lunes, 17 de junio de 2013

José de la Cavada y de los grandes expresos europeos




A José de la Cavada, que tiene apellido de enterrador, y que es el responsable de relaciones laborales de la CEOE, le parece fatal que los trabajadores de acuerdo con el Estatuto, tengan derecho a cuatro días de permiso por fallecimiento de un familiar de primer grado porque, según dice, “los viajes no se hacen en diligencia”. José de la Cavada, que además de tener apellido de enterrador es un auténtico lerdo, entiende que con los vehículos actuales los trayectos se hacen en una hora o dos  todo lo más, como así lo puso de manifiesto durante la clausura de la presentación del ‘II Informe Adecco sobre Absentismo’, celebrada este lunes en Madrid. Es decir, por poner un ejemplo, que yo vivo en Leitza (no confundir con Letizia, la antigua presentadora de un telediario) que está en la merindad de Pamplona y en el valle de Leizarán y debo desplazarme pongamos por caso hasta Ayamonte, que está en Huelva y junto a la desembocadura del Guadiana. El motivo es que se me ha muerto la madre política y pensamos enterrarla en esa ciudad a los acordes del pasodoble del mismo nombre interpretado por la Banda del Empastre. Pues nada, como no tengo coche propio y la vieja “lambretta” lo más que llega sin que la bujía haga la perla es hasta Larráun, me monto en autobuses de línea y en menos que canta un gallo puedo estar perfectamente del mundo al otro confín, como se cantaba en aquel relato radiado de mi infancia: “Mañana podré tener / un príncipe que me sirva / del mundo al otro confín / nadie sabrá que me llaman / el enano saltarín”. José de la Cavada es un tipo que, además de tener apellido de enterrador y ser un auténtico lerdo, es un acosador laboral, como quedó demostrado en 2010 por la Inspección de Trabajo, que le impuso una multa de 25.000 euros por acoso laboral. Según especificaba el acta: “cometió una infracción “muy grave” por el “trato humillante” y las prácticas “irrespetuosas”, “ofensivas” y hasta “intimidatorias” a las que sometió a sus empleados durante más de un año, además de detectarse indicios de acoso por razón de género”, (“elEconomista.es”, de fecha  4.10.10). A José de la Cavada, en fin, habría que enviarle a cavar sepulturas a pleno sol en el desierto de los Monegros. Es lo que se merece este cretino.

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