jueves, 4 de julio de 2013

Sobre abusos, defensas y tutelas




Fernando García Vicente, Justicia de Aragón desde hace 15 años, entiende que esa figura no debe desaparecer. Está bien que lo diga quien vive de ello placidamente. Sin embargo, por algo habrá que empezar si queremos hacer recortes en la Administración. Dos millones de euros de presupuesto sí me parece una importante cantidad de dinero cuando en Aragón existen tantas carencias sociales. Una de las tres funciones encomendadas a esa figura es la de defender  los derechos y libertades de los ciudadanos frente a los posibles abusos de la Administración pública. ¿Alguien defiende al ciudadano frente a la Administración? ¿Y frente a las presuntas corrupciones políticas a todos los niveles? Que yo sepa, no. Las otras dos funciones son la defensa del Estatuto de Autonomía de Aragón y la tutela de su Ordenamiento Jurídico. Pues bien, la misión principal para la que se creó, en el sigloXII, fue la de mediar en las pugnas entre el rey y la nobleza. La verdad, eso hoy suena a cuentos de hadas. Con muy buen criterio, Felipe V suprimió esa figura en 1711 por medio de los Decretos de Nueva Planta. Pero con la llegada de la democracia y la partición de España en 17 Comunidades Autónomas, se rehabilitó el zaragozano Palacio de Armijo para dar cabida a ese obsoleto cargo en 1982. A mayor partitocracia, mayor número de despachos. La última sinrazón ha sido la creación de las comarcas, tan defendidas por el PAR. Y en esas estamos. Comprendo que el jurista Fernando García Vicente se encuentre muy cómodo con ese cargo que le propuso el Partido Popular y el voto unánime de toda la Cámara. Una Cámara, por otro lado, cuyos miembros cobran dietas abultadas en cada pleno de La Aljafería aunque gran parte de los mismos tengan su residencia habitual en Zaragoza. ¿Existe mayor desvergüenza? Fernando García Vicente, que en julio de 2010 ya cobraba 5.848’80 euros brutos mensuales, propuso entonces  recortarse su sueldo en menor medida que los diputados, pero la Mesa de las Cortes y la Junta de Portavoces rechazaron esa peregrina propuesta. Y entonces, su respuesta a esa negativa fue la siguiente: “No es solución para resolver los problemas de la Administración bajar los sueldos de los funcionarios”. Yo le diría a García Vicente que no es la solución, en efecto, pero sí parte de la solución. Su postura me recuerda el chascarrillo de aquel grupo de comunistas que pretendía que la riqueza nacional se repartiese por igual entre todos los españoles. Y de pronto alzó uno de ellos la voz para gritar en público: “Sí, conforme, pero la bicicleta es mía”. García Vicente lo que no quería, ya en 2010, era tener los mismos recortes en su nómina que el resto de los diputados, incluido el presidente. En suma, el recorte de funcionarios es necesario cuando existen duplicidades de gestión en distintos organismos; y los recortes en las nóminas de todos ellos, en cambio, es una decisión política discutible y discutida. Pero la desaparición de la figura del Justicia de Aragón, además de necesaria es de sentido común, si se tiene en cuenta que supera con creces lo que cuesta a lo que resuelve.

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