jueves, 15 de agosto de 2013

Apologías




Estos días celebran fiestas patronales muchos municipios de España, entre ellos Pinto, en la provincia de Madrid. Y en Pinto, su alcaldesa, Miriam Rabaneda, del Partido Popular, “consintió” días pasados que en la plaza de toros de esa localidad se hiciera apología del nazismo. Su obligación debería haber sido, a mi entender,  la suspensión de los actos taurinos, en aquel caso un encierro, y el borrado inmediato de “Adolf Hitler tenía razón" seguido de una esvástica en las tablas que rodean la plaza. Su argumentación posterior en Twitter aclaró que “el encierro continuó por motivos de seguridad, para no dar publicidad a indeseables y quienes no tuvieran culpa no se quedaran sin toros”. No  me sirve. Aquella frase no estaba hecha a grandes trazos y con prisas. Su rotulación era perfecta y llevó su tiempo. ¿Quién custodiaba las llaves de la plaza? Terminado ese encierro fue cuando los encargados de la limpieza repintaron de rojo esa parte del coso. Estos días, digo, hay multitud de fiestas populares y   espectáculos taurinos de la más diversa índole, desde el toro ensogado hasta el aborrecible toro de fuego. No entraré yo aquí “al trapo” sobre si se respeta o no el Reglamento sobre Espectáculos Taurinos contemplado en el Real Decreto 112/1996, de 25 de julio (B.O.C.M. 29/7/1996) en Pinto. En España esta tipificada en el Código Penal la figura de apología del terrorismo pero no la de apología del nazismo ni tampoco la apología del franquismo, si tenemos en cuenta las desafortunadas declaraciones de Jaime Mayor Oreja, a propósito de la Ley de la Memoria Histórica, en las que declaró en una entrevista en “La Voz de Galicia”, en octubre de 2007, que “el franquismo fue un periodo de extraordinaria placidez”; y que, el mismo político, el 7 de marzo de 2010, durante la tercera manifestación contra el aborto en sólo un año, equiparó el aborto como “algo propio de los bolcheviques”. Y se quedó tan ancho el tío. Eran los tiempos en los que Juan José Cortes, padre de la niña Mari Luz, era utilizado por el PP como si fuese un “kleenex”.

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