viernes, 6 de septiembre de 2013

Sí, ¿pasa algo?





Los duques de Palma han puesto en venta la mansión de Pedralbes, esa enorme mansión de los Plaf, en un  portal inmobiliario destinado al mercado ruso. Urdangarín sabe que los rusos son los dueños del “cash flow” y por esa razón es ahí por donde apunta, en el mercado ruso, para hacer caja y no sabemos si borrón y cuenta nueva con su augusto suegro. Total, 9’8 millones de euros no es nada para aquel que dispone de ellos, aunque importe poco el modo sobre cómo los consiguió el futuro comprador. Se trata de cuatro plantas, siete habitaciones, diez baños, piscina, bodega, tres plazas de aparcamiento, un bonito jardín y excelentes vistas. Lo que no termino de entender es para qué dispone el palacete de Pedralbes de tal cantidad de cuartos de baño. Claro, siempre habrá quien les gane. Villa Meona, en Puerta de Hierro, dispone de once cuartos de baño, pero se comprende, si se toma en consideración que Isabel Preysler fue, no sé ahora, la imagen personificada de “Porcelanosa”. Podría haber tenido, es un suponer, no once, sino quince o veinte cuartos de baño, aunque sólo utilizasen a lo sumo dos o tres. Recuerdo que, en mi pueblo, el hombre más acaudalado y que más tierras poseía decidió un día poner cuarto de baño en su casa de labranza. Su mujer, cuando se lo enseñaba a las visitas, éstas se asombraban de ver lavabo, bañera, bidé, etc. muy blancos y relucientes. Y la mujer, ante la admiración de los presentes, siempre les decía: “Sí, el cuarto de baño está bien, pero más vale que no tengamos que utilizarlo”. El caso del palacete de Pedralbes es distinto al de Villa Meona. Por mucha “beautiful people” que acudiese, pongamos por caso, a cumplimentar a los duques al palacete de Pedralbes aprovechando el regreso a Barcelona tras la “excedencia voluntaria” en Telefónica de Urdangarín, por muchas cervezas que se tomasen los invitados, o padeciesen de cistitis, o sufrieran de un cuadro colectivo de gastroenteritis aguda, no es fácil, digo, ocupar todos los cuartos de baño a un mismo tiempo, tal y como acontecía en la madrileña Pensión Cascorro durante mi juventud. Cosa distinta sería que varios caballeros, aburridos del merengue protocolario, se largasen con sigilo a sentarse en la taza del water a leer el “Marca”; y que, a la vez, varias damas se pusieran de acuerdo en visitar los espejos de los lavabos para retocarse el cardado. Lo cierto es que el palacete de Pedralbes está en venta, que la duquesa y sus hijos se han instalado en Ginebra (donde la Fundación “La Caixa” le ha encargado a la infanta que coordine sus programas con agencias de la ONU, y donde vive Zahra Hussaini, la primogénita de Aga Khan IV, amigo del Rey, que está al frente del departamento de Bienestar Social de AKDN), y que el duque consorte de Palma permanecerá en Barcelona  pendiente del proceso judicial en marcha. El trabajo que busca el consorte, si es que lo busca, que no lo sé, ya llegará cuando toque y siempre que no canse demasiado. Como dice Pérez-Maura en ABC, cuando hace referencia sobre qué banderas no debemos arriar: “Sí, ¿pasa algo?”. Pues no sé, don Ramón, no sabría decirle…

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