miércoles, 31 de julio de 2013

Sostener el sistema



Yo no sé por qué razón se mosquea la gente. En La Moncloa se acaba de sellar el Pacto por la Sostenibilidad y la Calidad del Sistema Nacional de Salud, que suena hasta bien. Parece que con ese “pacto-analgésico” deberían desaparecer de inmediato los males patrios, que son muchos. Pero no. Eso de las nuevas estrategias para impulsar la gestión clínica equivale a decir que los enfermeros podrán prescribir determinados fármacos, hasta ahora sólo permitido a médicos y odontólogos. Y digo que yo no sé la razón por la que se mosquea la gente ante esa nueva situación que deroga la Ley del Medicamento de 2006. Cuando uno acude a la oficina de Farmacia y desea hacer una consulta sobre un dolor que persiste en un oído o en una pierna, lo normal sería que dolorido ciudadano consultase con el farmacéutico  sobre qué remedio podría paliarle tal padecimiento sin tener que acudir a consulta médica ambulatoria. Pero lo normal en estos casos es que el que da consejos no es el farmacéutico que, curiosamente, siempre ha salido un momento para hacer una gestión,  rellenar el boleto de la primitiva, o tomar su tercer café en el bar de costumbre y, ya de paso, echar un vistazo a los obituarios que aparecen en la prensa regional. “Vaya -piensa mientras lee-, a Paco, el de la tienda de novelas, no le sentó del todo bien el ácido alendrónico; y  a Gómez, el de los ultramarinos, le fue fatal la toma de “Septrin Forte”. Pero, mientras, el mancebo de botica resabiado, se explaya lanzando carrete al sufrido cliente, que le observa ensimismado y de forma parecida a  cuando yo le cuento a mi nieta Candela, que sólo tiene dos años, la  extraña personalidad del Sacamantecas. Día llegará, a este paso, que no será necesario que el enfermero de turno expenda recetas como el que confecciona vales para que el indigente pueda tener  derecho a comer la sopa de conventos. No tardando mucho, ya se encargará la ministra Mato de confeccionar otro nuevo Pacto de Sostenibilidad para que sea la limpiadora del hospital la que se encargue de esas cuestiones burocráticas. A fin de cuentas, el Sistema Nacional de Salud está muy relacionado con la higiene y nadie como ella, la encargada de la escoba y la fregona, para administrar “Fairy” en el cubo del agua y penicilina en los baldados cuerpos. Todo sea en beneficio de la sostenibilidad del sistema sanitario y a mayor gloria de Mariano Rajoy.

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