lunes, 1 de julio de 2013

A vueltas con el "Corona"





Fernando Andréu Merelles, que sustituyó a Carlos Dívar como juez de instrucción número 4 de la Audiencia Nacional, que lleva casos tan significativos como el de la “mafia china” o el “caso Bankia”, ha zanjado el asunto sobre el desgraciado incendio del Hotel Corona de Aragón el 12 de julio de 1979 donde oficialmente murieron 79 personas, señalando que no se trató de un acto terrorista. Lo que no se entiende, entonces, es cómo en el BOE del martes, 22 de febrero de 2011 (núm.45, secc.III, p.20601) aparece el Real Decreto 251/2011, de 18 de febrero, por el que se concede a título póstumo la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a Vicente Rubert Cherma, María Fernanda Rubert Gimeno, Juan Ramón Albanell Cristóbal, Santos Ainsa Cristóbal, Joaquín Antonlí Berenguer, Joaquín Danzberger Ammermann, Leocadio de Olavaria García-Rivero, Inmaculada Fernández Caballero y Wallace Kent Foster, todos ellos fallecidos en el incendio. Se trata de la disposición 3534 del Ministerio de la Presidencia, firmada por Ramón Jáuregui Atondo y por Juan Carlos R. Algunos familiares reclamaron por la vía civil y un juez dictaminó en 1985 que en el incendio hubo “un elemento extraño o exógeno que bien pudo ser un pirogel de fácil composición, cómodo y disimulado transporte, rápida y discreta colocación por expertos y de accionado controlado, capaz de provocar altas temperaturas, entre los 1.000 y 1.200 grados”. Pero finalmente sería desestimada la demanda de los familiares. En 1989, el Tribunal Supremo entendió que hubo intencionalidad en el incendio; y un posterior dictamen del Consejo de Estado (marzo de 2000) encargado por el Ministerio de Interior concluyó que las víctimas de ese incendio debían recibir las ayudas previstas en la Ley 32/1999 de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo. Finalmente, el 10 de febrero de 2009, el Tribunal Supremo asumió que el incendio del Hotel fue intencionado y concedió una ayuda reservada a las víctimas del terrorismo a una de las víctimas. ¿Raro, no? Y ahora, 34 años más tarde, el juez Fernando Andréu señala que el caso de Hotel Corona de Aragón no fue un acto terrorista. Pues nada, será verdad que todo empezó, como algunos comentaron en su día, en la churrería del bar  “Formigal”, hoy desaparecido, que estaba situado en los bajos del edificio. Ya no sé qué pensar.



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