lunes, 9 de septiembre de 2013

El nefasto Ruiz-Gallardón





En un editorial de El País de hoy  se comenta que tal y como entiende el Consejo de Estado (órgano consultivo), “la reforma de la ley del aborto y su propuesta de suprimir la indicación por malformación congénita del feto, tiende más bien a contentar a sectores extremistas del PP que a la sociedad en su conjunto. La prisión permanente revisable refleja un autoritarismo penal que puede llegar a confundir la justicia con la venganza”. Ruiz-Gallardón, el peor ministro de Justicia de los últimos tiempos, se equivocó con la nueva aplicación de las tasas judiciales, que favorecen a los más pudientes y perjudican al resto de ciudadanos. Y ahora se equivocará llevando a unas Cámaras con mayoría absoluta de su partido y donde existe una vergonzosa disciplina de voto (digo vergonzosa porque los diputados se deben a los votantes que confiaron en ellos y no a los partidos-pesebre que los colocaron en las listas electorales) su propuesta de modificación de la Ley del Aborto, así como la prisión permanente revisable para determinados supuestos de delitos A Ruiz-Gallardón le sale la vena fascistoide y, al igual que utiliza un baremo la Iglesia Católica para señalar qué pecados son veniales o mortales, este ministro, digo, pretende separar a los ciudadanos entre conversos e inicuos en función de los criterios de no sabemos quién. Unos, los conversos, a los que se les pueden revisar los casos y acortar las penas en su día impuestas por los Tribunales de Justicia; y otros, los inicuos, sin redención posible. Sigue contando El País, a mi entender con acertado criterio, que “un gobernante prudente y sensato no debería echar en saco roto los dictámenes preceptivos aunque no vinculantes de los órganos consultivos del Estado y pensárselo dos veces antes de poner en marcha una medida sobre la que aquellos hayan constatado su falta de justificación e incluso su posible inconstitucionalidad”. Lo peor que sucede en la actual Derecha española es que engloba a todo un amplio espectro, que va desde los más moderados, donde personalmente incluiría a Mariano Rajoy, hasta aquellos militantes que siguen instalados en la nostalgia del franquismo, al estilo del dos veces exministro de Franco y falangista José Utrera Molina, suegro del actual ministro de Justicia, que se permitió escribir en su biografía “Sin cambiar de Bandera” (Ed. Planeta): “Franco nunca fue totalitario, yo soy testigo”; o del alcalde de Beade, Senén Pousa, en Orense; o del alcalde de Moraleja de Enmedio, en Madrid, que “no se dio cuenta” de que en la calle se cantaba el “Cara al Sol” durante el desfile de carrozas y se colocaba la bandera preconstitucional en el balcón del Ayuntamiento durante las fiestas patronales; o de Manuel González Capón, otro alcalde del PP, en este caso de Baralla (municipios lucense de Los Ancares que abarca 32 aldeas) que hizo apología fascista en otra fiesta local y dijo  que  “las víctimas del franquismo se lo merecían”, etcétera. Ruiz-Gallardón debería  dejar el Gobierno por vergüenza torera. No le queda otra a un ministro, en este caso Ruiz-Gallardón, cuando pretende que el ciudadano comulgue con ruedas de molino.

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