fue lucida por Letizia Ortiz en la boda de Victoria, la heredera sueca, y Daniel Westling el 19 de junio de 2010, cuando en España un tal Rodríguez Zapatero comenzaba a divisar los primeros brotes verdes de no sabemos  qué tipo de cardo borriquero.

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