viernes, 23 de agosto de 2013

El "wingfly"



La práctica del “wingfly” tiene un peligro evidente, si consideramos el accidente y posterior fallecimiento de Álvaro Bultó, en los Alpes suizos al tratar de imitar el vuelo de las aves con unas alas artificiales. El ser humano, que ha pasado de jugar a la brisca y a los bolos a lanzarse desde el balconcillo de un hotel playero hasta una piscina en lo que ya se ha dado en denominar como “balconing”, ha perdido la chaveta. En abril pasado fue un eurodiputado alemán del partido CDU el que saltó a una piscina desde un séptimo piso en el “Little Palace” de Lloret de Mar, donde se celebraba una eurocumbre sobre la Ley de Costas. Tenía 45 años y murió en el acto. Horas después, otro eurodiputado, en este caso un conservador británico de 57 años, sufrió la misma suerte. Y en ese mismo mes, otro “torie” británico de 62 años se fracturó el cráneo cuando intentaba saltar de balcón a balcón de madrugada para encontrarse con una socialista polaca. Eso de “balconear” parece ser que se le daba bien a un conocido mío, Ceferino Machichaco, hasta que en cierta ocasión regresó a casa el marido de una señora cuyo nombre evitaré, al que le tocaba turno de noche, por culpa de un dolor agudo de barriga. El encargado le dijo a Paquito Ferrusola que se marchara a casa, que tomase una infusión de manzanilla con unas gotas de anís, a ser posible anís “Machaquito”, y más tarde se aplicase una lavativa, y que cuando se hiciese de día visitara al médico en el ambulatorio. Pero cuando Paquito Ferrusola abrió la puerta de su casa, Ceferino Machichaco tuvo que salir al balcón de la alcoba con los calzoncillos y los pantalones en la mano. Menos mal que era un entresuelo. Ceferino Machichaco pudo saltar a la calle y desaparecer en la noche entre la bruma morada de una ciudad casi desierta. Se dislocó un tobillo y, a la mañana siguiente, en la sala de espera del ambulatorio coincidió con Paquito Ferrulosa. Sólo se conocían de vista. A lo mejor Dios mandó que se encontrase Paquito con Ceferino para que lo escarmentase, pero Paquito tenía aires de sarasa y escasos deseos de porfías. Además, toda mujer, como contaba C. J. Cela, debe tener tres hombres a quienes servir, el marido, el amante y el suplente. Periódico en mano, Ceferino y Paquito, leyeron con mucha atención la noticia del “balconing” en Lloret de Mar. Así no hay quien gane batallas.

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